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  Félix Peña

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  Punto Cardinal - GEIC | Junio 2014
Incidencia del nuevo contexto global en la proyección internacional de las PyMES

Tres tendencias se observan en la actualidad en el escenario del comercio mundial. Tendrán, junto con otras relevantes, una incidencia en las estrategias de empresas pequeñas y medianas (pymes) de la Argentina que procuren proyectar al mundo y a la región, en forma sostenida, sus respectivas capacidades para producir bienes y prestar servicios que puedan ser percibidos de calidad y competitivos en otros países.

La primera es a una mayor conectividad entre los distintos mercados, sea en espacios regionales o interregionales, y cualesquiera que fueren las distancias que existan entre ellos. Es una resultante de cambios tecnológicos en la producción, en el transporte y en las comunicaciones, como también de los marcos normativos que inciden en el comercio internacional. La segunda es la fragmentación de la producción de bienes y la prestación de servicios, en el ámbito de múltiples modalidades de encadenamientos productivos en los que se articulan tareas que se realizan en distintos espacios nacionales. Y la tercera tendencia es la de un fuerte crecimiento, especialmente en países en desarrollo y en las denominadas economías emergentes, de la población urbana con ingresos económicos y comportamientos propios de clases medias, y con conciencia del poder que están adquiriendo como consumidores y también como ciudadanos.

Si se procura diagnosticar la posible evolución del actual escenario internacional desde la perspectiva del futuro del comercio mundial y de los principales frentes de negociaciones comerciales -el multilateral y los preferenciales-, tres rasgos parecen como relevantes. El primero es la diversidad de protagonistas. Hoy son muchos los países con capacidad de tener una incidencia significativa en el plano internacional. Entender las múltiples opciones que todos ellos tienen en sus respectivas estrategias de inserción internacional y, en particular, las diferencias culturales y de percepciones sobre sus intereses y valores, es algo de creciente importancia. El segundo es la fuerte dinámica de cambio. Captar a tiempo las principales tendencias que se están manifestando en el escenario internacional, es a la vez necesario, difícil y relevante para cada país y para sus empresas. Y el tercero es la complejidad de procesos y escenarios. Implica una aptitud para captar y asumir las diferencias existentes, y para resistir cualquier tendencia a simplificar las realidades.

Por lo menos en tres planos parece entonces recomendable, para un país y sus empresas, el extraer consecuencias operativas sobre cómo navegar un mundo signado por múltiples diversidades, fuerte dinámica de cambios y notorias complejidades.

Un primer plano es el del desarrollo de sinergias entre los sectores gubernamental, empresario y académico (a nivel nacional y local), para un continuo diagnóstico sobre la evolución del contexto internacional en la perspectiva de sus intereses comunes, y en la de cada sector, actividad o producto específico. En particular, torna más necesario el pleno aprovechamiento de la capacidad de diagnóstico que pueda desarrollarse en las respectivas instituciones académicas, en particular si ellas interactúen en forma estrecha con las instituciones gubernamentales y con los distintos sectores de la producción. Entender en cada perspectiva concreta el contexto internacional y su evolución, es condición prioritaria para una inserción exitosa de países y empresas en el mundo actual y en el del futuro.

Un segundo plano es el de las estrategias de acción conjunta con otros países y con otras empresas, de la propia región y a escala global. Ello implica enfoques novedosos y a veces heterodoxos, tanto para encarar negociaciones comerciales internacionales como para procurar un desarrollo eficaz de esquemas sectoriales de integración productiva a través de múltiples variantes de cadenas transnacionales de valor.

Y un tercer plano es el de la estrategia nacional de inserción económica internacional, que permita articular los intereses de todos los sectores sociales y conduzca a generar acuerdos viables con otras naciones y regiones, que sean a la vez flexibles y previsibles, a fin de tener una incidencia efectiva en la inversión productiva y en la capacidad para proyectar al mundo lo que el país pueda ofrecer como bienes y servicios atractivos para los otros países.

Múltiples son las modalidades a través de las cuales las empresas de un país, especialmente las pymes, pueden proyectar hacia otros países su capacidad para producir bienes o prestar servicios. Tres se destacan. Las tres implican mucho más que una exportación ocasional que permita potenciar, por ejemplo, una ventaja competitiva-precio como consecuencia de una fluctuación cambiaria. Ellas son: i. la multi-localización, que implica una dispersión geográfica de las operaciones de una empresa a través de inversiones directas en distintos países, dando lugar a activos fijos y operaciones físicas en varios mercados simultáneamente; ii. la inserción en cadenas transnacionales de valor a través de aportes estables de bienes y de tareas a procesos productivos que se fragmenten en múltiples países, y iii. la presencia sostenida en otros mercados con la exportación de bienes y servicios como son, por ejemplo, los productos diferenciados y con marca propia ofrecidos en góndolas de supermercados o en otras bocas de expendio de bienes de consumo final.

Una pyme que aspira a expandirse a otros mercados en cualquiera de tales modalidades, se supone que ha logrado desarrollar ventajas competitivas para sus bienes o servicios que sean resultantes, entre otros factores, de la incorporación de innovación y progreso técnico, de la calidad de su organización, y de la solidez de su imagen en los respectivos mercados. Son ellas ventajas cuyo logro requiere tiempo y esfuerzo. Suponen tener una visión estratégica que trascienda al corto plazo. Y tener información actualizada sobre factores que puedan desplazar sus ventajas competitivas en los mercados internacionales. Es decir que les permitan entender, desde su perspectiva específica, lo que ocurre en la competencia económica global y regional.

Entender implica capacidad de diagnóstico sobre lo que requieren otros mercados, sobre su dinámica y sobre cómo acceder y permanecer en ellos. Es lo que se suele denominar la "inteligencia competitiva" de una empresa. Supone conocer, captar y apreciar las diferencias de todo tipo que pueden existir entre distintos mercados. Las culturales suelen ser las más significativas y, por ende, las más necesarias de comprender, especialmente cuando ellas se reflejan en valores, gustos y preferencias de los consumidores. Muchas veces son diferencias que sólo se entienden en todos sus posibles desdoblamientos habiendo vivido en otros países y en otras culturas. Implica tener empatía con lo diferente. Supone, además, conocer e identificar a tiempo los muy distintos factores, incluso los políticos, que inciden en los desplazamientos continuos de ventajas competitivas que pueda haber desarrollado una empresa. Son aquellos que determinan las diferencias entre ser ganador o ser perdedor en la competencia económica a escala global, o en la de determinados mercados domésticos o regionales. Y supone, además, identificar aquellos cambios que más pueden incidir en el mapa de oportunidades que se generan en el entorno internacional en el que opera una empresa como ser, entre otros actuales, los que implican el ya mencionado aumento en las economías emergentes del número de consumidores urbanos con ingresos y comportamientos propios de las clases medias.

Para una empresa con una presencia sostenida en múltiples mercados, o que está expuesta en su propio mercado a la competencia internacional, es fundamental entonces obtener información de calidad sobre hechos cargados de futuro, que señalizan factores que a través del tiempo pueden abrir o desplazar oportunidades de negocios. Procesar tal información en la perspectiva de sus intereses y estrategias, lo es más aún.

Especialmente para empresas pymes, detectar y decodificar hechos que indican tendencias de largo plazo en el escenario internacional no ha sido ni es tarea fácil. Sin embargo es algo fundamental para el trazado, la adaptación y la aplicación de sus respectivas estrategias de inserción en el mundo.

Dos tipos de hechos requieren ser detectados y diagnosticados en función de la estrategia de inserción internacional de una empresa. Son, en primer lugar, aquellos que reflejan fuerzas profundas que están anticipando cambios significativos en la competencia económica global o en la de los respectivos espacios geográficos regionales. Y son, en segundo lugar, los hechos no previstos y que pueden significar puntos de inflexión en el escenario externo que incide en las ventajas competitivas de una empresa. En un contexto internacional complejo y con fuerte dinámica de cambios, los hechos imprevistos tienden a ser más frecuentes. Especialmente importan aquellos que exteriorizan puntos de inflexión en procesos políticos y económicos, sea en el interior de países o regiones claves. Incluso, cuando tales hechos, que reflejen cambios profundos en la distribución del poder, dentro o entre las naciones, o en la estructura y el comportamiento de los mercados, pueden contribuir a una rápida obsolescencia de análisis y diagnósticos, tornando más vulnerables las estrategias y cursos de acción previamente elaborados.

La calidad de la información es hoy, más que nunca, un factor de relevancia en la capacidad de una empresa para competir en los mercados mundiales. Su importancia se acrecienta ante la diversidad de opciones que las empresas pueden tener para su inserción en la competencia económica global que se caracteriza, como hemos señalado, por una intensa proliferación de competidores y por un fuerte dinamismo.

El correcto y oportuno procesamiento de información relevante sobre el escenario internacional, los mercados y los competidores, permite a una empresa encarar con eficacia su necesaria inteligencia competitiva. Ésta puede entenderse como la resultante de un proceso continuo de obtención y análisis de información crítica, que se puede obtener en medios públicos -especialmente por Internet- y que es relevante para el planeamiento estratégico de una empresa, con el objetivo de preservar y desarrollar su capacidad para competir en los mercados en los que opera o aspira a operar. Ello supone, por cierto, una idea clara de lo que la empresa puede proyectar a terceros mercados, sea con bienes o servicios, y de lo que se requiere para que ellos sean valorados por clientes potenciales, muchas veces de diferentes culturas y pautas de consumo. Y supone, en especial, una voluntad de tener presencia sostenida en tales mercados.

Esto último no es fácil, en buena medida por el hecho que son muchos los competidores que aspiran a llegar a los mismos clientes, incluso desde muy distintos países. Si quienes ofrecen bienes y servicios tienen múltiples opciones en términos de los consumidores a los que pueden acceder, lo mismo ocurre con quienes los demandan y consumen. Y los cambios que se están operando continuamente en el escenario global, están precisamente acentuando la diversidad de opciones y de protagonistas, tanto por el lado de la oferta como de la demanda.

Por su dimensión, normalmente una pyme tiene muchas limitaciones en el abordaje de la gestión de su inteligencia competitiva. De allí que sea una actividad que puede requerir conjunción de esfuerzos con otras empresas, por ejemplo de un mismo clúster regional o de un consorcio de exportación. Es una tarea donde una empresa puede encontrar o aspirar a encontrar la colaboración de organismos oficiales, especialmente los de promoción comercial, de cámaras empresarias, o de instituciones académicas, sea en el ámbito nacional o local.
En el caso argentino, ello será de creciente importancia para el futuro desarrollo del comercio exterior del país, en la medida que más pymes aborden la compleja tarea de tener una presencia sostenida, especialmente con bienes y servicios, con distintas modalidades de diferenciación, en mercados a veces distantes y con los cuales tienen poca familiaridad. Los países del Asia, África y el Medio Oriente, son ejemplos al respecto.

La necesidad de las pymes de abordar con eficacia su inteligencia competitiva abre el espacio para el desarrollo de una amplia agenda de colaboración futura entre agencias gubernamentales, cámaras empresarias e instituciones académicas, no sólo dentro de la Argentina pero también a nivel regional en el Mercosur y a nivel interregional, con similares esfuerzos de cooperación que ya existen hoy en muchos países.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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