Duplicar el intercambio comercial en cuatro años, a fin de alcanzar
los 200 billones de dólares en el 2016; acrecentar la cooperación
económica, y realizar un estudio de factibilidad de un acuerdo
de libre comercio, fueron algunas de las ideas instaladas por Wen Jiabao,
el Primer Ministro de China, que visitó Argentina y Brasil en junio
pasado. Lo hizo en ocasión de un video conferencia en la que participaron
además las Presidentas de los dos países visitados y el
Presidente del Uruguay.
Cabe destacar el hecho que en la Declaración Conjunta China-Mercosur,
emitida el 28 de junio en ocasión de la Cumbre del Mercosur en
Mendoza, no se hizo mención a la sugerencia de encarar el estudio
de factibilidad de un acuerdo de libre comercio. Por lo demás,
pronunciamientos de especialistas y de representantes del sector empresario,
especialmente en Brasil, alertaron sobre las complejidades que tendría
la eventual negociación de un acuerdo de libre comercio con China
y sobre los riesgos que implicaría, especialmente para industrias
del Mercosur.
Es, sin embargo, una idea que merece atención precisamente por
los alcances cuantitativos y cualitativos de las relaciones económicas
actuales y sobre todo futuras, entre los países del Mercosur y
China. Ellos ponen de manifiesto la necesidad de concentrar esfuerzos
en la diversificación del intercambio comercial y, en particular,
de las exportaciones de los países del Mercosur destinadas a China.
Resulta conveniente colocar la sugerencia de un estudio de factibilidad
en la perspectiva de la experiencia que China ha ido acumulando en acuerdos
de libre comercio con diversos países. A la fecha, ha concluido
este tipo de acuerdos con los países de la ASEAN, así como
con Pakistán, Chile, Nueva Zelanda, Singapur, Perú y Costa
Rica. Está negociando otros acuerdos con los países del
Consejo de Cooperación del Golfo, y con Australia, Islandia, Noruega,
como también con la Unión Aduanera Sudafricana. Tiene además
en consideración acuerdos de libre comercio con India, Corea, Japón-Corea,
y con Suiza.
Otro dato relevante a tener presente es que en el capítulo 53
del XII Plan Quinquenal de Desarrollo (2011-2015), China destaca la importancia
que tienen los acuerdos de libre comercio y plantea la idea de continuar
negociándolos. Concretamente señala el objetivo de acelerar
la estrategia de lograr zonas de libre comercio, así como de fortalecer
las relaciones económicas con sus principales socios comerciales,
especialmente por medio de la profundización de una cooperación
pragmática con economías emergentes y países en desarrollo.
Los estudios de factibilidad como paso previo han sido parte de tal estrategia.
Un ejemplo que vale la pena analizar es el del proceso iniciado hace ya
unos años para lograr un acuerdo de libre comercio entre China
y Corea. La decisión de encomendar un estudio de factibilidad de
carácter no gubernamental se adoptó en noviembre del 2004.
El estudio demandó dos años (2005-2006). En base a sus resultados
en el 2006 se constituyó un comité conjunto de estudio,
compuesto por representantes gubernamentales y de instituciones académicas
y empresarias que, entre otros objetivos, debía analizar los sectores
considerados como sensibles por ambas partes a fin de efectuar recomendaciones
que eventualmente incluyera modalidades de protección de tales
sectores. El informe fue presentado en junio del 2010. Todo el proceso
llevó seis años. Algo similar, pero en plazos más
cortos, ha ocurrido en el caso del proyectado acuerdo de libre comercio
en el que además de esos dos países, participaría
Japón. El respectivo estudio fue concluido en diciembre del 2011.
Los antes mencionados son estudios en los que se abordan, en la perspectiva
de cada parte, todos los elementos de juicio relacionados con los principales
contenidos del eventual acuerdo, y se efectúan recomendaciones
orientadas a lograr un cuadro equilibrado de ganancias mutuas.
La experiencia que ha acumulado China en la negociación de acuerdos
de libre comercio, permite efectuar algunas observaciones que pueden tener
validez para la decisión que finalmente adopten los países
del Mercosur con respecto a la sugerencia que efectuara Wen Jiabao.
La primera es que no necesariamente la realización de un estudio
de factibilidad significa un compromiso de comenzar la negociación
de un acuerdo de libre comercio. Implica una voluntad política
de iniciar un camino, pero el propio estudio puede indicar que no sea
conveniente luego recorrerlo en su plenitud. Incluso si se opta por su
realización a cargo de instituciones no gubernamentales, puede
luego requerirse efectuar, en base a sus conclusiones y recomendaciones,
un estudio por parte de funcionarios gubernamentales y con la eventual
participación de representantes de instituciones académicas
y empresarias.
De ahí que la segunda observación sea que el tiempo que
transcurre entre el momento en que se acuerde la realización de
un estudio de factibilidad y el momento en que se esté en condiciones
de decidir si se inician las negociaciones para lograr un acuerdo de libre
comercio, puede eventualmente ser de varios años.
Y la tercera observación es que no existe un modelo pre-determinado
sobre qué tipo de acuerdo pueda negociarse. Hay experiencias que
pueden servir como antecedentes, pero que no necesariamente deban tomarse
como modelo. Sin embargo desde el momento que se procure un acuerdo con
tratamientos preferenciales con respecto a terceros países, sí
será necesario que se elabore conforme a las reglas vigentes en
la OMC ya que ellas se aplican tanto a China como a los países
del Mercosur. Se sabe que tales reglas (especialmente las del artículo
XXIV del GATT) son relativamente imprecisas. Dejan margen para la creatividad
de los negociadores, en la medida que las respectivas sensibilidades hubieren
sido bien diagnosticadas. Y precisamente se supone que tal es el objetivo
de un estudio de factibilidad.
Tras la sugerencia planteada por China, también es conveniente
reflexionar sobre las alternativas. Difícil resulta imaginar que
se deje pasar mucho tiempo sin que los países del Mercosur expresen
formalmente su reacción. Cabe tener en cuenta al respecto que la
iniciativa fue planteada en forma pública y al más alto
nivel político.
Pueden imaginarse tres escenarios con respecto a la reacción de
los países del Mercosur. El primero es que la respuesta requiera
un cierto tiempo a fin de que se complete la plena incorporación
de Venezuela a la unión aduanera. Es un tiempo que además
será necesario dado el hecho de la suspensión temporal de
la participación del Paraguay en los órganos del Mercosur.
Al respecto un factor adicional a tener en cuenta es que Paraguay no tiene
aún relaciones diplomáticas con la República Popular
China. El segundo es que se decida como primer paso, encarar un estudio
de factibilidad de carácter no gubernamental, en el que se contemplen
distintas opciones con respecto a la posterior vinculación de todos
los países miembros del Mercosur. Y el tercero, es que se llegue
a la conclusión que tal acuerdo no sería factible, incluso
por razones relacionadas con las propias transformaciones del Mercosur
y que no se considere conveniente, entonces, encarar un estudio de factibilidad.
En tal caso podrían abrirse otras opciones, tales como las de acuerdos
bilaterales con algunos de los actuales países miembros del Mercosur.
No parecería lo más recomendable si es que prefiere preservar
la credibilidad y la efectividad de este emprendimiento regional.
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