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  Félix Peña

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  Universidad Católica Argentina | Abril de 2013
Requerimientos de inteligencia competitiva que plantea el nuevo escenario de negociaciones comerciales internacionales

 

Artículo publicado en el Informe de Economía e Instituciones que edita la Escuela de Economía de la Universidad Católica Argentina.

Programa de Desarrollo e Instituciones
Informe de Economía e Instituciones
Año 6 – Número 2
Abril 2013


Un nuevo escenario de negociaciones comerciales internacionales está emergiendo en el horizonte global. En tal sentido, las negociaciones de mega-acuerdos comerciales preferenciales interregionales (el Trans-Pacific Partnership-TPP y el Regional Comprehensive Economic Partnership-RECEP), a los que se ha sumado el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TATIP) -que tendría más relevancia económica y geo-política por involucrar a los EEUU y a la UE-, son los vectores principales de los cambios que están emergiendo. Ellas pueden ser percibidas o como reflejo del estancamiento de las negociaciones comerciales multilaterales en la OMC o como una de sus causas. Es razonable formular la pregunta de cuál sería el futuro de la Rueda Doha –o de un replanteo realista de sus objetivos que permita preservar su enfoque comprehensivo- si todo el peso político de los EEUU y la UE se volcara a apoyar su conclusión.

Tales negociaciones reflejan similares objetivos en espacios interregionales con fuerte densidad geopolítica. En la visión de sus impulsores procuran lograr, a través de acuerdos comerciales preferenciales, lo que por el momento no parecería alcanzable en el marco multilateral de la OMC. O sea, algo ambicioso, comprehensivo, flexible y de alta calidad. Por un lado, pretenden incorporar al acervo de compromisos internacionales una amplia eliminación de aranceles y de otras restricciones al comercio de bienes, y también procurar una mayor nivelación del campo de juego en materia de marcos regulatorios, por ejemplo, relacionados con normas técnicas o con aquellas que aspiran a garantizar la calidad de los alimentos. Por otro lado, intentan avanzar mucho más de lo que sería viable hoy en el marco multilateral, especialmente en materia de servicios, inversiones, propiedad intelectual y compras públicas. Además estos acuerdos aspirarían a señalizar, por el ejemplo, lo que tendrían que ser en la visión de sus promotores, las disciplinas colectivas multilaterales en un mundo multipolar, en el que el comercio y las inversiones se canalizan cada vez más en el ámbito de cadenas transnacionales de valor.

Ninguna de estas negociaciones preferenciales interregionales será fácil. Pueden fracasar. Por algo el fantasma del ALCA flota en el ambiente. El TPP se concluiría en octubre próximo. Al menos por ahora. Sobre el TATIP lo que se anunció es el inicio de procedimientos internos en ambas partes para comenzar a negociar lo más pronto posible. La Comisión Europea espera tener el mandato aprobado en el primer semestre del año.

Son negociaciones con muchos nudos a desatar. Algunos son muy sensibles. La cuestión agrícola es uno, al menos en el espacio transatlántico. La protección de la propiedad intelectual es otro, al menos en el espacio transpacífico. Pero hay muchos otros que pondrán a prueba la expresión de que también en las negociaciones comerciales “el diablo está en los detalles”. Sus objetivos son tan ambiciosos y complejos, que podrían tener razón quienes sostienen que “con que consigamos la mitad ya sería mucho”.

Lo importante a destacar es que como sostuviera Pascal Lamy, el Director General de la OMC, “la geopolítica ha retornado a la mesa del comercio”. Ya en la creación del GATT, el impulso provino de la política exterior de grandes potencias – especialmente EEUU- interesadas en detener la expansión soviética. Luego la Rueda Doha se lanzó en el clima traumático post- 9-11. A pesar de la ilusión que a veces suele predominar en el sentido de que sólo son factores económicos los que movilizan las estrategias comerciales externas, está claro que es en la actual redistribución del poder mundial, donde deben rastrearse factores que impulsan a la proliferación de los acuerdos preferenciales interregionales. Pero teniendo en cuenta el debilitamiento del marco multilateral de la OMC, la gran duda que habrá que despejar es sobre si tal proliferación, contribuirá o no a los objetivos de gobernanza global.

Sumadas tales negociaciones a los TLC que la UE negocia, entre otros, con India, con Japón y con Canadá, de concluirse los respectivos acuerdos producirían cambios profundos en el comercio mundial. Las negociaciones comerciales preferenciales entre países que por su dimensión económica son protagonistas relevantes de la competencia económica global, si es que concluyen exitosamente, pueden tener una fuerte incidencia en el diseño del mapa del comercio internacional y, quizás también, en el del poder mundial. Sus resultados no serían indiferentes para ningún país, aún cuando no sean parte de algunos de los acuerdos. En sectores densos en productos y servicios inteligentes, los efectos de estos nuevos acuerdos podrían ser significativos. Incluso pueden acentuarse efectos de demostración en socios del Mercosur. Algunos de ellos ya se han manifestado en el Brasil.

De allí que ellas tengan que ser seguidas de cerca por otros países y empresas con inserción activa en los mercados mundiales, aún cuando no participen directamente en una específica negociación. Y ello es así dado que se sabe que en el diseño de las reglas de juego del comercio mundial del mañana se definen ganadores y perdedores del futuro, con todas las implicancias políticas que ello tiene a la hora de competir por el acceso o la presencia en aquellos mercados que sean, especialmente, los más atractivos. Y dado que también se sabe que en una época de proliferación de cadenas globales de valor el comercio del mañana comienza por las inversiones productivas del hoy, los efectos en un país y en sus empresas de las negociaciones comerciales preferenciales en curso, aún cuando en ellas no participe el respectivo país, pueden notarse incluso en el muy corto plazo.

El seguimiento de tales negociaciones preferenciales interregionales, con sus potenciales efectos de fragmentación del sistema comercial multilateral, es uno de los frentes entonces en los que se requerirá en nuestro país una más intensa y eficiente cooperación público-empresaria-académica, a fin de generar la inteligencia competitiva que requerirá navegar el nuevo contexto global en el que tendrá que insertarse la capacidad del país para proyectar al mundo bienes y servicios densos en valor agregado intelectual.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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