Las oportunidades que se están abriendo a lo que nuestro país
puede ofrecer en los mercados mundiales, como consecuencia de los profundos
cambios que se observan en la competencia económica global, demandarán
un renovado esfuerzo de apoyo a las empresas con potencial para proyectarse
a otros mercados y, en especial a las pequeñas y medianas. Para
ello será necesaria una mayor sinergia entre instituciones gubernamentales,
empresarias y académicas, en su acción orientada a facilitar
la internacionalización de empresas.
En tres planos esa conjunción de esfuerzos puede ser más
necesaria, tanto a nivel nacional como en el de las provincias y las ciudades.
El primero es el de la capacidad de diagnóstico sobre las oportunidades
existentes en otros mercados para bienes y servicios originados en el
país, las condiciones para acceder a ellos y la competencia que
deberán enfrentar. Es en este plano de inteligencia competitiva
donde más puede potenciarse la capacidad instalada en las instituciones
académicas del país. El segundo plano es el del trazado
de estrategias empresarias y de hojas de ruta que conduzcan a las bocas
de expendio o a insertarse en cadenas productivas transnacionales e, incluso,
a escalar en el valor agregado aportado. Y el tercero es el del aprovechamiento
de las redes de acuerdos preferenciales que el país negocie -por
ejemplo junto al Mercosur con la Unión Europea- o de las que han
negociado países con los cuales tenemos vínculos empresarios
más estrechos -tales los casos de Chile y del Perú-.
Asimismo, será conveniente una mayor articulación entre
las acciones que se emprenden en el campo de la promoción comercial,
de la transformación productiva en base a la incorporación
de progreso técnico, y del desarrollo de las negociaciones comerciales
del país, sea en el ámbito del Mercosur o con terceros países.
Precisamente esa articulación generaría ganancias de eficacia
en el apoyo que se brinde a las empresas que procuran internacionalizar
sus operaciones y que será la resultante de proyectar al mundo
aquello que es capaz de ofrecer en bienes y en servicios, especialmente
los diferenciados y con valor agregado intelectual, y también en
actividades recreativas. Trasciende entonces a las operaciones aisladas
de exportaciones. Significa, por el contrario, que lo que una empresa
puede ofrecer tenga por su originalidad, calidad y eventualmente también
precio, una presencia estable en la demanda de mercados de otros países,
sea en bocas de expendio o góndolas, o en cadenas de producción
transnacionales. Tal presencia puede conducir luego a grados más
evolucionados de internacionalización incluyendo, por ejemplo,
facilidades productivas en otros mercados.
La internacionalización de empresas refleja la globalización
del comercio mundial y la mayor proximidad entre los mercados. Mejoras
en la calidad de la conectividad física internacional con la consiguiente
reducción de costos del transporte y de la logística, y
la estandarización de pautas de consumo que está generando
el crecimiento de las poblaciones urbanas con ingresos de clase media
en un amplio número de países -incluyendo por cierto a las
grandes economías emergentes-, son algunos de los factores que
en el futuro seguirán incidiendo en el hecho que muchas empresas
se proyecten a los mercados mundiales. El efecto de demostración
de los casos exitosos de internacionalización de empresas también
contribuye. Es, por lo tanto, un fenómeno que tenderá a
profundizarse tanto en nuestro país como en muchos otros de América
Latina.
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