Por momentos, la relación eurolatinoamericana parece estar adormecida.
Su dinámica no logra adaptarse a la actual realidad internacional.
La idea de una asociación estratégica birregional, delineada
cuando se originó en 1999 el actual sistema de Cumbres, estaría
perdiendo su frescura inicial y su credibilidad. Ello puede explicarse
por los cambios en el mundo de los últimos años. Pero también
porque ha desaparecido de la escena uno de los factores que explicaron
el impulso original: la iniciativa americana de un área hemisférica
de libre comercio.
Sin embargo, se han dado pasos en la dirección estratégica
original. Los más importantes son los acuerdos de asociación
de la Unión Europea con Chile y México, y ahora con los
países del Caribe. Las negociaciones birregionales con el Mercosur
no han concluido aún, en buena medida porque dependerían
de lo que ocurra en la Rueda Doha con la agricultura. Se está avanzando
en las negociaciones con Centroamérica y se ha iniciado el camino
incierto de negociaciones con la Comunidad Andina de Naciones. Una alianza
estratégica fue establecida en junio pasado entre la Unión
Europea y Brasil. Pero su contenido aún es impreciso y plantea
interrogantes sobre su conciliación con un acuerdo con el Mercosur.
Es mucho lo que brinda Bruselas en su cooperación con la región,
aunque ya ocurría antes de 1999.
La incertidumbre mayor se refiere a los próximos pasos. De allí
la importancia de la Cumbre a realizarse en Lima en mayo. ¿Podrán
los líderes políticos brindar señales creíbles
sobre cómo entienden posible reanimar una idea estratégica
que pareciera prisionera de la inercia? Difícil que ello ocurra
si la Cumbre sólo da lugar a una nueva declaración que reitere
objetivos ya planteados en las anteriores de Guadalajara y Viena, pero
sin acordar hojas de ruta con calendarios concretos para las tareas encomendadas,
incluyendo la conclusión de las actuales negociaciones birregionales.
Ambas regiones mantienen intereses comunes de defensa de un multilateralismo
global eficaz. Gobernabilidad mundial, paz y democracia son ideas centrales
de su trabajo conjunto. La agenda de Lima pone el acento en otras cuestiones
relevantes, como pobreza, desigualdad, exclusión y migraciones,
además de cambio climático, medio ambiente y energía.
Pero es en la idea del desarrollo de un espacio económico birregional
basado en el libre comercio donde aparecen conos de sombra. Es un espacio
relevante, asimétrico y no excluyente a la vez.
Es relevante por los flujos comerciales, de inversiones y de personas.
No son sólo los actuales. Muchos tienen historias largas. Tal es
el caso de las inversiones de empresas europeas en la región. Y
también el de las migraciones. Su direccionamiento ha cambiado
en las últimas décadas. Antes, y por mucho tiempo, se originaron
en Europa. Hoy van hacia Europa e incluye en forma creciente mano de obra
calificada, técnicos y profesionales.
Es asimétrico, por las diferencias de grados de desarrollo económico
entre ambas regiones. Lo es también por el hecho que la organización
del espacio europeo no tiene equivalente del lado latinoamericano. Tampoco
son similares las relevancias relativas. En el comercio birregional y
especialmente en las inversiones directas, la importancia que tiene Europa
para los países latinoamericanos es desproporcionada a lo que ocurre
en el sentido inverso.
Y es, además, un espacio que no excluye las relaciones que desde
ambos lados se entablan con terceros países y regiones. Tanto América
Latina como Europa tienen vinculaciones especiales con Estados Unidos
y Canadá. También con Asia, abarcando cada vez más
a China, India y los países del Asia-Europe Meeting (ASEM).
En algunas de las relaciones especiales europeas existen precedentes
para inspirar innovaciones en la metodología de las birregionales
con América Latina. Tal es el caso de la relación con Asia,
en el ASEM, o con Estados Unidos, en el Transatlantic Economic Council.
En ellas se pone el acento entre otras cuestiones, en la facilitación
del comercio, en el diálogo e interacción entre los empresarios,
y en las reglas que inciden sobre flujos de comercio y de inversiones.
Un enfoque renovado debería darles énfasis a tales cuestiones,
incluyendo el replanteo de los métodos de preparación de
las Cumbres y de seguimiento de sus hojas de ruta. Y debería procurar
una activa participación de instituciones empresariales y de empresas
con intereses fuertes en las relaciones birregionales resultantes, sea
de corrientes de comercio, de inversiones directas o de inserciones en
cadenas productivas de alcance birregional.
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