Por momentos la tormenta parece amainar. ¿Será un anticipo
de su final? Lo concreto es que la atención comienza a concentrarse
en la agenda para el día después. Será cuando los
peores efectos de la actual crisis global hayan sido superados.
En los países de nuestra región la crisis ha afectado,
con distintas intensidades, el intercambio comercial y la inversión
productiva. Prioridades económicas y sociales más acuciantes
pueden estar incluso debilitando los esfuerzos orientados al desarrollo
tecnológico, a la innovación y a la competitividad. En tal
caso, los efectos de la crisis podrían entonces sobrevivirla, por
el impacto que tendrían en la capacidad para aprovechar plenamente
las oportunidades que la competencia económica del futuro ofrecería
a la región.
De ahí que sea relevante plantear la cuestión de cómo
vincular las políticas y acciones orientadas a enfrentar la actual
crisis -que responderán a requerimientos del corto plazo- con las
que son necesarias para estar en condiciones de insertarse con éxito
en la competencia económica global de los próximos años
-que resultan de requerimientos del mediano y largo plazo-.
En tal perspectiva debe abordarse la cuestión del alcance práctico
de la cooperación regional como algo relevante para la agenda post-crisis
de los países latinoamericanos. Una pregunta a responder sería:
¿cómo lograr que la cooperación entre países
del mismo espacio regional sea funcional a los requerimientos más
apremiantes derivados del impacto de la crisis global en el intercambio
comercial y en la inversión y, a la vez, a los que surgen de la
necesidad de navegar hacia el mundo del futuro?
No es una pregunta que sólo se refiera a la cooperación
que se enmarca en organismos regionales, sean ellos existentes, sobrevivientes
o que aspiran a existir. Abarca, además, el amplio espectro de
acciones que dos o más países puedan emprender juntos a
fin de lograr objetivos de interés común, por ejemplo, en
materia de comercio e integración productiva, conectividad física,
financiamiento de inversiones, energía y cambio climático.
La Cepal está procurando aportar respuestas a tal pregunta. Un
anticipo es un informe de diciembre pasado. El título de uno de
sus apartados ilustra sobre un enfoque privilegiado: "Perder la carrera
de la competitividad puede ser más peligroso que la actual crisis
financiera".
En otras regiones se observa igual tendencia a combinar en las agendas
de cooperación requerimientos del corto plazo -resultantes de efectos
de la crisis global- con los del largo plazo -resultantes de efectos que
en la competencia económica global están produciendo fuertes
desplazamientos del poder mundial-. Un ejemplo es el informe que la Comisión
Económica para el Asia y el Pacífico (Escap) publicara en
abril último ("Navigating Out of the Crisis: A Trade-led Recovery.
A practical guide for trade policymakers in Asia and the Pacific").
Contiene sugerencias prácticas y proyección al futuro. Un
capítulo trata sobre la promoción de empresas asiáticas
para la competitividad de largo plazo.
Opiniones y propuestas de empresas que operan en la región pueden
ser muy útiles para responder a la pregunta antes formulada. Son
protagonistas clave de la cooperación regional. En especial aquellas
que desarrollan estrategias ofensivas de proyección al espacio
latinoamericano. Por cierto que importa la opinión de las conocidas
como multilatinas. Pero también es relevante escuchar la voz de
cientos o miles de empresas medianas y pequeñas que tienen una
presencia sistemática, continua y creciente, en los mercados de
dos o más países de la región. Tienen mucho que ofrecer
como sugerencias prácticas a fin de que la cooperación regional
genere un hábitat favorable al incremento del intercambio y a la
conexión de los mercados, incluyendo el desarrollo de redes de
producción de alcance regional y de proyección global.
Existen precedentes en Asia y en la relación transatlántica
entre Estados Unidos y la Unión Europea sobre el impulso a la cooperación
regional proveniente del sector empresarial. Impactan en la definición
de estrategias y políticas gubernamentales.
Uno de los efectos positivos de la actual crisis global para América
Latina sería entonces que la agenda de la cooperación regional
para el "día después" sea alimentada también
por iniciativas y hojas de ruta originadas en empresas que son protagonistas
actuales del comercio, la producción y las inversiones intra-latinoamericanas.
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