Existe un creciente consenso en que la actual crisis global logrará
sobrevivir a la próxima Cumbre de Londres (2 y 3 de abril). Se
prevé, además, que todos sus efectos sólo serán
visibles en el mediano y largo plazo. Tales efectos no parecen aún
haber madurado plenamente en ninguno de los planos en que ella se manifiesta,
esto es, el financiero, el de la economía real y el comercio mundial,
y el político.
Intentar comprender y explicar lo que está ocurriendo en el mundo
que nos rodea - ya que predecir su evolución futura sería
temerario - requiere un buen conocimiento de la historia larga y una aproximación
interdisciplinaria. Es lo que nos aportaba el profesor Gilberto Dupas,
sólido intelectual brasileño y del Mercosur, que acaba de
fallecer. Entre otras cuestiones relevantes, nos ayudó a entender
la lógica de la fragmentación de las cadenas productivas
-factor esencial para captar las diferencias del mundo actual con el de
los años 30 del siglo pasado-. Los frentes institucionales de su
labor intelectual se han caracterizado precisamente por ser multidisciplinarios.
Entre otros, se destacan el de Coordinador de un espacio de seguimiento
e interpretación de la realidad internacional en el Grupo Muldisciplinario
de Análisis de la Coyuntura Internacional (GACIN), de la Universidad
de Sâo Paulo (http://www.usp.br/ccint/gacint);
el de Presidente del Instituto de Estudios Económicos e Internacionales
(IEEI) (http://www.ieei.com.br),
y el de Editor de la revista Política Externa (http://www.politicaexterna.com.br)
(sobre Gilberto Dupas, sus aportes y su persona, ver el artículo
del profesor Celso Lafer -su amigo y colega en el trabajo intelectual
al servicio de la tarea de entender el mundo- titulado "Gilberto
Dupas (1943-2009)", en el diario "O Estado de S. Paulo",
del 15 de marzo 2009).
Se han diluido con el transcurso del tiempo, tres visiones optimistas
que se manifestaron cuando, a principios del 2008, la actual crisis global
comenzara a emerger en todo su potencial (ver nuestro análisis
en este Newsletter,
del mes de febrero de 2008). Ellas se referían a su naturaleza
(era considerada como un problema básicamente financiero), a su
duración (se la medía en términos de semestres) y
a sus alcances (limitada a algunos países con la posibilidad del
"desacople" del resto). Hoy no se duda que la crisis trasciende
lo financiero y aún lo económico; que puede ser prolongada,
y que alcanza en mayor o menor medida a todos los países. Por lo
demás, el espectro de la profundización del contagio al
plano político, está instalado con fuerza en dirigentes
y en la opinión pública de un número creciente de
países (ver por ejemplo, el artículo de Moisés Naim,
el domingo 15 de marzo, en el diario "El País" de Madrid,
así como la entrevista a José Miguel Insulza, en el diario
"Clarín" de Buenos Aires, el mismo domingo 15 de marzo).
Aún a los más optimistas les cuesta ahora encontrar argumentos
para predecir que el denominado G20, al reunirse al más alto nivel
político en Londres, logrará generar un punto de inflexión
sustancial en la evolución de la crisis.
Sin embargo, el "factor Obama" puede todavía introducir
elementos novedosos, en la medida que logre acreditar una diferente capacidad
de diagnóstico de Washington sobre los problemas que se enfrentan
a escala global, y que se traduzca en un liderazgo eficaz que movilice
la voluntad de cooperación entre los países participantes.
Tarea difícil, pero aún probable.
En todo caso, los resultados de Londres podrán evaluarse a la
luz de los progresos que se alcancen en torno a la capacidad colectiva
de estabilizar el sistema financiero; de impulsar la reforma y fortalecimiento
de las instituciones financieras internacionales; de contener la caída
de la demanda global y del comercio mundial, y de neutralizar las tendencias
proteccionistas. Tienen que ser progresos percibidos como efectivos y
no sólo mediáticos. De lo contrario, será el propio
G20 el que dejará de ser considerado como un espacio para el ejercicio
de un liderazgo colectivo en la actual coyuntura global. Generar un espacio
alternativo no será tarea fácil, si es que debe encararse
a partir de un fracaso.
Sobre la Rueda Doha tampoco cabría que esperar fuertes novedades
de la Cumbre de Londres. Un indicador de la cautela con la que hay que
abordar el futuro de estas negociaciones comerciales multilaterales, al
menos en su versión ambiciosa, podría ser lo que señalara
el Presidente Obama en la conferencia de prensa posterior a su entrevista
en Washington con el Presidente Lula, el pasado sábado 14 de marzo.
Según la versión de Bloomberg.com, al referirse al comercio
en general, Obama dijo que los dos países están determinados
a trabajar juntos para reavivar las estancadas negociaciones comerciales
globales. Agregó textualmente: "It may be difficult for us
to finalize a whole host of trade deals in the midst of an economic crisis
like this one
". Y señaló luego "
although
we have committed to sitting down with our Brazilian counterparts to find
ways that we can start closing the gap on the Doha Round and other potential
trade agreements" (según la version publicada en el diario
Valor Econômico, del lunes 16 de marzo con el título de "Encontro
Lula-Obama reduz chances de Doha", a su vez el Presidente Lula dijo,
en la misma línea de cautela, que "
acho que na crise
econômica é mais difícil a gente concluir o acordo").
La atención de protagonistas y analistas - y con más razón
la de los ciudadanos de los países involucrados - también
se está concentrando en el impacto de la crisis global en los respectivos
espacios geográficos regionales. La historia larga recuerda que
los escenarios de colapsos políticos e, incluso, sus consecuencias
más negativas en términos de enfrentamientos bélicos,
en general han comenzado en los espacios regionales.
La atención en los contextos contiguos, es especialmente válida
en relación a aquellos procesos de integración regional
que se suponen orientados a asegurar, a la vez, pautas de una razonable
gobernabilidad -predominio de la paz y la estabilidad- de la respectiva
región, y su potencial de fortalecer la capacidad de cada uno de
los países participantes, para lograr sus propios objetivos de
transformación productiva y de inserción en la economía
global. Son entre otros, los casos de la Unión Europea, la ASEAN
y el Mercosur. Como bien señala Olivier Cattaneo, en su artículo
titulado "The political economy of PTA" (en el libro editado
por Simon Lester y Bryan Mercurio, citado en la Sección Lecturas
Recomendadas de este Newsletter), son procesos que tienen un origen político
que es lo que -de preservarse o renovarse en sus motivaciones fundacionales-,
puede explicar la vitalidad de su contenido económico.
Se sabe que son procesos constantemente sometidos a la tensión
dialéctica entre factores que impulsan a la fragmentación
y a la cooperación como condición para avanzar en una mayor
integración, al menos de los respectivos sistemas económicos.
También se sabe que no existe un modelo único para preservar
y fortalecer la voluntad política de lograr un trabajo conjunto,
que sea sostenible en el tiempo entre naciones que son, y pretenden seguir
siendo, soberanas. Ello significa que cada espacio geográfico regional
debe saber desarrollar su propia metodología para articular sus
intereses nacionales, ejercicio que suele ser complejo cuando se trata
de conciliar las a veces profundas diferencias de poder relativo, de dimensión
económica y de grados de desarrollo.
Tales metodologías, son hoy puestas a prueba como resultado de
la actual crisis global, al menos en tres planos. Ellos son el de las
tendencias al proteccionismo en las relaciones recíprocas entre
los países participantes; el de la capacidad de articular posiciones
comunes frente a los efectos de la crisis y, en tercer lugar, el del ejercicio
de un liderazgo colectivo eficaz en el respectivo espacio regional.
Nuestro análisis en esta oportunidad se referirá al Mercosur,
si bien haremos referencias en cada caso a lo que se observa también
en la ASEAN y en la Unión Europea.
En el Mercosur ha vuelto a instalarse la cuestión de las restricciones
unilaterales al comercio recíproco. Ya había ocurrido a
finales de los noventa, como consecuencia de los efectos sobre las economías
de los países miembros y el intercambio comercial intra-regional,
originados en tres golpes sucesivos: la crisis asiática (1998),
la devaluación del Real en el Brasil (1999) y el colapso de la
convertibilidad en la Argentina (2002).
También esta vez el epicentro de los problemas se manifiesta en
la relación comercial entre Argentina y Brasil. La caída
del comercio bilateral ha superado el 40% en el primer bimestre de este
año. Refleja la disminución de la actividad económica
y del comercio exterior en ambos países. Ha dado lugar a recíprocas
referencias a la aplicación de medidas restrictivas, especialmente
a través de la utilización de licencias no automáticas.
De hecho ambos países las aplican (en el caso del Brasil, el reciente
informe de la Secretaría de la Organización Mundial del
Comercio, señala que su normativa contempla la aplicación
de licencias no automáticas para unas 3.500 líneas tarifarias,
ver el texto completo del capítulo sobre "Trade policies and
practices by measure", del documento de la Secretaría de la
OMC WT/TPR/S/212 - 2 February 2009, en http://www.wto.org/
o haciendo
click aquí, que contiene además, un análisis
detallado de las políticas de financiamientos de exportaciones
y de inversiones, que prevén tasas de interés subsidiadas
a fin de nivelarlas con las internacionales).
Existen controversias en cuanto a las causas del desequilibrio comercial
existente y al alcance de las medidas aplicadas. Pero, como ya ocurriera
en la oportunidad anterior, todo indica que la cuestión comercial
está siendo encarada en torno a tres ejes. El primero, es el interés
político de ambos países de preservar el clima de buenas
relaciones recíprocas y de trabajo conjunto, entre otras razones,
por su valor estratégico en la gobernabilidad del espacio regional
sudamericano. El segundo, es el reconocimiento del carácter limitado
de los problemas comerciales identificados (involucraría, como
en la anterior oportunidad, alrededor del 5% del intercambio recíproco).
Y el tercer eje, es el de procurar resolver las situaciones puntuales
a través de acuerdos entre los propios sectores empresarios, auspiciados
por los respectivos gobiernos. Resultaron eficaces en el pasado y no habría
razones para suponer que no lo serán también en el momento
actual. Quizás hubiera sido mejor haber previsto válvulas
de escape -a la vez flexibles y sometidas a disciplinas colectivas- como
parte integral de los mecanismos e instrumentos del Mercosur. Pero fue
algo que no pudo lograrse en la anterior oportunidad. Sólo se acordó
un mecanismo bilateral entre Argentina y Brasil, que sigue sin estar vigente.
En cuanto a la capacidad de articular posiciones conjuntas, si bien habría
habido intercambios bilaterales -como el que se produjo en ocasión
de la visita del Presidente del Uruguay al Brasil y el que se producirá
en la próxima visita de la Presidenta de la Argentina, también
al Brasil-, el Mercosur no ha tenido en este período reciente ningún
análisis colectivo de los impactos de la crisis global y sobre
cómo encararlos. Tampoco ha habido reuniones al respecto de la
recientemente creada UNASUR. Si, en cambio, los ha habido al más
alto nivel político, tanto en el caso de la Unión Europea
(se han realizado múltiples reuniones orientadas a concertar una
posición común antes de la Cumbre de Londres, incluyendo
la del Consejo de Ministros, los días 16 y 17 de marzo), como en
el de la ASEAN (ver al respecto el "Press Statement on the Global
Economic and Financial Crisis", en ocasión de la 14th ASEAN
Summit, en Cha-am Hua Hin, Thailand, 1 March 2009, en el que tras pronunciarse
sobre distintos aspectos del impacto de la crisis global en la región,
concluyen: "looked forward to working with other partners to convey
the above views at the forthcoming London Summit in April 2009. In this
connection, they asked ASEAN Finance Ministers to provide further inputs
for the ASEAN Chair and Indonesia, as a member of G20, to convey to the
London Summit". El texto completo del comunicado de prensa emitido
por la Cumbre se encuentra en http://www.14thaseansummit.org/
o haciendo
click aquí en formato pdf).
Finalmente, en cuanto a la cuestión de un liderazgo colectivo
eficaz, sea en el espacio del Mercosur o en el sudamericano, ella se ha
reflejado en la percepción externa sobre el papel que desempeña
el Brasil. Por su dimensión económica, por la imagen del
Presidente Lula, y por su fortalecimiento institucional, Brasil es percibido
como un país que puede ejerce un liderazgo en la región
Sudamericana y también en el Mercosur. La visita a Washington del
Presidente Lula y su entrevista bilateral, el sábado 14 de marzo,
con el Presidente de los EEUU, pueden contribuir a fortalecer tal percepción.
Se reflejó antes en el acuerdo de alianza estratégica concluido
por la Unión Europea con el Brasil.
Sin embargo, las experiencias de otros espacios geográficos regionales,
indican que los liderazgos eficaces son aquellos que resultan de la construcción
de posiciones comunes entre diversos países con capacidad, a la
vez, de ser relevantes, protagonistas y líderes. De alguna manera
lo recuerda Mike Hammer (según el diario "Folha de Sâo
Paulo", del sábado 14 de marzo), el portavoz del Consejo de
Seguridad Nacional de los EEUU (NSC), cuando señala que Brasil
es un líder clave regional, pero que también tienen capacidad
de liderazgo hemisférico otros países, entre los cuales
menciona a México y a la Argentina.
El desafío hacia el futuro para los países del Mercosur
y del espacio sudamericano continúa siendo entonces, alcanzar lo
que otras regiones han logrado -especialmente Europa, aún con las
dificultades crecientes que se han manifestado en las últimas semanas
- en el sentido de institucionalizar liderazgos colectivos, basados en
mecanismos que puedan ser eficaces para construir consensos y coordinar
posiciones, ante fenómenos como el de la actual crisis global.
El no haberlo logrado aún, podría significar introducir
algunos interrogantes en cuanto a la posibilidad de que países
individuales, por más grandes que sean y sobre todo, si no son
suficientemente grandes en términos de sus recursos de poder y
de la masa crítica que aportan, puedan efectivamente aspirar a
reflejar en ámbitos como el de la Cumbre de Londres, el punto de
vista del conjunto de una región.
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