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  Félix Peña

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  El Mercosur y las complejidades de la Integración Regional | 2012
El Mercosur veinte años después y su futuro

 

El Mercosur y las complejidades de la integración regional / edición a cargo de José Briceño Ruiz. - 1a ed. - Buenos Aires : Teseo, 2011. 478 p.; 20x13 cm. - (Ciencias políticas) ISBN 978-987-1354-96-21.

Mercosur. 2. Integración Regional. I. Briceño Ruiz, José, ed. lit. CDD 382.

© Editorial Teseo, 2011
Buenos Aires, Argentina
ISBN 978-987-1354-96-2
Editorial Teseo
Hecho el depósito que previene la ley 11.723.



Los veinte años que han transcurrido desde la firma del Tratado de Asunción, el 26 de marzo de 1991, brindan una oportunidad para reflexionar sobre la experiencia adquirida en la trayectoria del Mercosur. Es, además, un buen momento para reflexionar sobre el impacto que los profundos cambios que se han generado desde entonces en el mundo y en la región –incluyendo por cierto a sus países miembros–, tienen en la vigencia de la idea estratégica que lo impulsó (su dimensión existencial) y en la de los métodos de trabajo que se emplean para lograr su concreción (su dimensión metodológica).

A la luz de la experiencia adquirida y en el contexto de las nuevas realidades globales y regionales, nos interrogaremos sobre el futuro del Mercosur como proceso subregional de integración sudamericana. Asimismo, presentaremos para su discusión, algunas sugerencias prácticas orientadas a fortalecer su eficacia y su legitimidad social, como instrumento funcional al desarrollo económico y social de sus países miembros y a la gobernabilidad del espacio geográfico sudamericano.

1. La idea estratégica y el enfoque metodológico según los instrumentos fundacionales

La lectura comparada de los dos instrumentos fundacionales firmados en el periodo que va de diciembre de 1990 a marzo de 1991 permite tener más claro el alcance de la idea estratégica y de los métodos de trabajo originales del Mercosur. Ambos instrumentos siguen formalmente vigentes y son los que han cumplido veinte años. En tal lapso fueron objeto de modificaciones y de adiciones que, sin embargo, no significaron introducir cambios sustanciales a los planteamientos originales.

El contraste entre ellos arroja luz sobre la dimensión existencial del Mercosur en su momento fundacional –el hecho de que no fuera concebido sólo como un proceso de integración comercial– y sobre su dimensión metodológica –el hecho de que se lo concibiera con un alcance estratégico de largo plazo y como una construcción gradual, cuyo ritmo debían fijarlo los propios gobiernos pero con una fuerte participación de los sectores de la producción, especialmente a través de los acuerdos sectoriales–.

El primero de esos instrumentos es el Acuerdo de Complementación Económica Nº 14 (ACE Nº 14) firmado por Argentina y Brasil en el ámbito de la Asociación
Latinoamericana de Integración (ALADI), el 20 de diciembre de 1990. Desde entonces se le han incorporado 39 protocolos adicionales, el último en marzo de 2010. La mayoría de esos protocolos adicionales se relacionan con el sector automotriz. [124]

El segundo es el Tratado de Asunción firmado el 26 de marzo de 1991. [125] A diferencia del anterior instrumento, incluye también a Paraguay y a Uruguay (originalmente se había previsto que participara además Chile como miembro pleno). Luego se firmaron Protocolos que complementan el Tratado fundacional y que desarrollan distintos aspectos de los compromisos asumidos, especialmente en relación con la estructura institucional, con el compromiso con la democracia, con la solución de controversias y con la incorporación de Venezuela como miembro pleno. [126]

Como era necesario proteger sus preferencias arancelarias en el marco de lo establecido en el artículo 44 del Tratado de Montevideo de 1980 (“Las ventajas, favores, franquicias, inmunidades y privilegios que los países miembros apliquen a productos originarios de o destinados a cualquier otro país miembro o no miembro, por decisiones o acuerdos que no estén previstos en el presente Tratado o en el Acuerdo de Cartagena, serán inmediata e incondicionalmente extendidos a los restantes países miembros”), [127] los compromisos comerciales preferenciales asumidos en el Tratado de Asunción fueron luego incorporados al ámbito de la ALADI, por el Acuerdo de Complementación nº 18 (ACE Nº 18) firmado el 29 de noviembre de 1991. Desde entonces fueron firmados 74 protocolos adicionales, el último en mayo de 2010. La mayoría de los protocolos adicionales se relacionan con el régimen del comercio intra-Mercosur y con las reglas de origen. [128]

El hecho de que se recurriera a dos instrumentos jurídicos internacionales separados pero complementarios, negociados y firmados casi en forma simultánea, indica entonces mucho con respecto a la dimensión existencial del Mercosur en su momento fundacional. En efecto, el primer instrumento –el ACE Nº 14– tuvo como objetivo preservar y profundizar el acervo de compromisos comerciales preferenciales asumidos por Argentina y Brasil, tanto en el marco de la ALADI como en el del Programa de Integración y Cooperación bilateral lanzado en 1986 en base a lo acordado en 1985 por el Acta de Iguazú. Dio lugar luego al Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo, firmado en Buenos Aires por Argentina y por Brasil el 28 de noviembre de 1988, [129] y que está vigente desde el año 1989.

Si el objetivo hubiera sido prioritariamente de contenido comercial, el ACE Nº 14 habría sido suficiente para asegurar el desarrollo futuro de la relación bilateral entre las dos principales economías del área, sin necesidad de crear el Mercosur. De hecho el programa de liberación comercial incluido en tal instrumento internacional era similar al que luego se incorporó al Tratado de Asunción abarcando también a los otros dos países, Paraguay y Uruguay. Es ésta entonces una de las evidencias de que el Mercosur fue creado por razones estratégicas y políticas que trascendían el plano comercial. [130]

El segundo instrumento internacional –el Tratado de Asunción– contiene compromisos más amplios y no limitados a objetivos comerciales. Tiene jerarquía de tratado internacional y vocación de permanencia en el tiempo. En el caso de Argentina tiene una jerarquía superior a la de la legislación nacional. Se lo concibió como el marco de un proceso orientado a construir un mercado común en los términos definidos por su artículo 1º, que tiene un alcance programático. Las implicancias de tal construcción se reflejan en el carácter evolutivo que tuvieron los compromisos iniciales asumidos, así como en el hecho de que aquellos pocos que eran exigibles en plazos cortos (contenidos en su artículo 5º y en sus anexos) en su esencia eran similares a los contenidos en el mencionado ACE Nº 14.

La idea de lanzar un proceso orientado a construir a través del tiempo un espacio común entre los cuatro países fundacionales, de contenido económico pero, a la vez, multidimensional –como lo demuestran, por ejemplo, las acciones emprendidas desde el comienzo en el plano de la educación y las reuniones ministeriales especializadas que se organizaron– y con claras implicancias políticas puede explicar también la dimensión metodológica original. Ella consistió en prever que el núcleo duro de compromisos exigibles sería desarrollado por un mecanismo institucional embrionario, de composición intergubernamental. Tal núcleo duro tendría luego una primera evolución con la firma del Protocolo de Ouro Preto de 1994, y coincidiría con el paso dado a través del establecimiento del arancel externo común, como instrumento principal de una unión aduanera.

Los pasos siguientes en la evolución institucional no alteraron el alcance fundamentalmente intergubernamental de la estructura institucional y de los métodos de trabajo del Mercosur. Ni la creación posterior de la Secretaría Técnica, ni la de la Presidencia del Comité de Representantes significaron –a pesar de su potencial– pasos consumados en la dirección de establecer una instancia independiente que pudiera reflejar, en los distintos mecanismos de decisión, una perspectiva independiente a la reflejada por los respectivos representantes gubernamentales. Dada las asimetrías de dimensión económica y de poder relativo que existen entre los países miembros, la carencia de una instancia que permita preservar una visión de conjunto y facilitar la construcción de los consensos necesarios para la adopción de decisiones que efectivamente se cumplan, puede ser visualizada como una de las deficiencias más notorias del Mercosur.

2. Veinte años después: los cambios en el entorno externo

Veinte años después, el entorno externo del momento fundacional ha cambiado significativamente. Ello es así, tanto para el contexto sudamericano –el “barrio” en el sentido de entorno inmediato a cada uno de los países que comparten un espacio geográfico regional– como para el global. Es ésta entonces una oportunidad para reflexionar sobre el futuro del Mercosur a la luz de la experiencia acumulada. Tres consideraciones son relevantes al respecto.

La primera consideración tiene que ver con cambios profundos de circunstancias y necesidades, producidos desde que se firmó el Tratado de Asunción. Al principio de los años 90, las circunstancias resultaban, entre otros factores, de los múltiples impactos del fin de la Guerra Fría; de la iniciativa de EUA de impulsar un área hemisférica de libre comercio; del desarrollo de la Rueda Uruguay en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y del relativo estancamiento en la metodología de integración bilateral entre Argentina y Brasil.

A su vez las principales necesidades eran: competir con países de Europa del Este en la atracción de inversiones productivas; reunir masa crítica negociadora para encarar la decisión estadounidense de tener una fuerte presencia comercial en América del Sur y profundizar la alianza estratégica enhebrada entre Argentina y Brasil por los presidentes Alfonsín y Sarney.

Son circunstancias y necesidades que hay que visualizarlas, además, en la perspectiva del complejo cuadro político y económico interno que caracterizaba entonces a Argentina y a Brasil. Cabe tener presente, en particular, que el restablecimiento de la democracia aún no se había consolidado y que tampoco se habían logrado estabilizar las respectivas economías.

Hoy, circunstancias y necesidades son diferentes. El mundo es más multipolar y todos los países –incluyendo los del Mercosur, cualquiera que sea su dimensión económica– tienen diversas opciones para insertarse en la competencia económica global. El foco de atención no cruza más sólo por Washington o algunas capitales europeas. Los desplazamientos del poder económico relativo entre las naciones y el creciente protagonismo de países asiáticos en el comercio mundial y en las inversiones internacionales abren un escenario de fuertes oportunidades, pero también de desafíos para los países del Mercosur. El surgimiento de China y de otras economías emergentes ha cambiado radicalmente la geografía de la competencia económica global y los impactos políticos son cada vez más visibles. China tiende a ser un protagonista de creciente relevancia en América del Sur, tanto en el plano del comercio exterior como en el de las inversiones. Otro dato, no menor, es el hecho de que Brasil se percibe y es percibido como un país con creciente capacidad y vocación para ser un actor global. En tal sentido parece significativo el valor que le puede aportar, ante terceros países, su protagonismo y eventual liderazgo para presentarse como artífice y posible garante de la gobernabilidad del espacio sudamericano. Y ello puede contribuir a explicar su claro interés en afirmar la institucionalización del espacio regional en torno al Mercosur, como un núcleo duro, y a la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), como un ámbito más amplio y complementario, que abarque toda Sudamérica. Es un interés en el cual se puede observar, por lo demás, una clara coincidencia estratégica con Argentina.

En cuanto al contexto sudamericano, las demandas originarias de gobernabilidad regional –entendida como predominio de paz y estabilidad política– tenían, en el momento fundacional del Mercosur, un fuerte énfasis en el espacio denominado Cono Sur (que incluso fue durante el proceso negociador el nombre del mercado común a crearse y que fue modificado a propuesta de Brasil en el momento de inicializarse el texto acordado) y, en particular, en las relaciones entre Argentina y Brasil. Por iguales razones también se extendían a Chile y de allí que fuera el país convidado inicialmente a participar del Mercosur, pero que prefirió no ser miembro fundador por razones que probablemente trascendían el plano de las políticas comerciales.

Hoy y hacia el futuro, las demandas de gobernabilidad regional abarcan todo el espacio geográfico sudamericano. De allí lo que señalara el canciller de Brasil, Celso Amorim, en el World Economic Forum de Davos, en 2008, cuando afirmó que para Brasil el Mercosur es equivalente a “paz y estabilidad en América del Sur”. Por lo demás, en el momento fundacional tuvo una fuerte incidencia la iniciativa de los Estados Unidos de desarrollar un área de libre comercio hemisférica, que luego se plasmaría en el intento fracasado del denominado ALCA. Tanto en la percepción estratégica de Argentina y de Brasil, como también en la de los europeos, esta iniciativa estadounidense requería de una respuesta en el plano sub-regional, así como también en el de la relación bi-regional con la entonces Comunidad Europea. Ni la iniciativa de construir el Mercosur, lanzada en junio de 1990 poco después de iniciarse el proceso que conduciría al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ni la de promover un entendimiento biregional con Europa han sido ajenas entonces al hecho de que Estados Unidos hubiera señalizado su intención de tener una presencia comercial preferencial en todo el espacio latinoamericano.

La segunda consideración es sobre la validez de la idea estratégica que impulsa la construcción del Mercosur. Se asienta en el núcleo duro de una relación bilateral de calidad entre Argentina y Brasil. Está basada en la confianza recíproca, con especial énfasis en la cooperación nuclear. No tiene un alcance exclusivo ni excluyente, pero sí una proyección sudamericana. Implica preferencias económicas previsibles que incentiven una integración productiva de ganancias mutuas y un tejido de todo tipo de redes sociales transfronterizas que, por su densidad, generen solidaridades de hecho difíciles de desatar. Es una idea estratégica que, en su esencia, sigue teniendo validez en los gobiernos y en la ciudadanía. O que, al menos, refleja conciencia sobre la carencia de estrategias alternativas factibles entre naciones que comparten un mismo espacio geográfico regional, en especial teniendo en cuenta los posibles costos políticos.

Y la tercera consideración se refiere a la metodología del trabajo conjunto entre los países socios. Es mucho lo que se ha aprendido en los años pasados sobre cómo cooperar en distintos planos. Los resultados no son pocos. Conviene ahora capitalizar experiencias y activos acumulados. El stock de preferencias comerciales y las redes de intereses cruzados no son un dato a subestimar. El sector automotriz es sólo un ejemplo.

En tal sentido, tres aspectos metodológicos son relevantes para el desarrollo futuro del Mercosur. El primero es liberarse de fórmulas rígidas inspiradas en elaboraciones teóricas o en modelos de otras regiones. En la construcción gradual de la unión aduanera, lo principal a tener en cuenta son las reglas de la OMC y los respectivos intereses nacionales. El segundo es privilegiar la idea de pocas reglas que efectivamente se cumplan, dotadas de flexibilidad suficiente para su adaptación a cambios en las realidades. Y el tercero es fortalecer mecanismos de decisión que permitan alcanzar compromisos reales de integración productiva, encarar con eficacia y pragmatismo las negociaciones con terceros países y abordar los múltiples efectos sociales de los compromisos de integración.

3. La tarea futura
Al cumplir sus veinte años, el Mercosur dista de haber alcanzado plenamente sus objetivos originales. Quizás ellos no se cumplan tampoco en un futuro previsible. Sigue siendo un proceso en construcción. No responde a ningún modelo pre-existente. No deja de ser ello algo positivo.

Sin embargo, en el nuevo contexto externo, su dimensión existencial sigue vigente. Como se señaló antes, implica desarrollar desde el sur de América del Sur un proyecto estratégico que se visualiza como esencial a la gobernabilidad del espacio geográfico sudamericano, a la transformación productiva de sus países socios en un marco de democracia y cohesión social y a la facilitación de la capacidad de cada uno de ellos para proyectarse en el nuevo contexto global, aprovechando las oportunidades que se están abriendo para tener un protagonismo a la vez relevante y activo.

Es entonces en la dimensión metodológica donde habrá que poner más atención hacia el futuro. Ello implica continuar desarrollando las múltiples dimensiones de una agenda que no se limita al comercio, acentuando la integración productiva y social, y perfeccionando sus mecanismos institucionales, incluyendo los que faciliten una efectiva participación ciudadana, como condición para su eficacia y legitimidad social, como así también los que permitan fortalecer el papel del Parlamento del Mercosur.

Implica, asimismo, continuar avanzando en el plano de las negociaciones comerciales internacionales con un número amplio de protagonistas relevantes de la competencia económica global –y no necesariamente sobre preferencias arancelarias ni tampoco sólo con la Unión Europea (UE)–, así como también en la capacidad para poder expresarse como región en mecanismos globales, tal el caso, por ejemplo, del G20. [131] La necesaria renovación metodológica del Mercosur se facilitaría, asimismo, con un sustancial “aggiornamiento” en los marcos conceptuales que se emplean para el abordaje sistemático del fenómeno de la integración de espacios geográficos regionales. Ese abordaje demanda un enfoque transdisciplinario que asuma toda la complejidad de procesos que, como lo ha demostrado la crisis financiera que se hiciera evidente hacia finales del 2008 –especialmente, la del euro en la UE–, no pueden ser entendidos si se los coloca en la perspectiva de un sólo prisma disciplinario como sería, por ejemplo, el económico.

La densidad de un proceso de integración entre naciones independientes que no aspiran a dejar de serlo, tal el caso del Mercosur, entre otros factores, se refleja en el impacto de los compromisos asumidos en flujos de comercio e inversiones, en la conectividad física, en el desarrollo de redes sociales y productivas, en la articulación de diversas políticas públicas y en la concertación de las políticas externas.

Pero en particular, su vitalidad se aprecia en la proximidad que sus resultados concretos tengan con la vida diaria de los ciudadanos. Un indicador crucial al respecto, con valor político y humano, es la relación que la gente puede establecer entre el proceso de integración y su empleo, sus niveles de bienestar y sus expectativas de futuro. Facilita el que los ciudadanos de un país identifiquen como una comunidad a las naciones con las que comparten un espacio geográfico regional.

En tal perspectiva, un proceso como el del Mercosur puede tener grados diferenciados de densidad al menos en dos planos. Uno es el plano factual, resultante de hechos concretos susceptibles de medición que impactan tanto en la realidad económica como en la vida de la gente. El otro plano es el de la retórica que enuncia lo que deberían o podrían ser tales hechos. A veces implican relatos e incluso normas que no necesariamente penetran en la realidad. En tal caso, su métrica se refleja sólo en el número de palabras empleadas para enunciarlos.

Tras sus primeros veinte años, la tendencia en el Mercosur ha sido hacia una baja densidad factual, en buena medida por la dilución de compromisos básicos de apertura irrestricta de los mercados, orientada a incentivar inversiones productivas en función del espacio económico ampliado. Los resultados existen pero se los percibe como menos impactantes que los esperados.

A su vez, una tendencia del Mercosur hacia una alta densidad retórica contribuye a explicar expectativas superiores a las que realidades políticas y económicas permitían razonablemente sustentar. Asimetrías de poder relativo y de grados de desarrollo parecerían ser lo que más impacto ha tenido en limitar avances concretos de la integración. Relatos y normas que carecieron de efectividad han alimentado un Mercosur por momentos marcado por una “diplomacia mediática” generadora de una especie de integración “de utilería”, sin suficiente sustento en la realidad cotidiana de la política, la economía y la vida social de sus países miembros.

Hacia el futuro y asumiendo voluntad política en dar saltos cualitativos hacia un Mercosur en el que la densidad factual se correlacione con la retórica, tres planos brindan posibilidades significativas para la acción.

Uno es el del perfeccionamiento de la unión aduanera y el de la integración productiva, en particular si se orienta al aprovechamiento de oportunidades abiertas por el nuevo escenario global –por ejemplo, para llegar a las góndolas del mundo con alimentos “inteligentes” y “verdes”– y las que se supone resultarán de las negociaciones con la UE y con otras economías relevantes.

El otro es el de los aportes que los países del Mercosur efectúen, actuando como un conjunto, a cuestiones relevantes de la agenda global, tales como el futuro desarrollo del G20, la conclusión de la Rueda Doha en el ámbito de la OMC y los acuerdos en materia de cambio climático.

Y el tercer plano es el de traducir a la realidad la proclamada y postergada idea de que los ciudadanos del Mercosur puedan apreciar que son parte de un efectivo espacio común cuando realizan sus trámites migratorios en los respectivos aeropuertos de la región. Pero también parece necesario introducir algunas modificaciones a sus instrumentos operativos. Tres innovaciones en las reglas de juego permitirían adaptar los instrumentos del Mercosur a las nuevas realidades internacionales y de sus países miembros. Permitirían introducir elementos de geometría variable y múltiples velocidades en su funcionamiento.

Una primera innovación sería la reglamentación de las restricciones comerciales compatibles con el funcionamiento adecuado de la unión aduanera. No serían entonces “restricciones unilaterales” –como las que se aplican en la actualidad y a las que se refiere el artículo 1º del Anexo I del Tratado de Asunción–, ya que serían adoptadas en las condiciones establecidas por una normativa común, que podría estar inspirada en la de la OMC en relación con las licencias automáticas y no automáticas.

Una segunda innovación sería modificar la Decisión CMC 32/00 –que obliga a los países miembros a negociar juntos acuerdos comerciales preferenciales–, previendo la posibilidad de negociaciones comerciales preferenciales bilaterales con terceros países, al menos en los casos de Paraguay y Uruguay, y en las condiciones que establezca la nueva normativa común. El precedente de las negociaciones comerciales con México, e incluso con los países de la Comunidad Andina (CAN), podría ser evaluado y eventualmente tomado en cuenta. Sin embargo, es un paso que requeriría garantías suficientes sobre que no implicaría reducir o eliminar los efectos de las respectivas preferencias comerciales otorgadas entre los socios.

Y la tercera sería establecer un régimen de válvulas de escape del Mercosur, que también en condiciones especiales permita retirar temporalmente productos del libre comercio irrestricto. Ni en la actual estructura jurídica del Mercosur ni en la de la OMC (artículo XXIV del GATT-1994) existirían impedimentos legales sólidos a tal régimen. Ninguna de estas innovaciones requeriría la modificación del Tratado de Asunción. Contribuirían a enviar señales claras sobre la voluntad de continuar la construcción del Mercosur, a través de pasos que demostrarían mucho pragmatismo y el reconocimiento de la necesidad de conciliar los diferentes intereses nacionales en juego.


Notas:

[124] http://www.aladi.org/.

[125] http://www.mercosur.org.uy/.

[126] http://www.mercosur.org.uy/.

[127] http://www.aladi.org/

[128] http://www.aladi.org/

[129] http://www.infoleg.gov.ar/

[130] Sobre el alcance que se le otorgó a la creación del Mercosur, ver nuestro artículo titulado “Mercosur: una idea con fuerza”, en nuestro libro Memorias
y Perspectivas: La Argentina en el Mundo y en América Latina., Buenos Aires, Eduntref, 2003, en: http://www.felixpena.com.ar/ y que fuera originalmente publicado en la Perspectiva Internacional, revista del Partido Justicialista dirigida por José Octavio Bordón, n° 4, año 3, julio de 1991. En ese momento el autor se desempeñaba como Coordinador Nacional del Grupo Mercado Común y en tal carácter había participado en la etapa final de la negociación del Tratado de Asunción.

[131] Un desarrollo más detenido de la dimensión metodológica del Mercosur hacia el futuro lo hemos efectuado en dos artículos del año 2010. Uno fue publicado con el título “¿Es posible una visión realista pero positiva de la integración latinoamericana y del Mercosur?”, en la Revista Diálogo Político, de la Fundación Konrad Adenauer, y el otro con el título “¿Cuán denso será el Mercosur del futuro?”, en Letras Internacionales, diciembre de 2010, de la Universidad ORT de Uruguay (ver al respecto: www.felixpena.com.ar). Sin embargo, en ninguno de esos artículos se han tomado en cuenta las implicancias de la plena incorporación de Venezuela al Mercosur, incluso en sus negociaciones comerciales internacionales y, en particular, en las que se desarrollan actualmente con la UE. Hasta diciembre de 2010, el Parlamento de Paraguay no había aprobado aún el Protocolo de Caracas firmado en 2006, ver su texto en: http://www.mercosur.org.uy/.


Bibliografía:


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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