inicio | contacto | buscador | imprimir   
 
· Presentación
· Trayectoria
· Artículos y notas
· Newsletter (español)
· Newsletter (english)
· Radar Internacional
· Tesis de posgrado
· Programas de clase
· Sitios recomendados

Publicaciones
· Las crisis en el multilateralismo y en los acuerdos regionales
· Argentina y Brasil en
el sistema de relaciones internacionales
· Momentos y Perspectivas


  Félix Peña

ARTÍCULOS Y NOTAS DE PRENSA
2021 | 2020 | 2019 | 2018 | 2017 | 2016 | 2015 | 2014 | 2013
2012 | 2011 | 2010 | 2009 | 2008 | 2007 | 2006 | 2005 | 2004
2003 | 2002 | 2001 | 2000 | 1999 | 1998 | 1997 | 1996 | 1995
1994 | 1993 | 1992 | 1991 | 1990 a 1968
  Diario El Cronista | 23 de julio de 2007

¿Es posible rescatar la Rueda Doha?


 

A la Argentina le conviene el fortalecimiento de la OMC en todas sus funciones y la pronta conclusión de una Rueda posible y razonable, al menos por sus equilibrios.

La afirmación de que la Rueda Doha está muerta es ya casi un lugar común. Pero lo concreto es que parece ser una moribunda con un resto de vida. De hecho las conversaciones continúan. Ginebra sigue siendo un epicentro de diplomacia multilateral orientada a concluir las negociaciones. Tras el colapso del Grupo de 4 en Potsdam, los textos de compromiso avanzados en materia de agricultura y de productos industriales, abren la posibilidad que la Rueda Doha pueda ser salvada. Sin embargo, pocos creen que sea aún posible concluir con las negociaciones multilaterales antes de fin de año, ni tan siquiera el año próximo.

Técnicamente entonces la Rueda Doha no ha muerto. Lo que se está esfumando es la ilusión de cumplir con los objetivos ambiciosos fijados, a finales del 2001, a la sombra de la tragedia del 11 de septiembre. Y en su lugar se está instalando la sensación de un peligroso vacío. Esto es, un escenario en el que las negociaciones se prolonguen por años y que como consecuencia de ello se observe, a la vez, una proliferación de acuerdos discriminatorios -mal llamados de ‘libre comercio’- y la multiplicación de casos de solución de controversias en el ámbito de la OMC -como el que recientemente iniciara Canadá contra los Estados Unidos por la cuestión de los subsidios agrícolas-. Son tendencias que no significarían un problema, si es que no existieran dos riesgos concretos. El primero es que la conclusión de nuevos acuerdos preferenciales continúe desarrollándose en un marco de reglas de juego poco eficaces, como son las que en la actualidad se supone deberían disciplinar las excepciones al principio de no discriminación en la OMC. El segundo es que la acumulación de nuevos casos, especialmente si afectan los intereses de los principales protagonistas del comercio mundial, estimulen una propensión al no cumplimiento de los pronunciamientos que se obtengan en el mecanismo de solución de controversias.

Ambas tendencias tendrían un efecto sistémico negativo. Esto es, debilitarían la eficacia y la legitimidad de la propia OMC. En un mundo con cambios profundos en el mapa de la competencia económica global -el factor China tiene una incidencia fuerte en mucho de lo que se ha observado en la reciente evolución de la Rueda Doha-, pero sobre todo con marcadas volatilidades e incertidumbres en las relaciones de poder, es ese efecto sistémico negativo el que más debería preocupar a los países miembros de la OMC, especialmente a los que tienen fuertes intereses en el comercio y las inversiones globales.

En tal perspectiva, el problema con la Rueda Doha no es que pueda fracasar o no. El verdadero problema es que no se perciben iniciativas orientadas a sustituir sus funciones. Esto es a generar nuevos mecanismos y reglas de juego que permitan cumplir tres de sus objetivos principales: acortar a través del comercio la distancia entre incluidos y excluidos en la globalización de la economía mundial; facilitar la expansión de los flujos de comercio e inversiones internacionales en un marco de mayor equilibrio en la capacidad para obtener sus eventuales beneficios, y generar disciplinas colectivas basadas en reglas de juego que puedan ser efectivamente exigidas por todos los protagonistas, independientemente de su poder relativo.

Por tener intereses globales pero baja capacidad relativa para incidir en las reglas de juego del comercio mundial, a la Argentina le conviene el fortalecimiento de la OMC en todas sus funciones y la pronta conclusión de una Rueda Doha posible y razonable, al menos por sus equilibrios. Pero también parece conveniente que nuestra diplomacia comercial internacional se prepare desde ya a navegar un mundo con una Rueda Doha, o muerta o en un estado de postración prolongada y, a la vez, a asumir con países con intereses similares, iniciativas orientadas a desarrollar fórmulas alternativas para lograr lo que fueron los objetivos originales de la Rueda Doha.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


Suscríbase al newsletter para recibir mensualmente un email con
los últimos artículos publicados en este sitio.


 

Regresar a la página anterior | Top de la página | Imprimir artículo

 
Diseño y producción: Rodrigo Silvosa