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  Félix Peña

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  Revista América Economía N° 359 | 23 de mayo de 2008

Sudamérica Dinámica


América del Sur se ha vuelto un espacio geográfico de creciente densidad, marcadas diferencias y gran dinamismo. Todo indica que seguirá siendo así en el futuro. Captar bien las fuerzas profundas desatadas en la región es hoy un desafío complejo para cualquiera que opere en ella, tanto en el plano político como, sobre todo, en el empresarial.

Es una región más densa, ya que en múltiples planos la interdependencia entre los distintos países ha crecido sustancialmente en las últimas décadas. Está tornando los sistemas políticos y económicos nacionales más próximos y más sensibles a lo que ocurra en su vecindario. Ésta tiene cada vez más escala sudamericana.

Al menos en tres planos se observa tal densidad. Uno es el de la producción y el comercio. Las redes tejidas por empresas transnacionales y crecientemente por las multilatinas –y también por un número significativo de pymes originadas en la propia región– se han ido acentuando gradualmente, pero con más intensidad en los últimos años. Se reflejan en el intercambio comercial y en las inversiones. Están especialmente concentradas en el Sur americano, con el consiguiente impacto en la logística y el transporte. Como lo señalara oportunamente Eliezer Batista, estratega brasileño, abarcan un espacio conformado por unas 20 grandes ciudades ubicadas entre São Paulo, Rio de Janeiro y Belo Horizonte, por el Norte, y Montevideo, Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Santiago y Valparaíso, por el Sur. El otro plano es el de la energía en sus múltiples modalidades. Éste, a diferencia del anterior, tiene un alcance que cubre la casi totalidad de América del Sur. Y el tercer plano es el del narcotráfico y de las distintas manifestaciones de violencia y de crimen organizado. Su densidad se ha ido acentuando con el tiempo y constituye ya una amenaza tangible en varios países de la región.

Es también una región más diferenciada. Quizás lo ha sido siempre, aunque a veces cuesta percibirlo en las lecturas efectuadas desde otras latitudes. A las diversidades de tamaño y de grados de desarrollo se suman en los últimos tiempos otras que son producto de emergentes disonancias conceptuales. Otra diferenciación que se observa resulta de los horizontes en los que algunos protagonistas tienden a colocar los desafíos que enfrentan los distintos países. Los hay aquellos proyectados hacia el futuro, que perciben la globalización como una oportunidad para aprovechar. Y hay otros que aún no han podido terminar de procesar sus distintos pasados, algunos con raíces en muchos siglos atrás. En tales casos la tendencia suele ser ver en el mundo que nos rodea más amenazas que oportunidades.

América del Sur es, finalmente, una región con una fuerte dinámica de cambio. Los hechos cargados de futuro se evidencian constantemente. En parte reflejan el dinamismo de un mundo turbulento y en continua metamorfosis. En parte son de cosecha propia. Quienes no sigan de cerca las noticias originadas en cada uno de los países de la región o insistan en colocarlas en el marco de paradigmas del pasado, corren el riesgo de no entender lo que está ocurriendo. Uno de los hechos cargados de futuro más recientes es, por ejemplo, el de los descubrimientos de lo que prometen ser fuertes riquezas de hidrocarburos en el litoral atlántico de Brasil.

Los anteriores son tres rasgos importantes para abordar la cuestión de fondo de la gobernabilidad del espacio sudamericano. Esto es, la de asegurar el predominio de la paz y de la estabilidad política dentro de la región. En esta perspectiva hay que colocar los esfuerzos para lograr que la lógica de la cooperación e integración permita domesticar los naturales conflictos y, sobre todo, neutralizar tendencias a la fragmentación.

Son esfuerzos que requerirán diagnósticos actualizados de las fuerzas profundas que están operando en una realidad sudamericana rica en matices y, en particular, mucha sabiduría y prudencia política. Sobre todo por tratarse de un espacio regional cada vez más multipolar y en el que cada uno de los países tiene múltiples opciones para sus respectivas inserciones en el mundo. Las diversidades existentes evocan respuestas de geometría variable, flexibles y de múltiples velocidades. Pueden tornar menos convenientes enfoques aplicados en otras realidades regionales o los que están basados sólo en libretos teóricos.

En especial, es una realidad que demandará una adecuada combinación entre correctos diseños de lo que cada país necesita lograr en su entorno externo y la calidad de los bienes públicos regionales que trabajando en conjunto puedan desarrollar.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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