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  Félix Peña

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 Mayo de 2006

El valor práctico del Mercosur en el comercio exterior argentino


Luis Pagani colocó la cuestión del Mercosur en una perspectiva correcta cuando señaló - tras una reunión de la Asociación Empresaria Argentina con Felisa Miceli, la Ministra de Economía - que "uno accede a mercados subsidiados y vence otras desventajas basándose en un mercado regional grande como es el Mercosur. Hoy el Mercosur está bastante vapuleado, pero tampoco podemos quedar como un país aislado" (El Cronista, 5 de mayo 2006).

Con su experiencia práctica de empresario exitoso en el comercio exterior, Pagani focalizó al Mercosur en su real valor práctico: un mercado regional grande como plataforma para negociar y competir en el mundo. Y alertó sobre el riesgo - y podríamos agregar, los costos - que para un país como el nuestro tendría el quedar aislado.

Está de moda vapulear al Mercosur afirmando que no sirve o que está muerto. Parece conveniente por ello esbozar un balance sobre sus primeros quince años. Arroja un resultado mixto.

En lo positivo, puede señalarse el aprendizaje acumulado sobre cómo desarrollar un proceso de integración - que aspira a ser profundo - entre naciones de distinta dimensión económica que han optado voluntariamente por asociarse. Nadie obligó a nadie a crear el Mercosur. Nadie obliga a nadie preservarlo si no sirve o mantenerse como miembro si no le conviene. Es conveniente, al respecto, hablar claro.

Ese aprendizaje indica que tres factores son claves a fin de preservar el pacto asociativo y seguir avanzando:

" la capacidad de cada socio para definir qué necesita lograr del Mercosur, incluyendo reglas de juego que reflejen sus intereses;

" las estrategias de sus empresas para aprovechar el espacio integrado, y

" la eficacia de las instituciones comunes para generar por consenso reglas de juego que se cumplan y sean previsibles.

Y es precisamente en torno a tales factores que se observan deficiencias del Mercosur. ¿Cuántas pueden atribuirse a los dos primeros factores y cuántas al tercero? Probablemente la percepción de un proceso que dista de haber producido los resultados esperados, refleje insuficiencias tanto en el plano de las estrategias nacionales y empresarias, como en el de metodologías de trabajo conjunto.

Es difícil poner en común objetivos e intereses nacionales - compartiendo mercados y recursos - si un país o sus empresas no tienen claro cuáles son sus objetivos estratégicos y cuáles son sus opciones reales.

Pero también es difícil si los métodos de trabajo son defectuosos. Ello incluye la forma en que se procesan y definen los intereses de cada país en relación a la región y a su proyección internacional; los procesos de producción de reglas de juego comunes; los mecanismos para asegurar que ellas se cumplan, y los procedimientos para administrar naturales controversias que puedan resultar de su aplicación.

Cuesta imaginar opciones creíbles al Mercosur y es fácil prever consecuencias políticas de una mayor erosión de este bien público regional. Hay nubarrones acumulados en el horizonte internacional, como para que nos demos el lujo de enviarlo a un imaginario "museo de las irrelevancias".

Cada socio deberá trabajar en sus propios frentes internos a fin de definir sus intereses nacionales y de aportar ideas para mejorar la eficacia de las metodologías de integración. Al Mercosur le sobran diagnósticos - incluso superficiales -, pero le faltan propuestas concretas que reflejen intereses de cada país, incluyendo por cierto, sus empresas, consumidores y trabajadores.

Un desafío es demostrar que los naturales conflictos entre sus socios - a veces resultantes de la vecindad y no siempre atribuibles al Mercosur - pueden ser solucionados en la medida que se profundicen visiones de conjunto y métodos de trabajo que aseguren un cuadro de ganancias mutuas. Ello es válido también en el caso de diferencias vinculadas con sectores de la producción o de conflictos derivados del hecho de compartir un espacio geográfico.

La clave con respecto a un Mercosur que sirva a todos, probablemente cruce por iniciativas prácticas que permitan transformar la inevitable vecindad en un factor que potencie proyectos nacionales ambiciosos - acordes con las oportunidades del nuevo mapa de la competencia económica global - pero realistas - acordes con el valor real de cada uno de nuestros países en el plano global y regional-.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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