Tres tendencias se observan en la actualidad en el escenario del comercio
mundial. Tendrán, junto con otras relevantes, una incidencia en
las estrategias de empresas pequeñas y medianas (pymes) de la Argentina
que procuren proyectar al mundo y a la región, en forma sostenida,
sus respectivas capacidades para producir bienes y prestar servicios que
puedan ser percibidos de calidad y competitivos en otros países.
La primera es a una mayor conectividad entre los distintos mercados,
sea en espacios regionales o interregionales, y cualesquiera que fueren
las distancias que existan entre ellos. Es una resultante de cambios tecnológicos
en la producción, en el transporte y en las comunicaciones, como
también de los marcos normativos que inciden en el comercio internacional.
La segunda es la fragmentación de la producción de bienes
y la prestación de servicios, en el ámbito de múltiples
modalidades de encadenamientos productivos en los que se articulan tareas
que se realizan en distintos espacios nacionales. Y la tercera tendencia
es la de un fuerte crecimiento, especialmente en países en desarrollo
y en las denominadas economías emergentes, de la población
urbana con ingresos económicos y comportamientos propios de clases
medias, y con conciencia del poder que están adquiriendo como consumidores
y también como ciudadanos.
Si se procura diagnosticar la posible evolución del actual escenario
internacional desde la perspectiva del futuro del comercio mundial y de
los principales frentes de negociaciones comerciales -el multilateral
y los preferenciales-, tres rasgos parecen como relevantes. El primero
es la diversidad de protagonistas. Hoy son muchos los países con
capacidad de tener una incidencia significativa en el plano internacional.
Entender las múltiples opciones que todos ellos tienen en sus respectivas
estrategias de inserción internacional y, en particular, las diferencias
culturales y de percepciones sobre sus intereses y valores, es algo de
creciente importancia. El segundo es la fuerte dinámica de cambio.
Captar a tiempo las principales tendencias que se están manifestando
en el escenario internacional, es a la vez necesario, difícil y
relevante para cada país y para sus empresas. Y el tercero es la
complejidad de procesos y escenarios. Implica una aptitud para captar
y asumir las diferencias existentes, y para resistir cualquier tendencia
a simplificar las realidades.
Por lo menos en tres planos parece entonces recomendable, para un país
y sus empresas, el extraer consecuencias operativas sobre cómo
navegar un mundo signado por múltiples diversidades, fuerte dinámica
de cambios y notorias complejidades.
Un primer plano es el del desarrollo de sinergias entre los sectores
gubernamental, empresario y académico (a nivel nacional y local),
para un continuo diagnóstico sobre la evolución del contexto
internacional en la perspectiva de sus intereses comunes, y en la de cada
sector, actividad o producto específico. En particular, torna más
necesario el pleno aprovechamiento de la capacidad de diagnóstico
que pueda desarrollarse en las respectivas instituciones académicas,
en particular si ellas interactúen en forma estrecha con las instituciones
gubernamentales y con los distintos sectores de la producción.
Entender en cada perspectiva concreta el contexto internacional y su evolución,
es condición prioritaria para una inserción exitosa de países
y empresas en el mundo actual y en el del futuro.
Un segundo plano es el de las estrategias de acción conjunta con
otros países y con otras empresas, de la propia región y
a escala global. Ello implica enfoques novedosos y a veces heterodoxos,
tanto para encarar negociaciones comerciales internacionales como para
procurar un desarrollo eficaz de esquemas sectoriales de integración
productiva a través de múltiples variantes de cadenas transnacionales
de valor.
Y un tercer plano es el de la estrategia nacional de inserción
económica internacional, que permita articular los intereses de
todos los sectores sociales y conduzca a generar acuerdos viables con
otras naciones y regiones, que sean a la vez flexibles y previsibles,
a fin de tener una incidencia efectiva en la inversión productiva
y en la capacidad para proyectar al mundo lo que el país pueda
ofrecer como bienes y servicios atractivos para los otros países.
Múltiples son las modalidades a través de las cuales las
empresas de un país, especialmente las pymes, pueden proyectar
hacia otros países su capacidad para producir bienes o prestar
servicios. Tres se destacan. Las tres implican mucho más que una
exportación ocasional que permita potenciar, por ejemplo, una ventaja
competitiva-precio como consecuencia de una fluctuación cambiaria.
Ellas son: i. la multi-localización, que implica una dispersión
geográfica de las operaciones de una empresa a través de
inversiones directas en distintos países, dando lugar a activos
fijos y operaciones físicas en varios mercados simultáneamente;
ii. la inserción en cadenas transnacionales de valor a través
de aportes estables de bienes y de tareas a procesos productivos que se
fragmenten en múltiples países, y iii. la presencia sostenida
en otros mercados con la exportación de bienes y servicios como
son, por ejemplo, los productos diferenciados y con marca propia ofrecidos
en góndolas de supermercados o en otras bocas de expendio de bienes
de consumo final.
Una pyme que aspira a expandirse a otros mercados en cualquiera de tales
modalidades, se supone que ha logrado desarrollar ventajas competitivas
para sus bienes o servicios que sean resultantes, entre otros factores,
de la incorporación de innovación y progreso técnico,
de la calidad de su organización, y de la solidez de su imagen
en los respectivos mercados. Son ellas ventajas cuyo logro requiere tiempo
y esfuerzo. Suponen tener una visión estratégica que trascienda
al corto plazo. Y tener información actualizada sobre factores
que puedan desplazar sus ventajas competitivas en los mercados internacionales.
Es decir que les permitan entender, desde su perspectiva específica,
lo que ocurre en la competencia económica global y regional.
Entender implica capacidad de diagnóstico sobre lo que requieren
otros mercados, sobre su dinámica y sobre cómo acceder y
permanecer en ellos. Es lo que se suele denominar la "inteligencia
competitiva" de una empresa. Supone conocer, captar y apreciar las
diferencias de todo tipo que pueden existir entre distintos mercados.
Las culturales suelen ser las más significativas y, por ende, las
más necesarias de comprender, especialmente cuando ellas se reflejan
en valores, gustos y preferencias de los consumidores. Muchas veces son
diferencias que sólo se entienden en todos sus posibles desdoblamientos
habiendo vivido en otros países y en otras culturas. Implica tener
empatía con lo diferente. Supone, además, conocer e identificar
a tiempo los muy distintos factores, incluso los políticos, que
inciden en los desplazamientos continuos de ventajas competitivas que
pueda haber desarrollado una empresa. Son aquellos que determinan las
diferencias entre ser ganador o ser perdedor en la competencia económica
a escala global, o en la de determinados mercados domésticos o
regionales. Y supone, además, identificar aquellos cambios que
más pueden incidir en el mapa de oportunidades que se generan en
el entorno internacional en el que opera una empresa como ser, entre otros
actuales, los que implican el ya mencionado aumento en las economías
emergentes del número de consumidores urbanos con ingresos y comportamientos
propios de las clases medias.
Para una empresa con una presencia sostenida en múltiples mercados,
o que está expuesta en su propio mercado a la competencia internacional,
es fundamental entonces obtener información de calidad sobre hechos
cargados de futuro, que señalizan factores que a través
del tiempo pueden abrir o desplazar oportunidades de negocios. Procesar
tal información en la perspectiva de sus intereses y estrategias,
lo es más aún.
Especialmente para empresas pymes, detectar y decodificar hechos que
indican tendencias de largo plazo en el escenario internacional no ha
sido ni es tarea fácil. Sin embargo es algo fundamental para el
trazado, la adaptación y la aplicación de sus respectivas
estrategias de inserción en el mundo.
Dos tipos de hechos requieren ser detectados y diagnosticados en función
de la estrategia de inserción internacional de una empresa. Son,
en primer lugar, aquellos que reflejan fuerzas profundas que están
anticipando cambios significativos en la competencia económica
global o en la de los respectivos espacios geográficos regionales.
Y son, en segundo lugar, los hechos no previstos y que pueden significar
puntos de inflexión en el escenario externo que incide en las ventajas
competitivas de una empresa. En un contexto internacional complejo y con
fuerte dinámica de cambios, los hechos imprevistos tienden a ser
más frecuentes. Especialmente importan aquellos que exteriorizan
puntos de inflexión en procesos políticos y económicos,
sea en el interior de países o regiones claves. Incluso, cuando
tales hechos, que reflejen cambios profundos en la distribución
del poder, dentro o entre las naciones, o en la estructura y el comportamiento
de los mercados, pueden contribuir a una rápida obsolescencia de
análisis y diagnósticos, tornando más vulnerables
las estrategias y cursos de acción previamente elaborados.
La calidad de la información es hoy, más que nunca, un
factor de relevancia en la capacidad de una empresa para competir en los
mercados mundiales. Su importancia se acrecienta ante la diversidad de
opciones que las empresas pueden tener para su inserción en la
competencia económica global que se caracteriza, como hemos señalado,
por una intensa proliferación de competidores y por un fuerte dinamismo.
El correcto y oportuno procesamiento de información relevante
sobre el escenario internacional, los mercados y los competidores, permite
a una empresa encarar con eficacia su necesaria inteligencia competitiva.
Ésta puede entenderse como la resultante de un proceso continuo
de obtención y análisis de información crítica,
que se puede obtener en medios públicos -especialmente por Internet-
y que es relevante para el planeamiento estratégico de una empresa,
con el objetivo de preservar y desarrollar su capacidad para competir
en los mercados en los que opera o aspira a operar. Ello supone, por cierto,
una idea clara de lo que la empresa puede proyectar a terceros mercados,
sea con bienes o servicios, y de lo que se requiere para que ellos sean
valorados por clientes potenciales, muchas veces de diferentes culturas
y pautas de consumo. Y supone, en especial, una voluntad de tener presencia
sostenida en tales mercados.
Esto último no es fácil, en buena medida por el hecho que
son muchos los competidores que aspiran a llegar a los mismos clientes,
incluso desde muy distintos países. Si quienes ofrecen bienes y
servicios tienen múltiples opciones en términos de los consumidores
a los que pueden acceder, lo mismo ocurre con quienes los demandan y consumen.
Y los cambios que se están operando continuamente en el escenario
global, están precisamente acentuando la diversidad de opciones
y de protagonistas, tanto por el lado de la oferta como de la demanda.
Por su dimensión, normalmente una pyme tiene muchas limitaciones
en el abordaje de la gestión de su inteligencia competitiva. De
allí que sea una actividad que puede requerir conjunción
de esfuerzos con otras empresas, por ejemplo de un mismo clúster
regional o de un consorcio de exportación. Es una tarea donde una
empresa puede encontrar o aspirar a encontrar la colaboración de
organismos oficiales, especialmente los de promoción comercial,
de cámaras empresarias, o de instituciones académicas, sea
en el ámbito nacional o local.
En el caso argentino, ello será de creciente importancia para el
futuro desarrollo del comercio exterior del país, en la medida
que más pymes aborden la compleja tarea de tener una presencia
sostenida, especialmente con bienes y servicios, con distintas modalidades
de diferenciación, en mercados a veces distantes y con los cuales
tienen poca familiaridad. Los países del Asia, África y
el Medio Oriente, son ejemplos al respecto.
La necesidad de las pymes de abordar con eficacia su inteligencia competitiva
abre el espacio para el desarrollo de una amplia agenda de colaboración
futura entre agencias gubernamentales, cámaras empresarias e instituciones
académicas, no sólo dentro de la Argentina pero también
a nivel regional en el Mercosur y a nivel interregional, con similares
esfuerzos de cooperación que ya existen hoy en muchos países.
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