Para el presidente Obama el TTP ( Trans-Pacific Partnership ) ha ocupado
un lugar central en su estrategia comercial internacional. Ahora tiene
compañía. En su mensaje anual al Congreso, Barack Obama
colocó al TPP junto a un nuevo protagonista: el Tatip ( Transatlantic
Trade and Investment Partnership ).
Lo hizo en un mensaje con tónica positiva sobre crecimiento económico,
equidad social, empleo, comercio exterior y seguridad en Estados Unidos.
TTP y Tatip son los únicos pilares estratégicos que mencionó
al referirse al comercio internacional. Nada dijo sobre la Rueda Doha
y al no decir nada, quizá dijo mucho.
Ambos pilares reflejan similares objetivos en espacios interregionales
con fuerte valor geopolítico. Consisten en lograr, a través
de acuerdos preferenciales, lo que por el momento no parece alcanzable
en el marco multilateral de la OMC. O sea, algo ambicioso, abarcativo,
flexible y de alta calidad.
Por un lado, implica incorporar al acervo de compromisos internacionales
una amplia eliminación de aranceles y de otras restricciones al
comercio de bienes, y también procurar una mayor nivelación
del campo de juego en materia de marcos regulatorios, por ejemplo, relacionados
con normas técnicas o que aspiran a garantizar la calidad de los
alimentos, cuestión ésta de actualidad en el imaginario
de consumidores y ciudadanos tras el episodio de la carne equina en Europa.
Por otro lado, es avanzar mucho más de lo que sería viable
hoy en el marco multilateral, especialmente en materia de servicios, inversiones,
propiedad intelectual y compras públicas.
Estos acuerdos aspirarían a señalizar, por caso, lo que
tendrían que ser en la visión de sus promotores las disciplinas
colectivas multilaterales en un mundo multipolar, en el que el comercio
y las inversiones se canalizan cada vez más en el ámbito
de cadenas transnacionales de valor.
Ningunas de las dos negociaciones son fáciles. Pueden fracasar.
Por algo el fantasma del ALCA flota en el ambiente.
El TPP se concluiría en octubre. Al menos por ahora. Sobre el
Tatip lo que se anunció es el inicio de procedimientos internos
en ambas partes, a fin de comenzar a negociar lo más pronto posible.
La Comisión Europea espera tener el mandato aprobado en el primer
semestre del año.
Son negociaciones con muchos nudos a desatar y algunos son muy sensibles.
La cuestión agrícola es uno, al menos en el espacio transatlántico.
La protección de la propiedad intelectual es otro, al menos en
el espacio transpacífico. Pero hay muchos otros que pondrán
a prueba la expresión de que también en las negociaciones
comerciales "el diablo está en los detalles".
Sus objetivos son tan ambiciosos y complejos que pueden tener razón
quienes sostienen que "con que consigamos la mitad de los objetivos
ya sería mucho".
El TPP tiene ya acumuladas quince rondas negociadoras. En marzo se realizará
la próxima. Por ahora ya son once los países participantes,
con dimensiones e intereses muy dispares. China no participa. Pero sí
lo hace en la gestación del Recep ( Regional Comprehensive Economic
Partnership ), otro acuerdo significativo originado en la Asean.
A su vez, el Tatip refleja una idea con raíces. Se asienta en
un denso tejido de intereses cruzados entre ambos lados del Atlántico
Norte. Sumados sus países representan el 50% del producto mundial.
Su comercio recíproco significa un tercio del global. Ahora podrá
tener, además, el peso de la voluntad política que es indispensable
para concluir cualquier negociación comercial ambiciosa.
Como sostuvo hace poco Pascal Lamy (director general de la OMC), "la
geopolítica ha retornado a la mesa del comercio". En la creación
del GATT, el impulso provino de la política exterior de grandes
potencias -especialmente Estados Unidos- interesadas en detener la expansión
soviética. La Rueda de Doha se lanzó en el clima traumático
post 9-11. A pesar de la ilusión de que sólo son factores
económicos los que movilizan las estrategias comerciales externas,
hoy está claro que es en la actual redistribución del poder
mundial donde deben rastrearse factores que impulsan a la proliferación
de los acuerdos preferenciales interregionales. Pero teniendo en cuenta
el debilitamiento del marco multilateral de la OMC, la gran duda que habrá
que despejar es sobre si tal proliferación contribuirá o
no a los objetivos de gobernanza global.
Sumados los TTP, Tatip y Recep, a los TLC que la UE negocia, entre otros,
con la India y con Canadá, de concluirse los respectivos acuerdos
producirían cambios profundos en el mapa institucional del comercio
mundial. Sus resultados no serían indiferentes para ningún
país, sobre todo si no son parte de algunos de los acuerdos. Incluso
pueden acentuarse efectos de demostración en socios del Mercosur.
Algunos de ellos ya se han manifestado en Brasil. En sectores densos en
productos y servicios inteligentes, los efectos de estos nuevos acuerdos
podrían ser significativos. Por ello son negociaciones que conviene
seguir de cerca y con mucha atención.
DATOS
La Alianza del Pacífico, que nació con la Declaración
de Lima en abril de 2011, es un bloque comercial integrado por Chile,
Colombia, Perú y México (Panamá y Costa Rica son
países observadores). Según los postulados, busca "la
conformación de un área de integración profunda en
el marco del arco del Pacífico Latinoamericano para avanzar progresivamente
a la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas".
El bloque conforma un mercado de 200 millones de habitantes. El producto
interno total de los miembros representa más de un tercio del producto
interno de Latinoamérica y más del 50% del comercio de la
región con el mundo, alrededor de US$ 900.000 millones en 2011.
Según datos de la OMC, los países de la Alianza del Pacífico
exportaron en conjunto cerca de US$445.000 millones en 2010, casi 60%
más que las ventas del Mercosur en el mismo año.
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