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  Félix Peña

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  Anuario Iberoamericano 2007, Real Instituto Elcano | Diciembre 2007
La integración latinoamericana y el Mercosur en un mundo de opciones múltiples y no excluyentes

1. La integración latinoamericana en un mundo y en una región de nuevas realidades

Multiplicidad de ámbitos de acción global y regional de los distintos países; crisis e intentos de renovación en los esquemas institucionalizados -especialmente en el Mercosur y en la Comunidad Andina. de Naciones (CAN)-, y marcado acento en la dimensión política -e incluso por momentos de la ideológica-, son tres de los rasgos más relevantes que predominan en los desarrollos actuales de la idea estratégica de integraciólilentre países latinoamericanos.

En parte. reflejan el impacto en la región de la dinámica, de cambio que se ha desatado en los óltimos años en el sistema internacional global, con la creciente relevancia de nuevos protagonistas (China y otras economías emergentes), de nuevas cuestiones sensibles (energía, biocombustibles, clima global, entre otras) y de factores también novedosos en las respectivas agendas de seguridad internacional e, incluso, interna.

Estas transformaciones de los últimos años han abierto a todos los países -o al menos a los dispuestos a aprovecharlas-, incluyendo a los de América Latina, opciones múltiples y no excluyentes, especialmente en relación al comercio exterior, a las inversiones internacionales y a las fuentes de progreso técnico. En esta perspectiva, las viejas clasificaciones Norte-Sur y Sur-Sur en las relaciones económicas internacionales, presentan signos evidentes de estar siendo superadas, tanto en su validez para el diagnóstico como para la acción en el plano internacional global de cada país y de sus empresas.

Los rasgos antes mencionados también resultan de una coyuntura económica internacional que ha sido favorable -al menos hasta el momento- a la mayor parte de los países latinoamericanos. Son la resultante asimismo, de una cierta lejanía de la región con respecto a las principales cuestiones que concentran las agendas -especialmente las económicas y las de seguridad- y, como conseéuencia de ello, las energías políticas de grandes potencias con tradicional influencia en América Latina como son, en particular, Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea (UE).

En cierta medida, puede sostenerse que el destino de cada país de la región está hoy en sus propias manos. Es decir, depende de la calidad de sus estrategias, políticas y organización tanto internas como externas. Particularmente el interés de China por la región, ha contribuido a desarrollar en algunos países una cultura de la competencia económica. en el plano internacional. Esto es, colocar a su favor el fenómeno de la globalización aprendiendo a administrar sus efectos y a extraer provecho de las oportunidades que se abren.

Ello explica la percepción de cierta obsolescencia que comienzan a evocar enfoques y retóricas, que suponen el. desarrollo de cruzadas contra fuentes externas de los problemas que aquejan a cada país latinoamericano. Y puede explicar también el interés creciente que despierta la ruptura de China con su pasado ideológico, tras el giro radical que impuso Deng Shiao Ping a la movilización de energías sociales en su país: de la lucha contra el capitalismo y el imperialismo a la batalla del desarrollo y la modernización. Su famosa frase "qué más da el color del gato mientras cace ratones" refleja un enfoque de la estrategia de inserción internacional, muy alejada de fundamentalismos ideológicos o religiosos. Son éstas, dos ópticas contrapuestas para diagnosticar los márgenes de maniobra que brinda hoya todo país, el carácter cada vez más multipolar del sistema internacional y, por ende, de la competencia por el poder y por los mercados en el mundo.

Pero en mucho, tales rasgos también reflejan realidades propias de la América Latina actual.

Sin pretender ser exhaustivos, se pueden destacar las siguientes -sin perjuicio de que se manifiestan a veces de manera muy diversa, al ser visualizadas en la perspectiva de cada país-:

  • La presencia de visiones contrapuestas sobre la inserción de los países latinoamericanos en el mundo, tanto entre los distintos países corno en sus propios frentes internos, con tendencias en algunos casos a un enfoque más próximo al de Deng Shiao Ping y en otros, más teñidos de elementos propios de fundamentalismos ideológicos -sean de izquierda o de derecha, para tomar categorías también sujetas a revisionismo en cuanto a su capacidad para ayudar a entender realidades de distintos países de América Latina-;

  • Una combinación de afinidades ideológicas entre varios gobiernos y a la vez, de disonancias conceptuales sobre el sentido de la idea estratégica de integración y quizá sobre el de la construcción de la democracia, de la superación de todo tipo de fracturas sociales y de la inserción en el mundo;

  • Una percepción diferenciada de las oportunidades y desafíos concretos que la nueva realidad internacional presenta para cada país, así como el reconocimiento de que ellos no son necesariamente similares en todos los casos, ni que siempre existe la misma capacidad ni el margen de acción para aprovechadas;

  • El renovado protagonismo regional de Venezuela, incluyendo su reciente incorporación al Mercosur;

  • La insatisfacción, por momentos pronunciada, con respecto a las experiencias acumuladas en algunos procesos de integración;
    El papel creciente que la energía tiene en las respectivas agendas de cuestiones económicas relevantes, y

  • La presencia de viejas (secuelas de la Guerra del Pacífico en el siglo XIX) y nuevas situaciones de conflictos bilaterales (diferencias entre Argentina y Uruguay sobre la potencial contaminación ambiental de proyectos industriales en las orillas de un río compartido, o, con otro alcance e intensidad en sus manifestaciones, Paraguay y Brasil, sobre cuestiones financieras de la empresa binaciónal de ltaipú).

Todo ello está otorgándole nueva vigencia en la región, a la clásica tensión integración-fragmentación entre naciones que comparten un mismo subsistema internacional basado en la contigüidad geográfica. Incluso una incipiente carrera armamentista, podría ser visualizada corno el reflejó del retorno a lo contrario de lo que se supone que significa la idea estratégica de integración en uñ espacio regional. Cómo construir un espacio regional abierto al mundo, en el que las fuerzas centrípetas predominen sobre las centrífugas. Y en el que quepan múltiples diversidades, es hoy quizá en América Latina, como también en otras regiones del mundo, un gran desafío que requerirá de fuerte visión estratégica y liderazgo político.

Pero también requerirá, de un marcado protagonismo de la sociedad civil, y mucha creatividad en el plano de las metodologías y técnicas de integración. Requerirá asimismo, prudencia y visión política por los principales protagonistas externos con intereses actuales o potenciales en la región, especialmente Estados Unidos, la UE y algunos de sus países miembros, y China. Este artículo sólo aspira a efectuar algunas contribuciones que permitan entender lo que está ocurriendo en la integración latinoamericana y sus perspectivas futuras, tomando en cuenta las nuevas realidades de la política y la economía global.

2. El mosaico heterogéneo de la integración latinoamericana

En América Latina no existe hoy un proceso formal de integración profunda, que abarque o aspire abarcar a todos los países de este espacio geográfico. A efectos de nuestro análisis, entendemos por integración profunda aquella que se refleja en el desarrollo de un bien público regional, configura.do por instituciones y políticas conjuntas a un grupo de países. Ellas permiten originar en un determinado espacio geográfico, reglas comunes, redes sociales y símbolos que identifican a los ciudadanos con la idea de región compartida. Todo ello tiene por efecto vincular, en forma potencialmente permanente, a un grupo de naciones soberanas y vecinas sin llegar, necesariamente a constituir una nueva unidad autónoma de poder dentro, del sistema internacional.

Al menos en un futuro previsible, no parece probable que tal tipo de proceso de integración profunda se desarrolle en toda América Latina, al menos con una intensidad similar a la de la integración europea. Por el contrario, es factible que se acentúe el actual cuadro de fragmentación y diferenciación entre distintos procesos de. integración ya existentes. Incluso ello podría ser positivo, si se toman en cuenta las múltiples opciones abiertas en el escenario global y laposibilidad de cada país de desarrollar estrategias m.ultipolares de inserción internacional.

Comparado con el cuadro más homogéneo de la integración en el espacio geográfico europeo -especialmente luego de las sucesivas ampliaciones de la UE-, el latinoamericano se presenta como un mosaico heterogéneo. En cierta forma, el modelo asiático de integración [1] puede ser más útil que el europeo, para orientar la lectura y cualquier análisis prospectivo, sobre lo que ocurre o pueda ocurrir en el plano de la integración latinoamericana.

Una de las expresiones institucionales que abarca a parte del espacio latinoamericano es el denominado Grupo de Río. Su última reunión tuvo lugar en marzo de 2007, en Turkemen, Guyana. Es un ámbito de diálogo y concertación política. Pero no tiene necesariamente como objetivo el generar un proceso de integración profunda. Es el de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) [2], el ámbito institucional que más podría acercarse a una cobertura regional amplia de un proceso de integración comercial. Es la sucesora de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), creada en 1960 por el Tratado de Montevideo de 1980, y sustituida en 1980 por el Tratado de Montevideo de 1980, que precisamente creó la ALADI.

Si bien a la ALADI la integran en la actualidad 12 países, de los cuáles 10 son sudamericanos (los otros dos son México y Cuba), no sólo no abarca a los países participantes de los procesos de integración en Centroamérica y en el Caribe, si no que, en la práctica, sus compromisos concretos están referidos prioritariamente al desarrollo del comercio, especialmente preferencial, entre sus países miembros. Sin embargo, si llegara eventualmente a lograr su actual objetivo de generar un espacio de libre comercio, la ALADI podría entonces fortalecer su potencial para contribuir a la integración comercial y también la económica, de todo el espacio latinoamericano y del Caribe.

La mayor parte de los países latinoamericanos y del Caribe participan como miembros plenos de cuatro procesos subregionales de integración, que son -ordenados por su antigüedad relativa- el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) [3], la Comunidad del Caribe (CARICOM) [4], la CAN [5] y el Mercosur [6]. De los países latinoamericanos de mayor dimensión económica relativa, se destacan dos que no forman parte de ningún esquema subregional, al menos como miembros plenos: México y Chile.

México [7] es parte de la Asociación de Libre Comercio de América del Norte (ALENA o NAFTA en inglés) [8]. Desde un punto de vista geográfico, así como del comercio y de las inversiones es parte relevante del espacio geográfico regional de América del Norte. Ello no obsta a su inserción multipolar en el espacio económico global -con su red propia de acuerdos de libre comercio, entre otros, con la UE y en el regional latinoamericano- con su pertenencia como miembro fundador de la ALADI y con crecientes flujos de comercio y especialmente de inversiones, e incluso con acuerdos preferenciales, con los países centroamericanos, del Caribe y, en particular, de América del Sur.

Chile [9], a su vez, ha puesto el acento en el desarrollo de un modelo de inserción multipolar en el espacio económico global. Se refleja en una amplia red de acuerdos de libre comercio, el último con China. Entre ellos, destacan los concluidos con Estados Unidos y la UE. A diferencia del caso de México, su comercio exterior y los flujos de inversiones directas de origen externo, están más diversificados en distintas regiones del mundo. Por su geografía e historia, Chile es esencialmente un país sudamericano. Es en este espacio geográfico regional. donde tiene intereses políticos y económicos significativos. Ha sido y está llamado a ser un protagonista relevante en la definición de la tensión entre las lógicas de integración y fragmentación, propias de todo subsistema internacional y cada vez más evidente en América del Sur.

Los procesos de integración sudamericana se han canalizado en los últimos años a través de tres ámbitos institucionales principales. Ellos son el Mercosur, la CAN y, más recientemente, la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN o CASA) [10]. Como veremos, los dos primeros están en pleno proceso de metamorfosis y el tercero no ha terminado aún de definir su perftl. En realidad, es propio de todo proceso de integración profunda estar en constante proceso de cambio. No son trayectorias lineales. Por el contrario, la integración europea de muestra que son procesos que se estancan, incluso a veces retroceden y también producen periódicamente saltos hacia delante. El punto de no retorno siempre parece evadirse.

Existen, por lo demás, múltiples vasos comunicantes entre esos tres ámbitos institucionales. De ellos podría eventualmente surgir una embrionaria red institucional de la integración sudamericana [11]. Un primer vaso comunicante resulta del acuerdo de complementación económica de 2005 entre los países de la CSN y los del Mercosur, en el marco institucional de la ALADL El segundo resulta de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), concebida como "un foro de diálogo entre las autoridades responsables de la infraestructura de transporte, energía y telecomunicaciones en los 12 países sudamericanos". El tercero es precisamente el que aspira a desarrollar la CSN. Es una iniciativa cuyo origen se remonta a la Cumbre Sudamericana realizada en Brasilia en 2000. De ella resultó un Plan de Acción para la Integración Física Suramericana. Se solicitó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento (CAF), y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA), que dieran apoyo técnico y financiero a estas acciones. Es el origen de la antes mencionada IIRSA.

La CSN fue institucionalizada a nivel político en la Cumbre de Cuzco, de 2005. Aún no ha sido formalizada en un Tratado internacional. La última Cumbre Sudamericana, tuvo lugar en Cochabamba en noviembre de 2006. De ella ha surgido una agenda de trabajo, un principio de institucionalización y la decisión política de preparar un eventual acuerdo constitutivo que formalice su existencia, sus objetivos y sus competencias. Provisoriamente tiene un apoyo técnico que funciona en el viejo Palacio Itamaraty, en Río de Janeiro.

En nuestra opinión, no parece exagerado afirmar que lo que ocurra en los próximos años en el plano de la integración profunda de América del Sur, especialmente si se la concibe con criterios que privilegien la diversidad de opciones externas que tiene cada país y la flexibilidad de instrumentos operativos, condicionará en gran medida el logro de los objetivos más amplios de integración regional que los países latinoamericanos vienen procurando desde al menos cinco décadas [12]. Por ello hemos seleccionado este espacio para concentrar en él nuestro análisis.

Privilegiaremos el examen de lo que está ocurriendo y pueda esperarse que ocurra en el futuro en el Mercosur. Así lo haremos por la gravitación resultante de su dimensión económica y poder relativos -en buena medida determinada por la participación de Brasil, pero también de Argentina- y por el hecho que fue percibido en su origen como un núcleo duro de la integración en el espacio sudamericano y que aún puede cumplir ese papel. La especial relación de Chile con Mercosur, y la reciente incorporación como miembro pleno de Venezuela, la probable de Bolivia y la eventual del Ecuador, tornan a este proceso de integración en una pieza clave en el armado de un rompecabezas sudamericano cada vez más complejo.

Analizaremos a continuación factores. que han incidido en la construcción del Mercosur y en los procesos de cambios que se obsetvan en la actualidad en su ámbito; luego examinaremos su inserción en el espacio sudamericano y las perspectivas futuras y, finalmente; extraeremos algunas conclusiones. Más que un análisis pormenorizado de la situación en cada uno de los frentes de integración que analizaremos, nuestra idea es suministrar algunos elementos que permitan decodificar procesos que suelen ser difíciles de entender, particularmente desde la perspectiva de la experiencia acumulada en materia de integración en el espacio geográfico regional europeo.

3. La trayectoria errática del Mercosur: algunos rasgos para entender sus problemas actuales

El Mercosur fue concebido como una asociación voluntaria de naciones soberanas y vecinas. Su objetivo es un proceso de integración con vocación de permanencia. Es una alianza proyectada hacia el largo plazo. Ella sólo puede sustentarse en el tiempo, en la medida que los socios perciban más beneficios en seguir permaneciendo en el bloque que retirándose. Así como nadie los obligó a ser parte de la asociación, nadie puede obligarlos a quedarse si llegaran a la conclusión de que eso es lo que más conviniera a sus intereses nacionales. Y, claro está, si es que consideran que tienen alternativas realistas a tal pertenencia. Y ellas difieren según sea el país miembro que se considere. En suma, es un proceso basado en la percepción por todos los socios de un cuadro dinámico de ganancias mutuas y de los costos de oportunidad con respecto a otras alternativas.

Fue creado en el contexto de un mundo que recién iniciaba el camino de la post-Guerra Fría y en un escenario hemisférico marcado con el lanzamiento, por el entonces presidente Bush, en junio de 1990, de la Iniciativa de las Américas. Ella dio lugar, en la Cumbre de las Américas, Miami 1994, al inicio de las negociaciones para el establecimiento de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que entró en el ocaso· tras la Cumbre de 2005 en Mar del Plata. Si bien los compromisos concretos asumidos en el momento fundacional del Mercosur han sido predominantemente económicos -podríamos decir incluso que comerciales- tuvo desde su inicio un fuerte sentido político. Él ha estado referido a la consolidación de la democracia, a un incremento de la capacidad de cada país para atraer inversiones productivas -en función del mercado ampliado, pero también como plataforma para operar en terceros países, especialmente de la región sudamericana- y a la idea de negociar juntos ventajas comerciales con terceros, especialmente con Estados Unidos y la UE. Cabe recordar que la decisión de crear el Mercosur la adoptaron Argentina y Brasil en una reunión presidencial bilateral de julio de 1990, sólo semanas después de la Iniciativa del presidente Bush.

Si bien luego se incorporaron Uruguay y Paraguay -Chile fue convidado pero prefirió. no participar como miembro pleno-, la idea de crear el Mercosur fue una iniciativa de Argentina y Brasil, como continuación del proceso de integración bilateral iniciado en 1986.

Incluso en 1988 se fIrmó un Tratado bilateral, aún vigente. Y hoy, es en ese ámbito bilateral donde se canalizan algunas de las acciones de mayor relevancia económica, como el caso particular del sector automotriz. Desde el inicio se lo imaginó como un proceso de desarrollo gradual, en el que cada paso debía preparar y condicionar los siguientes. Por eso el Tratado de Asunción fue tan esquemático -24 artículos y tres anexos-. Más que prudencia, ese hecho reflejaba las incertidumbres políticas y económicas internas existentes en los socios principales que, a comienzos de la década pasada, aún no habían completado la digestión de años de gobiernos militares e, incluso, de los pronunciados desajustes macroeconómicos de la década anterior. También reflejaba la falta de experiencia de los socios con mecanismos automáticos de liberación comercial (la idea del arancel cero para todo el universo. arancelario) y, luego, con un arancel externo común. Estos dos fueron los principales instrumentos operativos comprometidos en ese momento fundacional.

La primera fase de construcción del Mercosur fue el denominado período de transición, que culminó en diciembre de 1994 en la Cumbre de Ouro Preto. La segunda fase fue la instalación de la unión aduanera, con la puesta en vigencia del arancel externo común. Es una fase aún no culminada plenamente. Se suponía que en forma simultánea debía iniciarse una fase de integración profunda, centrada en dos ejes principales: el de la coordinación macroeconómica y el de la transformación productiva conjunta. Más allá de muchos anuncios e incluso de algunas medidas orientadas a introducir al Mercosur en esa fase, mucho más compleja, es muy poco lo que se ha avanzado hasta el presente.

Tres rasgos marcaron desde el comienzo la trayectoria del Mercosur. Siguen teniendo vigencia y, en parte, contribuyen a explicar dilicultades que se han manifestado, especialmente en los últimos años, en su construcción y en el abordaje de la fase de integración profunda. Ellos son el de las asimetrías entre los socios, el del relativamente bajo grado de interdependencia entre ellos y el de la resistencia a aceptar disciplinas colectivas, especialmente por los dos países de mayor dimensión económica. En cuanto a las asimetrías, las principales son las de dimensión económica y poder relativos, y la de grados de desarrollo diferenciados. En tales planos las diferencias entre los socios son pronunciadas, estando en un extremo Brasil y, en el otro, Paraguay y Uruguay. Difieren los grados de relevancia -y, por tanto, de prescindibilidad- que los respectivos mercados tienen para cada uno de los socios, así como las opciones a través de sus respectivas inserciones en los mercados globales. La propia percepción del Mercosur, de su razón de ser y de la forma de construirlo, es diferente según la dimensión relativa de cada país. También difiere la densidad de intereses creados, como se pone de manifIesto en especial, en el plano de la integración productiva.

Si bien se trata de un rasgo observado en otros espacios regionales con distintos tipos de procesos de integración -como los de América del Norte y Europa-, sin embargo, algo que distingue al Mercosur es que ningún país, ni tan siquiera Brasil, está en condiciones de desempeñar el papel de motor del desarrollo de los otros países ni, menos aún, de socio fInanciero. Tampoco se ha observado en el caso del Mercosur, la presencia de una gran potencia interesada en estimular el proceso de integración por razones vinculadas a su agenda de seguridad, como ha sido el papel desempeñado por Estados Unidos en los inicios de la integración europea. Las ambivalencias de Estados Unidos respecto a la idea estratégica de Mercosur y las dificultades que han impedido concretar la alianza estratégica con la UE, reflejan la ausencia de un factor motor de origen externo a la región.

La cuestión de las asimetrías ha pasado a ocupar un lugar central en la agenda actual del Mercosur [13]. Y lo es sobre todo, por el hecho de que Paraguay y Uruguay, los dos países de menor dimensión económica relativa -y de menor grado de desarrollo, en el caso de Paraguay-, entienden que tal como está, el Mercosur no los beneficia. Si bien es un problema que se origina en datos económicos, ha terminado por transformarse en uno de los principales problemas políticos del Mercosur. El bajo grado de interdependencia entre los socios -el segundo de tales rasgos- se manifiesta, especialmente, en los flujos de comercio y de inversiones. Siguen siendo relativamente marginales comparados con los que vinculan a cada país con el resto del mundo. Lo ilustra el caso de Brasil. En 1990, sus exportaciones a los otros tres socios representaron sólo un poco más del 4 por 100 de sus exportaciones totales. Hacia 1998 habían crecido al 17 por 100. Luego de la crisis de 1999-2002, en 2006 se han ubicado en un poco más del 10 por 100. En el caso de los otros socios, en 2006 sus exportaciones al Mercosur representaron en relación a las totales, un 20 por 100 para Argentina, un 45 por 100 para Paraguay y un 23 por 100 para Uruguay. En materia de inversión directa, recién en los últimos años se observa un crecimiento de las originadas en Brasil, pero siguen ocupando un lugar menos destacado que las originadas en los países de la OCDE.

La importancia del espacio Mercosur para los cuatro socios fundacionales crece cuando se lo observa, en particular, en la perspectiva política -calidad del contexto contiguo; efectos de demostración que los respectivos procesos políticos internos tienen para los demás socios, y relevancia en las políticas externas frente a Estados Unidos y otros países, entre otros factores-;en la de las políticas macroeconómicas -sensibilidades ante fenómenos como los provocados por recesiones o crisis cambiarias-; en la del comercio de productos industriales y, además, en la de la capacidad para atraer inversiones productivas, especialmente las originadas en las grandes redes transnacionales de producción de bienes y de prestación de servicios. Pero incluso en tales casos, se observan efectos diferenciales resultantes de las asimetrías antes mencionadas. Por ejemplo, la percepción predominante en Paraguay y en Uruguay es que en algunos de esos planos -sobre todo en el comercio de productos manufacturados y en la capacidad de atracción de inversiones directas externas- el Mercosur ha beneficiado fundamentalmente a Brasil, pero también a Argentina.

La resistencia a aceptar disciplinas colectivas por los socios -el tercer rasgo-, se traduce en una recurrente tendencia a un bajo cumplimiento de las reglas comunes pactadas y a preservar, en lo posible, un amplio margen para comportamientos unilaterales. Ello es más notorio en los casos de Argentina y Brasil, pero también abundan los ejemplos en los casas de Uruguay y Paraguay. Esa tendencia puede deberse a múltiples factores. Algunos culturales, como la insuficiente tradición de jugar conforme a reglas dentro de los propios países -la anomia no es algo que caracterice sólo a la Argentina-; la preferencia por reglas de juego precarias en las relaciones de integración regional -observada en la etapa de la ALALC e incluso en la de la ALADI-, y la resistencia, especialmente de Argentina y Brasil, a transferir competencias efectivas a órganos comunes que no tengan una integración y un firme control intergubernamental.

Otros factores reflejan efectos de las metodologías de integración utilizadas. En particular, cabe destacar dos aspectos. En primerlugar, la calidad de los procesos de creación normativa, centrados en la participación de los ministerios de Relaciones Exteriores -sólo en forma errática y muchas veces marginal han participado los ministerios de Economía o sus equivalentes-. Ellos han producido reglas de juego de bajo potencial de efectividad -capacidad para penetrar en la realidad- y también de eficacia -capacidad para producir los resultados esperados-. Por mucho tiempo, las reglas pactadas no han entrado en plena vigencia -no han sido incorporadas a los respectivos ordenamientos jurídicos internos-. Y ha habido una tendencia al predominio de la "diplomacia mediática" o de "efectos especiales", especialmente en las Cumbres presidenciales periódicas. En segundo lugar, la baja transparencia de los procesos de creación normativa y de las reglas resultantes. Resulta interesante comparar la página Web oficial del, Mercosur, con la de otros procesos similares, especialmente la de la UE, pero también en la propia región, la de la CAN.

Esa insuficiente transparencia puede ser un factor que explique la débil participación de la sociedad civil en el proceso de integración. Baja transparencia y participación ciudadana -y de los intereses sociales organizados- observable en el nivel multinacional de las instituciones de Mercosur, pero que también se manifiesta en el plano interno de cada socio, aún cuando en este nivel existen marcadas diferencias entre los distintos países miembros.

4. La metamorfosis del Mercosur: ¿será posible su adaptación a nuevas realidades globales y regionales?

Dieciseis años después de su creación, el Mercosur presenta un cuadro mixto de logros e insuficiencias con respecto a sus resultados. Por un lado, pueden identificarse entre algunos de sus principales logros, los siguientes:

  • Es parte relevante de las políticas de inserción externa de los respectivos países. Los gobiernos mantienen su voluntad política de continuar su construcción. Ello se observa aún en casos como los de Paraguay y Uruguay, que han asumido recientemente una actitud crítica sobre sus resultados. Parecería predominar una apreciación sobre la inexistencia de alternativas razonables al actual proceso de integración.

  • Su cobertura geográfica se ha ampliado a través de una red de acuerdos preferenciales celebrados con otros países de la ALADI, muchos de los cuales tienen el status de miembros asociados. En 2006, Venezuela se ha incorporado como miembro pleno -tras su retirada de la CAN-, si bien la formalización· de su adhesión aún no ha culminado, falta la ratifitación por Brasil y Paraguay, previa aprobación por sus respectivos Congresos, del Protocolo de Adhesión firmado en Caracas. En la última Cumbre semestral, Rio de Janeiro, enero de 2007, se acordó abrir un proceso que aspira concluir con la incorporación de Bolivia como miembro pleno del Mercosur.

  • Una parte significativa del comercio intra-Mercosur está libre de aranceles a la importación, aunque ese logro se atenúa tan pronto se toman en cuenta las restricciones no arancelarias y otras barreras al comercio que aún subsisten. Tampoco se ha logrado articular un régimen aceptable de válvulas de escape para situaciones de emergencia económica o dificultades de tipo sectorial [14].

  • El arancel externo común existe y se aplica. Sin embargo existen aún excepciones, tanto legales como de hecho.

  • Las inversiones directas entre los países socios -incluyendo en muchos casos a Chile- se han acrecentado en los últimos años, así como las originadas en redes transnacionales de producción de bienes y prestación de servicios, muchas en función del mercado integrado, como es el caso del sector automotriz. Una parte significativa de esas inversiones se han localizado en Brasil -aprovechando la mayor escala del mercado interno y la seguridad del acceso al mercado de .los otros socios y, en particular, de Argentinal [15]- o se han originado en empresas de Brasil y Chile.

  • Los corredores de transporte -especialmente terrestre- y distribución física de bienes se han desarrollado tornando más densa la conexión de mercados urbanos, especialmente en el ámbito de la red de grandes ciudades entre Belo Horizonte, Sao Paulo y Río de Janeiro, en el Norte y Asunción, Montevideo, Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, Santiago de Chile y Valparaíso, en el Sur. En estas grandes ciudades se concentra la mayor capacidad de consumo, de producción de bienes industriales y de prestación de servicios del Mercosur.

  • La existencia de una estructura institucional que además de los órganos intergubernamentales provenientes del momento fundacional, que han dado lugar a un denso tejido de instancias técnicas -a los que recientemente se les ha agregado el Parlamento del Mercosur y la Comisión de Representantes Permanentes con su Presidencia-, incluye un servicio de Secretaría -aún incipiente- y un mecanismo jurisdiccional arbitral, relativamente mejorado tras la aprobación del Protocolo de Olivos.

  • El desarrollo de un tejido más denso de redes sociales que abarcan múltiples expresiones en. los campos, entre otros, sindical, cultural y educativo.

Por otro lado, hay notorias insuficiencias en la construcción del Mercosur. Algunas de las principales se observan en los siguientes planos:

  • En el de la identidad del proceso de integración. Tiene que ver con la definición de porqué y para qué los países socios han decidido trabajar juntos. A veces resulta difícil responder a la pregunta de qué es exactamente el Mercosur. O, mejor dicho, las respuestas pueden ser diferentes según cada perspectiva nacional, e incluso dentro de sectores políticos y sociales de cada país. La gama de respuestas depende del énfasis que en cada caso se le atribuye, por un lado, a sus objetivos y contenidos políticos y, por el otro, a los económicos y comerciales. La incorporación de Venezuela parecería haber acentuado las disonancias en ambos planos. Caracas tiende a ver el Mercosur como un proyecto prioritariamente político, asociado a la idea de una Patria Bolivariana -no siempre fácil de captar por la opinión pública de los otros países y, especialmente por la de Brasil, más lejano por razones históricas a ta tradición bolivariana- y a un rechazo de pretensiones hegemónicas de origen americano. En los países miembros originales, si bien esa visión no suele ser necesariamente compartida, incluso por los gobiernos, sin embargo se considera necesario· superar una concepción del Mercosur a la que se le atribuye un fuerte énfasis comercial, que· se la considera como un reflejo de los enfoques económicos predominantes en la década de los noventa.

  • En el de la eficacia de sus mecanismos institucionales. Tiene que ver con la pregunta de cómo trabajar juntos entre los socios. Los procesos de creación normativa del Mercosur han dado lugar a un stock de reglas de juego, muchas de las cuales carecen de efectividad y por ende, de eficacia. En particular, en la óptica de quienes tienen que adoptar decisiones de inversión productiva, muchas reglas no son creíbles. Concretamente no permiten operar en el espacio económico del Mercosur, como si fuera un solo mercado. Muchas cuestiones, incluso cruciales para el concepto de unión aduanera -vertebral en la concepción del Mercosur y en relación a los compromisos que se fueron asumiendo por los países-, como el Código Aduanero Común, no han terminado de resolverse. Otros instrumentos formalmente aprobados, nunca han entrado en vigencia efectiva, como es el caso del régimen de defensa de la competencia, o de disciplinas en políticas públicas que inciden en la competencia económica dentro del espacio económico integrado, incluyendo incentivos fiscales al comercio y a la inversión. Por lo demás, el que no se haya avanzado en la coordinación macroeconómica y que tampoco haya habido progresos significativos en la integración productiva han aumentado la sensación de falta de eficacia de los mecanismos de . concertación de intereses nacionales y de producción normativa en el ámbito del Mercosur.

  • En el de su relevancia y atractividad para cada país miembro. Se observa la paradoja de, por un lado, la ampliación de su membresía y por el otro, un creciente problema de legitimidad social, reflejado en sectores empresarios de algunos países -Brasil es uno de los casos más notorios- y también en los países de menor dimensión económica relativa, como Paraguay y Uruguay. La expresión "tal como está no nos sirve", se escucha y lee con frecuencia en los cuatro países fundadores. Pero también se ha observado en sectores empresarios venezolanos, que no han ocultado su insatisfacción por considerar que no fueron consultados, ni en la decisión de abandonar la CAN ni en la de la adhesión como miembro pleno del Mercosur.

Este cuadro mixto de resultados se refleja en un intenso debate sobre Mercosur en los países miembros y que se exterioriza con frecuencia en los medios de prensa. Ello hace que ciudadanos, inversores y terceros países, tengan una creciente perplejidad sobre el Mercosur y su futuro. Puede afirmarse que el Mercosur se encuentra en pleno proceso de cambio. La combinación de factores· que inciden en su apreciación en los países socios, permiten anticipar más una metamorfosis del proyecto original, que un fracaso formal del proceso de integración. Sin embargo, el presidente Chavez ha sido más terminante en sus reiteradas declaraciones públicas, en el sentido que, o el Mercosur tiene profundas transformaciones o fracasará como, en su opinión, habría fracaso la CAN. No se conocen sus propuestas sobre cómo transformarlo -o al menos no han tomado estado público- y sobre cómo lograr al respecto, el necesario consenso de todos los socios. En realidad, tal metamorfosis ya se ha iniciado -quizá su punto de origen fue la crisis desatada por la devaluación del real en 1999 y luego el colapso económico de Argentina en 2001-. Ella se está articulando en torno a algunas grandes cuestiones, que son hoy prioritarias en la agenda del Mercosur. Sin perjuicio de otras, las principales parecen ser:

  • Tratamiento de las asimetrías entre los socios, especialmente las que afectan a Paraguay y Uruguay, incluyendo el desarrollo del Fondo de Convergencia Estructural (FOCEM), cuya primeros proyectos pilotos fueron aprobados en la teunión del Consejo del Mercosur, en enero de 2007 en Río de Janeiro.

  • Desarrollo de la idea de una unión aduanera y de la transformación productiva conjunta.

  • Fortalecimiento institucional.

  • Negociaciones comerciales externas del conjunto y, eventualmente, de cada uno de sus países rniembros [16].

  • Para comprender mejor algunos de los factores que están incidiendo en la metamorfosis del Mercosur y para apreciar sus perspectivas, cabe insertarla en la dinámica de cambio que se observa en el espacio sudamericano.

5. La inserción del Mercosur en la dinámica de cambio del espacio sudamericano y las perspectivas futuras

La vinculación del espacio que abarca Mercosur con el espacio regional sudamericano es más intensa según sea la perspectiva geográfica a partir de la cual se la observa. En sus momentos fundacionales, el Mercosur fue percibido como un proyecto referido a lo que tradicionalmente se ha conocido como el Cono Sur -el nombre original del proyecto era Mercado Común del Cono Sur, del cual surge Mercosur-. Es esa una percepción que incluso estuvo presente en los momentos iniciales de la ALALC, antes que la iniciativa originada en Argentina, Brasil, Uruguay y Chile se extendiera a los países andinos y también a México. Incluso muchas de las propuestas anteriores de integración regional, estaban referidas a los países del Cono Sur.

El Grupo Andino surge en los años sesenta -en su momento inicial por el impulso de los presidentes Frei de Chile y Lleras Restrepo de Colombia-, como una reacción de algunos países andinos a lo que consideraban una excesiva influencia de Argentina y Brasil en los asuntos de la ALALC. La Argentina, a su vez, llegó a visualizar su vinculación al Grupo Andino y en particular a Venezuela, como una forma de generar un contrapeso a la creciente influencia de Brasil en los asuntos regionales. Esto fue más notorio durante la última presidencia de Perón en los años setenta que fue cuando, por iniciativa de Venezuela y México, se creó el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) [17], ámbito que fue perdiendo gradualmente su relevancia inicial. Desde la creación del Mercosur, Brasil tuvo claro que el proyecto no podía ser visualizado -incluso por razones internas- como sólo vinculado al Cono Sur. De allí que a último momento en la negociación del Tratado de Asunción, se suprimió la palabra "Cono", y quedó el nombre oficial de "Mercado Común del Sur". Es natural en la percepción del Brasil que interese la integración de todo el espacio sudamericano. Su inserción geográfica así lo explica. De allí que la: iniciativa qu,e comenzó en la Cumbre de Brasilia de 2000, el camino que ha conducido a la idea de la CSN, haya sido. fuertemente impulsada por Brasil. Otro antecedente fue el Tratado de Cooperación Amazónica.

Esa tendencia al planteamiento de la integración del espacio sudamericano -diferenciado dellatinoamericano-, se ha acrecentado en los últimos años como consecuencia de dos factores. En primer lugar, por el hecho que en la natural perspectiva brasileña, los ejes de integración física tienen a la vez una proyección hacia el Sur, en el ámbito de la Cuenca del Plata, y una Atlántico-Pacífico por medio de proyectos de vinculación interoceánica, especialmente a través de Bolivia y Perú. En segundo lugar, por la importancia creciente que ha adquirido en varios países de América del Sur, el acceso a fuentes de hidrocarburos, especialmente de Bolivia y de Venezuela. Si a ello se suman factores geopolíticos, especialmente los vinculados a la estabilidad política de la región e incluso a la agenda de seguridad de los diversos países, así como también la importancia de preservar un acceso preferencial a los mercados de los países andinos, es fácil comprender cómo gradualmente los espacios del Mercosur y la CAN se han ido integrando en la perspectiva de las políticas regionales, ya no sólo del Brasil, sino también de Argentina, Chile y los países andinos, incluyendo a Venezuela.

De ahí que desde la Creación del Mercosur, su vinculación con lo que a partir de 1997 es la CAN, ha tenido una prioridad especial. Ella se ha reflejado en el status de países asociados del Mercosur qtie adquirieron gradualmente los países andinos y luego el ya mencionado acuerdo de complementación económica, celebrado en el 2005 en el marco de la ALADI. Un factor que está acelerando los procesos de cambios iniciados en el Mercosur y en la CAN tiene que ver con el interés de distintos países de concretar Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Luego de los de México y Chile, y los países centroamericanos y la República Dominicana (CAFTA-RD), Colombia y Perú concluyeran sus negaciacianes con Washington. Estos das últimos están pendientes de su aprobación por el Congreso americano. Uruguay ha planteado dentro de Mercosur la necesidad, coma parte e la cuestión de las asimetrías, de que se le autorice a efectuar negociaciones camerciales preferenciales con terceros países, incluyendo Estados Unidos. En diciembre de 2006, Uruguay y Estadas Unidos firmaron un acuerdo marco sabre comercio e inversiones (TIFA), que incluye la posibilidad de concretar un TLC. El acuerdo establece un mecanismo de consultas muy similar al que los cuatro socios originales del Mercosur concluyeran con Estadas Unidos en 1991, canocida como"4 + 1 [18]. Las reglas actuales del Mercosur prescriben que acuerdos comerciales que incluyan preferencias arancelarias con terceros países serán negociados conjuntamente entre los socios. Tanto Brasil como Argentina cansideran que un TLC de Uruguay can Estados Unidos sería incompatible con la unión aduanera y el arancel externa común del Mercosur.

El hecho que se perciba que cuestianes relevantes de las agendas palítica, económica y de seguridad, de las países de la región sólo pueden ser abordadas a escala sudamericana contribuye a explicar, además, el impulso que ha adquirido la idea de la CSN.

Sin embargo está aún abierta la cuestión de cómo. se producirá en el futuro la articulación entre los tres ámbitos institucionales principales de la integración en el espacio sudamericana.

Se abren en tal sentido varios escenarios pasibles. Algunos de ellas son:

  • La coexistenciade las múltiples ámbitos institucionales existentes (CSN, Mercasur, CAN) con vasas comunicantes entre ellos, especialmente a través de la red de acuerdos comerciales preferenciales en el ámbito de la ALADI, pero con una mayor flexibilización de las reglas de juego del Mercasur -las de la CAN ya se han flexibilizado-, en cuanto a la pasibilidad de que países miembros celebren acuerdos camerciales preferenciales can terceros países no latinoamericanos, sea en forma bilateral o como resultado de acuerdos marcos que prevean normas y disciplinas comunes, pero con tratamientos preferencia1es diferenciados -en cierta forma pueden considerarse como precedentes, el acuerdo entre Mercosur y México, y el mencionado acuerdo de complementación económica entre Mercosur y la CAN.

  • La evolución de la CSN hacía un marco institucional común para la integración sudamericana, que termine absorbiendo tanto al Mercosur como a la CAN, además de constituir un ámbito para el impulso de la integración física y -energética- entre otras cuestiones de interés común.

  • La afirmación del Mercosur como una especie de núcleo duro de la integración sudamericana, a través de la incorporación como miembros plenos de otros países de la CAN y diluyendo las diferencias existentes entre los miembros plenos y asociados. Ello implicaría profundizar reformas en los mecanismos y reglas de juego actuales del Mercosur -especialmente en relación a la unión aduanera, a fin de tornarlas más flexibles y adaptadas a una arquitectura de integración de geometría variable y de múltiples velocidades.

Resulta difícil aún prever cuál de los tres escenarios prevalecerá. Lo más probable es que por un tiempo más, las tres opciones -u otras imaginables o difíciles de imaginar al momento- quedarán abiertas.

En todo caso, parece más factible prever que en los próximos años se observará la tendencia a la diferenciación del espacio sudamericano con respecto al resto de América Latina -determinado en gran medida por la geografía-, como también a la multiplicidad de ámbitos institucionales a través de los cuales se canalizan los esfuerzos de integración.

6. A modo de conclusión

Algunas de las conclusiones tentativas a extraerse del análisis efectuado pueden ser las siguientes:

  • En el futuro previsible, la integración latinoamericana seguirá siendo influenciada por los procesos de transformación profunda observables en el sistema internacional y por las incertidumbres crecientes del escenario mundial

  • Es posible que se acentúe la tendencia a lo que se ha denominado regionalismo abierto, en la que los distintos países aspiren a conciliar sus alianzas en el ámbito regional y en el de cada subregión, con sus estrategias de inserción multipolar en la economía global, aprovechando al máximo el ámbito de la OMC y la posibilidad de celebrar en su marco acuerdos comerciales preferenciales.

  • Ello acentuará la búsqueda de vasos comunicantes entre los distintos. ámbitos institucionales de la integración regional, especialmente en el espacio sudamericano, a través de metodologías heterodoxas de geometría variable y múltiples velocidades.

  • La multiplicidad de ámbitos institucionales de la integración regional seguirá siendo parte en el futuro próximo, tanto del escenario latinoamericano (en el cual la ALADI podría desempeñar un papel importante, especialmente pero no exclusivamente en el plano del comercio preferencial), como en el sudamericano (en el cual eventualmente la CSN, según sea su formato final, podrá cumplir un papel relevante).

  • En el espacio sudamericano, los ámbitos institucionales subregionales (CAN y Mercosur) continuarán teniendo su vigencia, pero probablemente sólo en la medida que profundicen sus actuales procesos de adaptación a las nuevas realidades regionales y globales. De lo contrario su deslizamiento al plano de la irrelevancia podría ser irreversible. Ello implicará lograr una adecuada combinación entre la flexibilización de sus instrumentos y reglas de juego y, sobre todo, la aceptación por todos sus países miembros de un mínimo de disciplinas colectivas que efectivamente estén dispuestos a respetar.

  • La energía y la integración de la infraestructura física, continuarán ocupando un lugar relevante en las estrategias de integración.

  • Es más difícil que en el espacio sudamericano se observe en los próximos años avances sustantivos de integración profunda, al menos en las líneas del modelo desarrollado por la integración europea -cabe tener en cuenta que es probable que en el futuro la UE acentúe su evolución hacia una arquitectura de creciente geometría variable y de múltiples velocidades, para dar cabida a la diversidad de situaciones resultante de su continua ampliación.

  • Por el contrario, es probable que se acentúe la influencia del modelo asiático de una integración regional multipolar, abierta a una inserción activa en todos los espacios de la economía global.

  • De la capacidad sudamericana de articular un espacio dominado por la lógica de integración, dependerá la posibilidad de neutralizar múltiples factores de. fragmentación que han comenzado a evidenciarse en los últimos años en la región.

  • En gran medida, el que ello ocurra dependerá del fortalecimiento de un núcleo duro de países con regímenes democráticos y con estrategias nacionales de aprovechamiento de todas las oportunidades que brinda la globalización del sistema internacional y de la competencia económica internacional.

  • También dependerá de la prudencia y de la visión estratégica que pongan de manifiesto en sus relaciones con América Latina y con los países sudamericanos, las grandes potencias con intereses significativos actuales o potenciales en la región y, en particular, Estados Unidos, los países de la UE y China.


NOTAS

[1] Piero Penetta (2003), il Regionalismo Multipolare Asiatico: Contributo al diritto della cooperazione istituzionali-zzata fra Stati, Torino.

[2] Información sobre la ALADI, incluyendo su programa de actividades para el 2007, en http://www.aladi.org.

[3] Información sobre la integración centroamericana en http://www.sgica.org y http://www.sieca.org.gt.

[4] Información en http://www.caricom.org.

[5] Información en http://www.comunidadandina.org.

[6] Información en http://www.mercosur.int. Distintos análisis sobre el Mercosur en http://www.redmercosur.org.uy; http://www.sice.oas.org, y http://www.felixpena.com.ar.

[7] Información sobre la estrategia de inserción externa de México y sobre sus negociaciones comerciales internacionales en: http://www.economia.gob.mx/index.jsp?P=863.

[8] Entre otras fuentes sobre ALENA-NAFTA la página Web de la Secretaría de Economía de México: http://www.naftamexico.org.

[9] Información sobre la estrategia de inserción externa de Chile y sobre sus negociaciones comerciales internacionales, en: http://www.direcon.cl.

[10] Información sobre la CSN, sus antecedentes y las recientes Cumbres, en http://www.cumbresudamericana.bo/armado.htm y también en http://www.wikipedia.org.

[11] Las Secretarías de la ALADI, la CAN y Mercosur han realizado en 2006 un denso trabajo de identificación de puntos de convergencia entre los distintos acuerdos e instrumentos de integración comercial, http://www.aladi.org.

[12] Félix Peña (2003), Momentos y perspectivas: la Argentina en el mundo y en América Latina, Buenos Aires. Se encuentran antecedentes y fuentes bibliográficas sobre distintos momentos de la integración latinoamericana.

[13] Sobre la cuestión de las asimetrías, así como también sobre otras relevantes de la agenda del Mercosur en el período segundo semestre 2005 -primer semestre 2006, véase el Informe Mercosur, n° 11, publicación del INTAL-BID, enero 2007, en http://www.iadb.org/intal.

[14] Sólo se ha establecido un mecanismo de adaptación competitiva a nivel bilateral entre Argentina y Brasil.

[15] El hecho que la Constitución argentina establece explícitamente la primacía de los tratados internacionales sobre la legislación interna, genera una rigidez legal que no se observa con alcance similar en Brasil. Es una de las asimetrÍas más significativas del Mercosur.

[16] Una cuestión que será prioritaria en el Mercosur es el consenso entre los países miembros respecto a los compromisos que se asuman en la Rueda Doha en la OMC, teniendo en cuenta la existencia del arancel externo común.

[17] Sobre el SELA y sus actividades, véase su página web oficial: http://www.sela.org.

[18] Firmado en junio de 1991 en Washington. Se lo conoce también como "Rose Garden Agreement". Sigue vigente, pero su Consejo no se ha vuelto a reunir desde 2002. Tras la incorporación de Venezuela al Mercosur, no parece probable que este marco de consultas sea por el momento reactivado.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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