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  Félix Peña

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 Diario La Nación | 8 de enero de 2002

Una nueva oportunidad cruzando las fronteras


La Argentina presidirá el Mercosur durante los próximos seis meses; si logra un desempeño exitoso estará cerca de recobrar la confianza internacional

  • El bloque regional deberá trabajar para restablecer su imagen en el mundo y adecuarse a las reformas económicas de los socios
  • Los temas pendientes

Una vez más, la Argentina encara la difícil tarea de reconstruir su imagen externa. Es decir, la confianza en el valor de su palabra y de los compromisos asumidos.

El no ser creíble como país es una de las desventajas competitivas más serias que nos afecta, tanto en el comercio exterior como en la atracción de inversores.

Se ha dicho con razón que la confianza es una de las bases de la modernidad, el progreso y el crecimiento económico. Digámoslo con claridad: el mundo perdió la confianza en nosotros. El fenómeno es más agudo debido a la relativa irrelevancia estratégica de nuestro país, y por nuestra posición marginal en el comercio mundial de bienes y servicios. Duele, pero hay que reconocer que a veces se nos percibe como prescindibles.

La pérdida de la confianza externa no es sólo producto de comportamientos gubernamentales. También la acumulación de ciertas actitudes sociales contribuye a erosionar la confianza en una sociedad.

En el plano comercial, los contratos que no se cumplen o productos "truchos" que reaparecen a lo largo del tiempo empobrecen gradualmente la imagen que otros tienen de un país.

Sin embargo, a través de décadas, los comportamientos gubernamentales potenciaron la pérdida de confianza en la Argentina. En las negociaciones, esto suele deberse a la fragmentación del poder de decisión y a la discontinuidad en el ejercicio de las funciones clave.

Los organigramas duran poco y suelen ser una invitación a la confusión. Los funcionarios políticos que intervienen en los asuntos de comercio exterior (políticas comerciales, y promoción de exportaciones e inversiones) y en las negociaciones comerciales suelen ser varios y no siempre se coordinan entre sí. Además son -para los estándares internacionales- efímeros. Duran poco y no siempre retoman el hilo de lo actuado por sus predecesores. Estas reflexiones tienen una intención positiva y optimista. Pretenden esbozar un diagnóstico de nuestra problemática como nación en el mundo, con la convicción de que tenemos otra oportunidad para cambiar.

En tal perspectiva, es destacable el hecho de que la Argentina ejerce la presidencia del Mercosur durante el primer semestre de este año. Es un semestre especial, con una agenda a la vez intensa y compleja que tiene por lo menos tres planos de acción.

El primero es restablecer la credibilidad en el Mercosur. Se necesitan gestos contundentes de los socios, no sólo de la Argentina. El presidente Duhalde ha sido claro al afirmar que el país, como política de Estado, apoya al Mercosur. No caben más dudas entonces, sobre la lealtad argentina a la alianza estratégica con Brasil, eje vertebral de la integración en el sur americano.

Ni para la Argentina ni para Brasil se trata de una alianza exclusiva ni excluyente. Pero sí de una alianza natural prioritaria, a partir de la cual ambos países se abren al mundo, a través de negociaciones comerciales internacionales conjuntas.

Es conocida, además, la posición favorable a un Mercosur "en serio" del nuevo equipo de gobierno. Esto es, un Mercosur en el que se extraigan todas las consecuencias originalmente planteadas, en el sentido de abrir no sólo el mercado de bienes -lo que se ha logrado-, sino también el de los servicios y de las compras gubernamentales, cuestión aún pendiente. En el que se neutralicen los efectos de distorsión artificial de la competencia económica, originados en políticas cambiarias, fiscales o sectoriales. En el que efectivamente se integren cadenas productivas orientadas a la exportación al mundo.

Una agenda realista
Se necesita ahora un inmediato y claro entendimiento con Brasil y los otros dos socios, sobre cómo construir una agenda de trabajo realista, que permita concentrarse en desatar nudos que afectan la marcha y la imagen del Mercosur.

La cumbre por realizarse en los próximos días en Buenos Aires será la oportunidad de enviar señales fuertes a ciudadanos, mercados y terceros países, sobre un Mercosur que recuperó su rumbo y su vigor político. La cuestión automotriz es, sin duda, una de las que exigen atención prioritaria.

El segundo plano de acción es lograr que el Mercosur sea percibido como funcional a las profundas reformas, económicas y sociales que se requieren. Que sea considerado como fuente de soluciones y no sólo de problemas, y como un ámbito para generar disciplinas colectivas realistas en políticas macroeconómicas, sectoriales y comerciales externas.

Se requieren pocas reglas de calidad y transparentes con mecanismos que aseguren que lo pactado penetre en la realidad, con capacidad técnica propia y procedimientos de flexibilización transitoria para contemplar situaciones especiales que afecten a un socio o a un sector en particular.

Sólo la percepción de que los socios aceptan restringir su recurso a comportamientos unilaterales discrecionales, colocará al Mercosur en el imaginario colectivo mundial, en una categoría similar a la Unión Europea y al Nafta. Hoy no es así.

El tercer plano es encarar juntos, con disciplinas comunes, las complejas negociaciones comerciales internacionales en la Organización Mundial de Comercio (OMC), en el ALCA y en el "4+1", en la Aladi y, en especial, con la Unión Europea.

La preparación de la Cumbre de Madrid entre la Unión Europea y el Mercosur, en mayo próximo, será una oportunidad para poner de manifiesto que la Argentina puede cumplir con eficacia sus responsabilidades internacionales.

Una presidencia exitosa de la Argentina en el Mercosur, que permita avances significativos en los tres planos mencionados, será una contribución valiosa a la difícil y larga tarea de restablecer nuestra credibilidad externa como nación seria y responsable.

Para lograrlo, será fundamental una fuerte coordinación entre la Cancillería y las otras instancias nacionales y provinciales que intervienen en las respectivas decisiones.

Será necesario, además, asegurar una participación efectiva del sector privado, a su vez coordinado para atender los requerimientos de las complejas negociaciones por encarar.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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