Bien preparadas, las Cumbres Presidenciales son un foro útil para
la identidad de espacios internacional como, entre otros, el iberoamericano,
el Euro-Latinoamericano y el Hemisférico. Si son fructíferas,
sirven para señalizar derroteros futuros. Contribuyen al diálogo
y conocimiento recíproco entre los líderes políticos
que participan.
En los últimos años han proliferado. Y ello ha generado
un cierto desgaste. Ha contribuido el hecho que no siempre ellas estén
bien preparadas. Los Presidentes quedan expuestos entonces a debatir agendas
y declaraciones reiterativas.
La Cumbre Iberoamericana recién realizada en Santiago de Chile,
sin embargo, fue objeto de una cuidadosa preparación y abordó
un tema central para los países del espacio iberoamericano, cual
es el de la cohesión social. Puso en evidencia la diversidad de
enfoques existentes. Concluyó con una Declaración y con
un Plan de Acción (www.segib.org), que es una hoja de ruta para
articular trabajos conjuntos en un espacio de trascendencia histórica
y cultural, pero también política y económica.
El notorio incidente diplomático originado por el Presidente venezolano,
expuso al Rey de España a una situación de claro impacto
para su prestigio y el de la monarquía en un frente político
interno caldeado como es el de una España camino hacia próximas
elecciones -. Podría ser utilizado como argumento contrario a la
conveniencia de realizar este tipo de Cumbres.
Todo tuvo mucha repercusión. No necesariamente beneficia la imagen
de América Latina. La Cumbre Euro-Latinoamericana de Lima, en mayo
próximo, podría verse afectada en la participación
de líderes políticos europeos como consecuencia de lo ocurrido
en Santiago. Un dato no menor, es que si antes de fin de año se
aprobara en Brasil y Paraguay el ingreso de Venezuela al Mercosur, su
Presidencia temporal estaría en el primer semestre del 2008 a cargo
del Presidente Chávez.
Las Cumbres pueden tener defectos. Puede ser conveniente reducir su frecuencia
y prepararlas con pericia. Todos sus protagonistas deben reconocer reglas
de juego elementales. Pero si no se realizaran, nuestro país perdería
un instrumento de su política externa que, si se sabe aprovechar
puede ser útil a sus intereses nacionales.
|