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Coloquio Anual de IDEA | 10 de
noviembre de 2004 |
Comercio Exterior e inserción competitiva en la economía
mundial: Apuntes para el debate sobre una agenda para la sociedad argentina
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El objetivo principal de estos apuntes es facilitar un necesario
debate sobre el comercio exterior y la inserción competitiva de
la Argentina en la economía mundial.
Para datos estadísticos y un análisis reciente sobre el
comercio exterior argentino en el período post-convertibilidad,
se recomiendan los siguientes artículos: Marcela Cristini, "Las
exportaciones argentinas después de la devaluación y el
default: un sendero despejado?, en Boletín Informativo Techint,
nº 311, Enero-Abril 2003, ps 25-51, y Gustavo Svarzman y Ricardo
Rozemberg, "El escenario post convertibilidad y la viabilidad de
un despegue exportador: un análisis de los condicionantes macro
y macroeconómicos", en Boletín Informativo Techint,
nº 313, Enero-Abril 2004, ps 25-48. Además ver los estudios
recientes e informes periódicos producidos por el Centro de Estudios
de la Producción, www.mecon.gov.ar/sicym/industria/cep/default1.htm
y los del Centro de Economía Internacional, www.cei.mrecic.gov.ar/home.htm.
Para un seguimiento de las negociaciones comerciales internacionales en
una perspectiva de la agricultura argentina,, ver el Boletín del
Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales, www.inai.org.ar/boletin.htm.
Para datos estadísticos globales, y análisis e información
reciente sobre el comercio internacional y la competencia económica
global, se recomiendan los siguientes informes: WTO, "World Trade
Report, 2004", en www.wto.org ; UNCTAD, "Trade and Development
Report, 2004" y "World Investment Report, 2004", en www.unctad.org
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1. La proyección al mundo de la capacidad de producir bienes
y de prestar servicios, es una de las cuestiones prioritarias de la agenda
de la sociedad argentina.
Es crecientemente reconocida como una de las cuestiones que requieren
de una política de Estado, con los componentes de legitimidad social,
eficacia y continuidad que se necesitan para lograrla.
Los cambios que se están operando en la competencia económica
global, así como la propia opción de los argentinos por
una sociedad abierta, pluralista, moderna y democrática, han contribuido
a reinstalar en la agenda nacional la cuestión de su inserción
internacional, como una de las condiciones para satisfacer las expectativas
de bienestar de toda la población.
Es una cuestión que requerirá en el futuro mucho debate
social, sobre cómo tener éxito en la inserción competitiva
en el mundo y sobre cómo concertar los esfuerzos de toda la sociedad
en el objetivo de lograr tal éxito.
Las experiencias pasadas del país así como la de otros países
similares -en la propia región latinoamericana, en el Asia y, más
recientemente, en la Europa del Mediterráneo, Central y del Este,
así como en países como Australia, Nueva Zelandia, y del
África del Mediterráneo y del Sur-, ponen de manifiesto
que es una cuestión que no sólo requiere la movilización
de todas las energías sociales, sino que además, puede contribuir
a introducir factores positivos de cohesión social.
Incluso la cohesión social - junto con la estabilidad en las políticas
públicas y en las condiciones macro-económicas; la calidad
de la organización y una visión optimista de las oportunidades
que se generan en el entorno internacional -, es reconocida como uno de
los factores claves en la capacidad de un país para competir con
éxito en los mercados mundiales.
La cultura de la inserción económica internacional y del
comercio exterior, aparece entonces como indisociable de la de la democracia
y la equidad en una sociedad abierta.
En el caso de la Argentina y sin perjuicio de otras, ello se debe además
a por lo menos tres necesidades prácticas:
- la de mantener un nivel creciente de importaciones, especialmente
de insumos y de bienes de capital, a fin de asegurar una continua expansión
y modernización de la capacidad productiva del país;
- la de superar las limitaciones de demanda resultantes de un mercado
de dimensión relativa reducida y poco relevante en el comercio
mundial, y
- la de aprovechar plenamente las ventajas competitivas que pueden desarrollarse
en el país, en especial como consecuencia de su particular dotación
de recursos naturales y humanos.
2. ¿Qué se puede observar como destacable en la experiencia
acumulada por el país en materia de exportaciones en las últimas
décadas?
Se observa un cuadro de situación con los siguientes rasgos dominantes:
- fuerte concentración de las exportaciones en un número
reducido de productos, en su mayoría no diferenciados y en un
número también reducido de empresas, en su mayor parte
grandes;
- limitada experiencia en la exportación de servicios, especialmente
los que pueden ser transables a escala internacional como resultante
de las nuevas tecnologías de la información;
- elevada vulnerabilidad a las fluctuaciones en los precios de los commodities;
- pocas regiones del país con producción exportable actual
y, a la vez, muchas con producción exportable potencial, y
- pocas empresas nacionales internacionalizadas, esto es, con actividades
productivas o de prestación de servicios localizadas en distintos
mercados externos.
3. 3. ¿Cuáles son los principales rasgos a destacar
en materia de comercio exterior y especialmente de exportaciones, considerando
tanto el período de la convertibilidad como el más reciente
de la post-convertibilidad?
Sin perjuicio de otras, pueden destacarse las siguientes:
- Se ha tomado conciencia que una paridad cambiaria favorable es un
factor importante, pero que opera como condición necesaria pero
no suficiente para explicar el éxito en las exportaciones y,
sobre todo, su sustentabilidad en el tiempo;
- El mayor éxito en las exportaciones se ha logrado con productos,
en muchos sectores, que son la resultante de un fuerte y prolongado
esfuerzo de inversión e incorporación de progreso técnico,
así como de la adopción de tecnologías organizativas
que permiten acceder a los mercados externos, incluyendo la inserción
en redes transnacionales y la internacionalización de las empresas;
- Se observa una mayor cultura de comercio exterior, esto es, una mayor
valoración por parte de la sociedad y de las empresas de las
ventajas de tener una presencia activa en los mercados externos, y de
las condiciones que se requieren para penetrarlos y, sobre todo, para
mantenerse en ellos a través del tiempo;
- En sectores con experiencia exportadora, se observa que uno de los
principales factores restrictivos para preservar su penetración
de mercados externos, proviene por el lado de una oferta suficiente
de bienes en condiciones de ser exportados -a la vez que se atiende
la demanda interna- y ello, a su vez, se lo vincula con el esfuerzo
de inversión, de incorporación de progreso técnico,
de organización y, especialmente en el caso de empresas y productores
de menor dimensión, de la cultura y práctica de la asociatividad
para el comercio exterior;
- Se atribuye un mayor valor a la activa participación del país
en negociaciones comerciales internacionales, orientadas a asegurar
el acceso a terceros mercados (seguro contra el proteccionismo) y a
obtener reglas de juego que favorezcan la competitividad de bienes y
servicios originarios en el país. En tal sentido, cabe destacar,
una creciente toma de conciencia de los costos que el país puede
pagar por no participar en las negociaciones comerciales internacionales
con países de gran dimensión o bloques económicos,
en tanto que otros países con ofertas de exportación similares
a la nacional sí lo hacen;
- Se percibe al Mercosur, a pesar de sus notorias limitaciones y defectos,
no sólo como un instrumento para la inserción competitiva
en el mercado brasilero, pero también como una plataforma importante
para facilitar la transformación productiva en el país,
y para mejorar el perfil competitivo y negociador de la Argentina en
el mundo, y
- Se reconoce en forma creciente, que el éxito en el esfuerzo
exportador requiere de una sistemática conjunción de esfuerzos
entre el sector gubernamental -a nivel nacional, provincial y local-
y el empresario, como así también entre los distintos
sectores de la producción.
4. 4. ¿Cuáles son objetivos estratégicos prioritarios
que pueden ser definidos en base a las experiencias del pasado y de la
de países con rasgos similares a los de la Argentina, y que son
exitosos en su inserción económica internacional?
Tres objetivos estratégicos aparecen como prioritarios:
- Articular y desarrollar una estrategia-país orientada a una
inserción competitiva exitosa en la economía mundial,
con características de política de Estado, que permita
superar las discontinuidades y la fragmentación de esfuerzos
que han caracterizado por muchas décadas la experiencia argentina
en la materia, y que a la vez, otorgue una fuerte legitimidad social
a las políticas públicas, instituciones y negociaciones
comerciales que se requieren;
- Transitar de una larga etapa de episodios de crecimiento de exportaciones,
a una más compleja de desarrollo sustentable de internacionalización
de la capacidad de producir bienes y de prestar servicios, lo que implica
reconocer al comercio exterior a la vez como un motor y una consecuencia
de la transformación productiva del país, y
- Operar un salto cuantitativo en las exportaciones de bienes y de servicios,
a uno cualitativo en la oferta originada en el país en base a
un mayor valor agregado intelectual, resultante de inversión,
organización, educación, innovación, y desarrollo
científico y tecnológico.
5. 5. ¿Cuáles son algunos de los factores que pueden
considerarse como relevantes para la estrategia de comercio exterior y
de inserción competitiva de la Argentina en la economía
mundial y regional?
Sin perjuicio de otros, tres aparecen como más destacables:
- La calidad del diagnóstico sobre la dinámica de la competencia
económica mundial y sobre los principales factores que desplazan
ventajas competitivas. En muchas oportunidades a través de su
historia, la Argentina al igual que otros países latinoamericanos,
han tenido dificultades en captar a tiempo los cambios operados en la
competencia económica mundial. Dos momentos pueden citarse como
ejemplo. En la década del 30 del siglo pasado, el fin del predominio
británico en la economía mundial y su consiguiente impacto
en las exportaciones agrícolas de la Argentina. En la década
de los 60, también del siglo pasado, la emergencia gradual del
protagonismo comercial de los países del Sudeste asiático
y la importancia creciente de las redes transnacionales de producción,
con su consiguiente impacto en las políticas de sustitución
de importaciones de países latinoamericanos, incluyendo la Argentina.
Un punto focal del diagnóstico sobre las fuerzas profundas que
operan cambios en la competencia económica global, se relaciona
con la apreciación correcta del valor relativo -o grado de prescindibilidad-
de un país y su producción, en la perspectiva de las principales
potencias del momento. Tal valor relativo o grado de prescindibilidad,
puede estar fuertemente influenciado por consideraciones de tipo estratégico,
siempre en la perspectiva de la agenda de cuestiones críticas
de las principales potencias del sistema internacional. Ello se ha manifestado
en varias oportunidades en las últimas décadas, sea en
la importancia relativa de países del Sudeste Asiático,
de la Cuenca del Caribe y del Oriente Medio en la perspectiva de los
Estados Unidos o, más recientemente, en la de Europa Central
y del Este, y los países del Mediterráneo africano en
la perspectiva de la Unión Europea.
Además de factores clásicos de desplazamientos de ventajas
competitivas de las naciones, como son entre otros, el mencionado valor
estratégico de un país para las principales potencias
y, en particular, los cambios tecnológicos en la producción,
en el transporte y en la transmisión de información, cabe
resaltar la importancia que ha adquirido en las últimas décadas
el acceso preferencial asegurado a grandes mercados, por medio de la
celebración de distintas modalidades de acuerdos regionales,
o la extensión del tratamiento de más favor a grandes
economías emergentes como consecuencia de su acceso al sistema
multilateral global de comercio, institucionalizado a partir de 1994
en la Organización Mundial del Comercio (OMC), como lo pone en
evidencia el caso de la China.
- La incorporación de valor intelectual a procesos productivos
y de comercialización. Este factor es más importante en
el caso de países como la Argentina, que difícilmente
puedan competir en base a abundancia de mano de obra barata o a un alto
grado de desarrollo científico y tecnológico. En tal perspectiva
cobra toda su importancia la gestión del factor calidad en la
oferta de bienes y servicios, y el aprovechamiento de recursos humanos
calificados y especialmente con talentos para la creatividad. Ello permite
sacar todo el provecho a las ventajas originadas en una excepcional
dotación de recursos naturales.
Competir en base a inteligencia, creatividad y calidad, permite diferenciar
productos y obtener ganancias de valor percibido en la oferta del país,
especialmente en la perspectiva más exigente de los consumidores
de mayor poder adquisitivo, tanto en los países altamente industrializados
como en países emergentes. Una estrategia de comercio exterior
en base a la noción de valor percibido por parte de consumidores
exigentes, no sólo implica acreditar marcas y productos, sino
también desarrollar la imagen de un país que por su comportamiento
en todos los planos, es capaz de generar productos y servicios de calidad
y, por lo tanto, confiables.
- La densidad de la conectividad global del país, a través
de la participación activa y confiable en el marco de las reglas
de juego de la OMC, y del tejido de una red de acuerdos regionales y
comerciales preferenciales, como es el objetivo del Mercosur y otros
acuerdos que negocia en la actualidad la Argentina. El sentido de una
estrategia de conectividad global y regional, es generar un marco de
previsibilidad en las reglas de juego y en las condiciones de acceso
a los mercados, que tornen al país en atractivo en la competencia
global por las inversiones productivas, que en general se canalizan
a través de grandes redes globales de producción y comercio.
Tal estrategia debe facilitar precisamente la inserción de la
producción y los servicios del país en las redes transnacionales
tejidas dentro o entre empresas, así como el desarrollo de redes
transnacionales con epicentro en el propio país.
6. ¿Qué requerimientos organizativos plantea una estrategia-país
para insertarse competitivamente en los mercados globales y regionales,
con productos y servicios de calidad?
Por lo menos en tres planos, aparece como conveniente realizar un esfuerzo
particular para mejorar sustancialmente la calidad organizativa del país
en el plano de su comercio exterior.
Ellos son:
- El gubernamental, en los niveles nacional, provincial y local, a fin
de obtener un grado más elevado de coordinación y control
de gestión, tanto en materia de formulación de políticas
públicas que inciden sobre flujos de comercio y de inversión,
y sobre estrategias empresarias, como en la de las negociaciones comerciales
internacionales y, en particular, en la de la promoción comercial,
entre otros medios, a través de la diseminación de abundante
y oportuna información que facilite la gestión de inteligencia
competitiva por parte de las empresas;
- El institucional empresario, tanto en las organizaciones de cúpula
como en las sectoriales, provinciales y locales, a fin de lograr una
mayor concentración de esfuerzos y de representación,
y de actualizar los servicios de apoyo a las estrategias exportadoras
de las empresas, incluyendo el tejido de alianzas con instituciones
empresarias de otros países, comenzando por el propio Mercosur,
y la diseminación de información y de inteligencia comercial,
y
- El empresario, especialmente las pequeñas y medianas empresas,
a través de una práctica sistemática de la asociatividad
y de la inserción en redes transnacionales de producción
y comerciales, y a través de una gestión eficiente de
su inteligencia competitiva.
7. ¿Cuáles son las principales tendencias que se observan
en la competencia económica global y que pueden tener una incidencia
en el desarrollo de una estrategia-país de inserción competitiva
exitosa?
Hay cinco tendencia que se vienen observando en las últimas décadas
y, en particular en los últimos años, y que muy probablemente
continuarán acentuándose en el futuro.
Ellas son:
- El desarrollo de grandes redes transnacionales de producción
y comercio, originadas en los países más industrializados
y en los últimos años también en numerosos países
emergentes. Son redes a través de las cuales se canalizan una
parte muy significativa -se estima en un 70%- de los flujos de comercio
de bienes y servicios, de inversiones productivas y financiamiento,
y de progreso técnico. Operan a escala global y regional, fragmentando
las cadenas productivas y practicando la maquila, el "out-sourcing"
y el "offshoring". Maximizan con tales prácticas ventajas
originadas en acuerdos preferenciales y los diferenciales de costos
de mano de obra, incluyendo la calificada.
Son altamente sensibles al clima de inversión y a la percepción
de condiciones de gobernabilidad y de estabilidad económica que
prevalece en los distintos países. Son sensibles a los índices
de competitividad, de corrupción y de riesgo-país, que
diferencian a los países en los que pueden radicar sus operaciones;
- La proliferación de acuerdos regionales y comerciales, con
preferencias exclusivas para sus socios. Son acuerdos que se celebran
formalmente en el marco de la OMC. Constituyen excepciones al tratamiento
de más favor. Prevén tratamientos discriminatorios con
respecto a bienes y servicios provenientes de países que no son
parte del acuerdo, especialmente a través de un arancel externo
común o de reglas de origen específicas. Incluyen tratamientos
preferenciales en materia de inversiones y de compras gubernamentales.
Adoptan múltiples modalidades, en particular las previstas en
las normas de la OMC en materia de zonas de libre comercio, de uniones
aduaneras, y de tratamientos preferenciales para países en desarrollo
y entre países en desarrollo;
- El "despertar de las ballenas", esto es, el fenómeno
de grandes economías emergentes que se incorporan a la competencia
económica global, adoptando diferentes modelos de eficiencia
económica y alcanzando condiciones razonables de gobernabilidad.
Este fenómeno, reflejado fundamentalmente en los casos de China
e India, es quizás el que más está acentuando los
cambios en las condiciones de la competencia económica global.
Kim Clark, el Decano del Harvard Business School, lo resalta de la siguiente
forma: "simplemente no hemos comprendido plenamente el completo
impacto de 2.500 millones de personas entrando a la economía
mundial de la que no eran parte aún" (citado en el suplemento
"The Future of Work" del Financial Times, del 27 de septiembre
de 2004).
Las ballenas emergentes -entre las cuales deben incluirse Brasil, Rusia
y África del Sur, entre otras- representarán en los próximos
años el 40% de la población mundial y una parte creciente
del producto bruto y del comercio global. La diferencia con el pasado,
será que una proporción creciente de sus poblaciones está
accediendo a pautas y niveles de consumo propios de los consumidores
de niveles altos y medios de los países más desarrollados;
- Las demandas de calidad -especialmente sanitaria- de los consumidores
de nivel alto y medio de los países más industrializados
y, crecientemente de los países en desarrollo, y
- La concentración del poder real de crear reglas de juego del
comercio mundial y de la competencia económica global y regional,
en un número reducido de grandes países o bloques regionales.
Este fenómeno adquiere mayor importancia para todos los países
-tanto los formadores ("rule-makers") como los tomadores de
reglas ("rule-takers"), si se considera que -según
una gráfica expresión- la OMC y otros acuerdos regionales
ahora "tienen dientes". Esto es, han mejorado sustancialmente
su capacidad de tornar exigibles las reglas de juego a través
de la eficacia de los mecanismos de solución de controversias.
Ilustran esta tendencia, casos recientes tanto entre países industrializados
(varios casos en la OMC entre los Estados Unidos y la Unión Europea),
como entre países en desarrollo y países industrializados
(como por ejemplo, los casos del algodón entre Brasil y los Estados
Unidos, y del azúcar, entre Brasil y la Unión Europea,
ambos ganados en primera instancia por el Brasil).
En esta perspectiva, cobra fundamental importancia para países
en desarrollo que individualmente sólo pueden ser tomadores de
reglas, tanto el articular alianzas con otros países en los foros
comerciales internacionales -como han sido, por ejemplo, los denominados
"G.20" y "G.90" en el ámbito de la OMC -,
a fin de adquirir así capacidad para incidir en la producción
de nuevas reglas, como el extraer todas las consecuencias de un sistema
de comercio internacional que es orientado por reglas ("rule-oriented")
que permiten, utilizadas con inteligencia, atenuar las tendencias naturales
a orientar el sistema en torno a consideraciones de poder ("power-oriented").
8. ¿Qué importancia tienen para una estrategia-país
de comercio exterior y de inserción competitiva en la economía
mundial, las negociaciones comerciales internacionales en las que participa
la Argentina, y cuáles son sus perspectivas?
La experiencia de la Argentina en la OMC y en el Mercosur, así
como la de muchos otros países que en los últimos años
han participado en negociaciones comerciales internacionales en el ámbito
global, regional o bilateral, es que de ellas resultan reglas de juego
que al ser aplicadas, producen efectos en al menos tres planos relevantes
para la estrategia-país en materia de comercio internacional e
inserción competitiva en la economía mundial.
Ellos son:
- el condicionamiento de las políticas públicas que se
pueden aplicar, especialmente en materia del comercio de bienes y de
servicios, de inversión extranjera y propiedad intelectual, de
compras gubernamentales;
- el desplazamiento de ventajas competitivas a favor o en contra de
las empresas que operan desde el país, como consecuencia de cómo
los resultados de las negociaciones pueden afectar las condiciones para
acceder a los mercados de terceros países o de operar en ellos.
Tal desplazamiento suele producirse "por goteo", esto es,
con efectos que se manifiestan en plenitud a través del tiempo.
Por ejemplo, recién este fin de año producirá sus
plenos efectos lo acordado en materia de cuotas textiles en el Acuerdo
de Textiles y Vestimentas, aprobado en 1994 al concluirse la Rueda Uruguay.
Otro ejemplo, es el efecto que producirá sobre productos de origen
argentino, la maduración de los programas de liberación
arancelaria acordados por Chile, entre otros, con los Estados Unidos
y con la Unión Europea , y
- el efecto sobre la imagen externa y la credibilidad del país,
en la perspectiva de las estrategias y decisiones de inversión,
tanto de redes transnacionales de producción y de comercio, como
de otros inversores, incluso los propios.
La Argentina participa en la actualidad en por lo menos tres frentes
negociadores relevantes.
Ellos son:
- el multilateral global en el marco de la Rueda Doha en la OMC. El
plazo originalmente previsto para concluir las negociaciones era diciembre
de 2005. Sin embargo, tras el fracaso de la reunión ministerial
de Cancún en 2003, ha producido una dilación en las negociaciones.
En julio se acordó el marco para el desarrollo de las negociaciones,
las que podrían concluir - en un escenario optimista - a fines
de 2005, como más temprano;
- el regional en torno a tres ejes:
- El del Mercosur (ver en el anexo 1, un análisis de la
situación actual del Mercosur y de sus perspectivas);
- El de la ALADI, que incluye una amplia red de acuerdos preferenciales
y de libre comercio, el último de los cuales ha sido el celebrado
entre países de la Comunidad Andina y los del Mercosur, y
- El del espacio sudamericano, que incluye además de la red
de acuerdos celebrados en el marco de la ALADI, acciones conjuntas
en el campo de la energía, la infraestructura física
y el financiamiento.
- El regional hemisférico y el inter-regional en torno, a su
vez, a tres ejes:
- El del ALCA, especialmente con los Estados Unidos. Las negociaciones
han quedado interrumpidas y se presume serán retomadas tras
la inauguración de la nueva administración americana.
De todas formas, la mayor parte de los países del Hemisferio
están hoy participando de una amplia red de acuerdos preferenciales,
que incluye particularmente la desarrollada en el ámbito
ya mencionado de la ALADI y la que numerosos países han enhebrado
con los Estados Unidos e, incluso, con el Canadá;
- El del Mercosur con la Unión Europea (ver en el anexo 2,
un análisis sobre la situación y perspectivas de esta
negociación a la luz de los resultados de la reunión
de Lisboa, el pasado 20 de octubre), y
- El de los acuerdos preferenciales que los países del Mercosur
están negociando con países extra-regionales, como
la India y Sudáfrica, sin perjuicio de otros que puedan negociarse
en el futuro, por ejemplo, con China.
9. ¿Cuáles son los principales requerimientos planteados
por el Mercosur y los demás frentes negociadores comerciales internacionales,
a las empresas que operan en el país?
Tales requerimientos se refieren, a la vez, a la representación
de los intereses defensivos y ofensivos que resulten de las respectivas
estrategias empresarias, y sobre todo, al aprovechamiento de los escenarios
post-negociadores.
Los principales son:
- El seguimiento de las negociaciones y su "decodificación"
en la perspectiva de empresas, sectores y regiones del país.
Muchos países facilitan tal tarea a través de la diseminación
de información oportuna y relevante por páginas Web oficiales;
- La canalización de intereses ofensivos y defensivos de cada
empresa a través de las instituciones empresarias de cúpula,
sectoriales y locales, y de los foros de participación habilitados
por los negociadores. En muchos países existen foros empresarios
especialmente orientados al seguimiento de las negociaciones y a la
articulación de intereses intra-sectoriales. La Coalición
Empresaria del Brasil es, entre otros, un ejemplo en tal sentido;
- La participación activa en los mecanismos orientados a facilitar
e incentivar la integración de cadenas de valor, especialmente
en el ámbito del Mercosur y, eventualmente, de otros acuerdos
preferenciales. Es el caso de los denominados "foros de competitividad"
instalados recientemente en el Mercosur, y
- El desarrollo de estrategias empresarias -o de grupos de empresas
asociadas- para competir en los escenarios post-negociaciones comerciales.
10. A modo de resumen, se resaltan los siguientes tres puntos relacionados
con una estrategia-país en materia de comercio exterior y de inserción
competitiva en la economía mundial:
- En base a las experiencias acumuladas en las últimas décadas,
desarrollar una estrategia de comercio exterior y de inserción
competitiva en la economía mundial - con características
de política de Estado - orientada a producir un salto cualitativo
en la oferta de bienes y servicios originarios en el país, como
condición para un salto cuantitativo sustentable;
- La calidad de la organización y la coordinación de esfuerzos
entre el sector público y el sector empresario, y dentro del
sector empresario, como forma de mejorar sustancialmente la inserción
de la economía argentina a escala global y regional, y
- La atención prioritaria a los requerimientos planteados por
la participación de la Argentina en el Mercosur y en las demás
negociaciones comerciales internacionales, y por el aprovechamiento
de los escenarios post-negociadores.
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ANEXO 1
Mercosur y las relaciones entre la Argentina y el Brasil: Perspectivas
para su evaluación y propuestas de acción
Para información y análisis más detallados
sobre la situación del Mercosur, ver el informe del Primer Seminario
Regional sobre Integración Productiva - Argentina/Brasil 2004,
organizado por el Centro de Estudios Bonaerenses y Prospectiva, el 10
de junio 2004.
La próxima Cumbre del Mercosur en Ouro Preto, coincidirá
con el cumplimiento de los diez años de la aprobación del
arancel externo común. Junto con la eliminación completa
de aranceles y restricciones no arancelarias al comercio recíproco,
el arancel externo fue concebido como uno de los instrumentos vertebrales
del Tratado de Asunción, paso previo a la etapa de más largo
aliento de construcción de un mercado común.
Uno de los supuestos explícitos en la negociación de estos
instrumentos vertebrales era el avance en la coordinación macro-económica
y en la integración sectorial. En estos diez años, no se
ha podido cumplir con ninguno de los dos supuestos. Tampoco se ha avanzado
en el desarrollo de los otros elementos del mercado común, tal
como fueran definidos en el artículo 1º del pacto constitutivo.
Podría incluso llegar a considerarse entonces que, en buena medida,
tal pacto constitutivo plasmado en el Tratado de Asunción, ha sido
superado por la realidad.
También se cumplen los diez años del Protocolo de Ouro Preto
que estableció una estructura institucional con órganos,
procesos de creación normativa y efectos jurídicos de las
reglas aprobadas por consenso. Ella evolucionó recientemente con
la Presidencia del Comité de Representantes Permanentes y la Secretaría
Técnica. Por lo que ha trascendido, la idea sería que ambos
órganos se incorporen a una nueva versión de tal Protocolo
que sería conocido como "Ouro Preto II".
Perspectivas para evaluar la experiencia acumulada
La experiencia acumulada con el Mercosur desde su creación -incluso
desde que se lanzara en 1985 el desarrollo de la etapa bilateral del proceso
de integración entre la Argentina y el Brasil- y en particular,
en estos diez años de vigencia del arancel externo común,
puede ser apreciada al menos desde tres perspectivas complementarias.
La primera es la política. Se relaciona con el signo de las relaciones
que han enhebrado cuatro países que son vecinos y que han acrecentado
en las últimas dos décadas la densidad de su conectividad
en todos los planos. Son relaciones hoy dominadas por la lógica
de la integración, frente a lo que ha sido común en la historia
entre países vecinos en todo el mundo, esto es el predominio de
la lógica de la fragmentación y, en última instancia,
la del dominio hegemónico e incluso la absorción por uno
de ellos. Ello ha sido más frecuente en los subsistemas internacionales
marcados por profundas asimetrías de poder y dimensión económica
entre los vecinos.
Lo cierto es que, más allá de tensiones ocasionales y de
conflictos comerciales naturales, se ha ido consolidando entre los socios
del Mercosur-y entre ellos y sus principales asociados, Chile y Bolivia-
la idea de un "barrio" que aspira a ser de calidad, con confianza
recíproca y "buenos modales".
Es la noción de una zona de paz, cuyo valor internacional se acrecienta
en la medida que pueda ser concebido como un núcleo duro de la
estabilidad política sudamericana. Es un bien público que
debe ser preservado y cultivado a través del ejercicio sutil de
una diplomacia de integración -no sólo gubernamental pero
también de los actores sociales- y del tejido perseverante de una
densa red de conectividad en todos los planos -y no sólo en el
económico y comercial-, ya que la historia universal -e incluso
muchas experiencias contemporáneas- indica que suele ser más
fácil retroceder que avanzar en la orientación y la calidad
de las relaciones entre países vecinos.
Hasta que punto un eventual colapso del Mercosur o su declinación
hacia un plano de marcada irrelevancia económica pudiera tener
un efecto de deterioro en este logro político, es una cuestión
que merece reflexión por parte de todos los que aprecian la inserción
de cada uno de nuestros países en un subsistema regional dominado
por la lógica de la integración y no por la de la fragmentación,
es decir, que valoran la inserción en un "barrio de calidad".
La segunda perspectiva para una evaluación del Mercosur es la del
intercambio comercial. Se relaciona prioritariamente con los flujos de
comercio de bienes entre los socios. En este plano se observan en estos
años de experiencia acumulada, fluctuaciones que pueden ser fundamentalmente
explicadas por disparidades en los comportamientos de las respectivas
economías -especialmente las del Brasil y la Argentina- y, por
momentos, también por pronunciadas disparidades cambiarias.
¿Cuánto del comercio recíproco y de sus fluctuaciones
en los últimos años, puede deberse a la existencia del Mercosur
y de sus reglas de juego, y cuánto es la resultante natural de
la contigüidad geográfica de economías que se abrieron
al mundo y no sólo a la región en la década de los
noventa? Es una pregunta que aún requiere ser respondida con precisión
y con evidencia empírica, a fin de poder clarificar efectos comerciales
negativos y positivos que se le suelen atribuir al Mercosur.
La tercera perspectiva es la de la inversión productiva. Es probablemente
la más importante desde el punto de vista político y no
sólo económico. Significa visualizar el Mercosur como un
instrumento de transformación productiva de cada país socio
y por ende, de incorporación de progreso técnico y de creación
de empleo calificado. Tiene que ver con la capacidad para competir a escala
global y no sólo regional. Es lo que le da sentido ante las respectivas
ciudadanías, a la idea tan difundida en los momentos fundacionales
de abrir para todos el acceso a un mercado de más de doscientos
millones de consumidores.
Es en esta última perspectiva donde el Mercosur -luego de diez
años de unión aduanera aún incompleta- plantea más
preguntas que respuestas a aquel empresario -especialmente pequeño
o mediano- que evalúa la conveniencia de invertir en función
del espacio económico prometido. Son preguntas alimentadas por
una vivencia de reglas precarias, de debate existencial continuo sobre
la conveniencia del Mercosur y sobre sus modalidades - ¿zona de
libre comercio o unión aduanera?-, de un campo de juego desnivelado
y de escasa transparencia en los mecanismos de negociación.
En la perspectiva de un potencial inversor, nacional o extranjero, tres
son las preguntas principales que esperan respuestas claras por parte
de los países miembros. Las tres se refieren al potencial del Mercosur,
como proceso formal de integración, para constituir un real incentivo
institucional y económico a la inversión productiva.
Tales preguntas son:
- ¿están dispuestos los socios -especialmente los dos
de mayor dimensión económica- a aceptar disciplinas colectivas,
que restrinjan su libertad para aplicar discrecionalmente políticas
públicas en materia de desarrollo económico, comercio
exterior e inversiones productivas?;
- ¿en qué consiste la preferencia económica entre
los socios y en que consistiría de concluirse las negociaciones
con la Unión Europea y con los Estados Unidos -sea en el marco
de lo que se denominó el ALCA o, eventualmente, en un formato
4+1 -? o, en otras palabras, ¿cuáles son las ventajas
económicas derivadas del privilegio de ser socio pleno, diferentes
a las otorgadas a países con los cuales el Mercosur se asocia
por medio de acuerdos preferenciales, sea en el ámbito latinoamericano,
en el hemisférico, en el bi-regional o en el global?, y
- ¿cómo se garantiza el respeto a la preferencia económica
pactada entre los socios? ¿es que, por ejemplo, quien invierte
en Uruguay o en Paraguay en función del espacio integrado goza
de las mismas garantías de acceso a los mercados de los demás
socios -especialmente de la Argentina y del Brasil-, que hoy tiene quien
invierte en Lituania o en Eslovenia en función del mercado de
la Unión Europea?
En diciembre próximo, en los resultados de la Cumbre de Ouro Preto,
muchos empresarios -especialmente pequeños y medianos- y sus trabajadores,
buscarán al menos un principio de respuesta a estas preguntas.
Las buscarán en la adopción de compromisos exigibles, que
no puedan ser fácilmente dejados de lado. Según fueren las
respuestas, los empresarios se inclinarán o no a tomar en serio
al Mercosur, es decir, a invertir en función del mercado ampliado.
Cuestiones relevantes para un Mercosur con futuro
Desde el origen del proceso de integración, la relación
entre la Argentina y el Brasil ha sido un factor central para su vitalidad
y credibilidad. En la actualidad, al menos dos tendencias parecen coexistir
en tales relaciones con respecto al Mercosur.
Por un lado, se observa la persistencia de una clara voluntad política
de continuar construyendo el espacio de integración económica,
como parte de las estrategias más amplias de inserción de
cada país en el mundo y en la región sudamericana. Los Presidentes
Kirchner y Lula así lo han puesto de manifiesto en forma reiterada.
Por otro lado, son notorias las dificultades metodológicas que
se han planteado en los últimos años en el desarrollo del
proceso de integración.
En nuestra opinión, las deficiencias metodológicas se manifiestan,
sobre todo, en la capacidad institucional para administrar desajustes
temporales o estructurales que generan conflictos comerciales entre los
socios, y para producir reglas de juego que, a la vez que reflejan los
intereses nacionales de los países miembros -asumiendo que ellos
están correctamente definidos-, tengan un fuerte potencial de penetrar
en la realidad, es decir, de ser cumplidas -criterio de efectividad de
las reglas- y de alcanzar, por lo tanto, los objetivos que con ellas se
procura lograr -criterio de eficacia-.
Tales reglas son esenciales para avanzar en la construcción gradual
del Mercosur y, en particular, para introducir las adaptaciones requeridas
por los continuos cambios en las realidades externas e internas de los
países socios. Su efectividad y eficacia, son por lo demás
fundamentales para la aceptación social de los compromisos asumidos,
por ser percibidas como generadores de un cuadro de ganancia mutua entre
los socios -criterio de legitimidad social-.
Lo cierto es que, en ocasión de recientes conflictos comerciales
entre las dos principales economías del área, se ha puesto
una vez más de manifiesto que el Mercosur los procesa mal. Podría
decirse que tiene un mal "aparato digestivo". Como ya ocurriera
en otras oportunidades, en esta ocasión ellas también generan
tensiones de fuerte impacto social, incluso desproporcionadas a la magnitud
de los flujos de comercio involucrados. Desorientan a la opinión
pública, que recibe mensajes contradictorios entre una alianza
épica llena de virtudes y las peleas, hoy por heladeras, ayer textiles
y calzado, luego por automóviles y sus auto-partes.
Lo bueno es que las diferencias luego se diluyen y dejan de ser noticia.
Lo malo es que contribuyen a una erosión por goteo de la imagen
del Mercosur y aumentan su pérdida de credibilidad. Es peor aún
si los socios no tienen -y ninguno parece tener- un "plan B"
sustentable. Es decir un plan viable de inserción económica
internacional que a la vez contribuya a la consolidación de una
región sudamericana dominada por la lógica de integración
y, por lo tanto, por la paz y la estabilidad política en el marco
del predominio de la legitimidad democrática en cada uno de los
países que la componen.
Conviene entonces una discusión serena y un diagnóstico
preciso. ¿Qué es lo que anda mal en el Mercosur? ¿La
idea estratégica o la forma de llevarla adelante?
Si bien en el calor del debate público se efectúan afirmaciones
contundentes -tales como que "el Mercosur ha fracasado" y otras
de similar tono-, no se observa en ninguno de los socios una posición
firme en cuanto al abandono de la idea que encarna el Mercosur. Como se
señaló antes, al menos en los gobiernos actuales ello está
descartado. Tampoco tiene asidero profundo en las opiniones públicas.
Quizás por que todos estamos conscientes del sabor amargo que tendría
un fracaso -además del descrédito internacional y de sus
consecuencias en el complicado escenario sudamericano-. Si hubiera que
reconocer tal fracaso, difícil sería no hacer luego algo
parecido al Mercosur. ¿Y alguien creería en ello?
A pesar de las apariencias, el debate no parece ser entonces de tipo existencial.
Parece más bien centrado en el cómo del trabajo conjunto
entre los socios, es decir en lo metodológico. El eje de tal debate
cruza por una cuestión central en un proceso de integración
voluntaria entre naciones vecinas y con desigual poder relativo: cómo
distribuir costos y beneficios o, en otros términos, cómo
resolver la cuestión de quiénes ganan y quienes pierden.
La fórmula para esta cuestión es simple de definir y difícil
de llevar a la práctica. Se trata por cierto de que todos perciban
que ganan más dentro del club que fuera. Y el problema en el Mercosur
es que, como consecuencia de asimetrías de tamaños, de competitividades
relativas, de situaciones macroeconómicas coyunturales, recurrentemente
hay quienes perciben -o creen percibir- que son perdedores sistemáticos.
Pueden ser países, como los casos de Paraguay o Uruguay. O sectores
industriales o agrícolas sensibles, en cualquiera de los socios.
Se suele sostener que la solución es retrotraer el Mercosur a una
zona de libre comercio. Bien en teoría. En la práctica plantea
enormes problemas. No hay zona de libre comercio moderna sin reglas de
origen específicas. Las zonas de comercio conocidas, que han proliferado
en los últimos años en la región y en otras, ponen
de manifiesto que es con tales reglas de origen específicas que
se discrimina entre socios y no socios.
Al respecto cabe preguntar: ¿Sería fácil una negociación
de reglas de origen específicas en un clima de fracaso del proceso
actual del Mercosur? ¿Y es que, acaso, los problemas recurrentes
que se observan en los últimos años, no se originan precisamente
en el comercio intra-Mercosur de bienes y de servicios, en buena medida
como consecuencia de que los supuestos antes mencionados -coordinación
macro-económica e integración productiva sectorial- y que
fueran explicitados al negociarse el Tratado de Asunción, no pudieron
ser cumplidos?
Creo que abordar en profundidad el debate metodológico es impostergable.
Es conveniente basarlo en un diagnóstico de cuáles son los
problemas sensibles; realizarlo a través de un diálogo franco
y de la negociación, y colocarlo en la perspectiva de un salto
hacia delante. No de un salto a un vacío lleno de ilusiones, un
nuevo espejismo. Pero sí de un salto hacia reglas de más
calidad y realismo que las actuales.
El debate metodológico ha de requerir mucho liderazgo político
e imaginación técnica. Brasil, por ser el país de
mayor dimensión económica que ejerce este semestre la Presidencia
temporal del Mercosur, tiene una responsabilidad principal.
En tal sentido cabe destacar que se observa una actitud cada vez más
escéptica respecto al Mercosur por parte de empresarios y economistas
del Brasil. Múltiples artículos de especialistas y editoriales
de los principales diarios, así lo ponen en evidencia. Desde el
punto de vista de la estrategia negociadora de los otros socios, pero
en especial de la Argentina, conviene tratar de entender cuál es
la perspectiva predominante en el Brasil con respecto al Mercosur, al
menos tal como ella se refleja en la prensa del país.
Los siguientes serían algunos elementos del diagnóstico
que parecerían prevalecer en sectores relevantes del Brasil, especialmente
en los que podrían considerarse como los sectores más escépticos
en relación al Mercosur:
- Los actuales conflictos comerciales del Mercosur, se deberían
fundamentalmente a deficiencias estructurales que afectan la competitividad
relativa de sectores industriales de la Argentina; serían consecuencia
de las propias políticas económicas aplicadas en los últimos
años y de la falta de respuesta empresaria a las oportunidades
abiertas en el mercado del Brasil e, incluso, de los otros socios y
de Chile;
- El hecho de que la balanza comercial bilateral sea ahora deficitaria
para la Argentina y que la tendencia sea a acrecentar la brecha, es
lo que estaría impulsando al gobierno argentino a aplicar medidas
proteccionistas, incluso violando las reglas pactadas; cabría
esperar más proteccionismo hacia el futuro;
- La Argentina no estaría, al menos en plazos cortos, en condiciones
de superar las deficiencias de competitividad relativa que se observan
en varios de sus sectores industriales;
- El mercado argentino es más atractivo ahora que hace dos años,
pero habrían perdido importancia relativa con respecto a otros
mercados de exportación para los sectores industriales del Brasil,
incluso en el sector automotriz;
- En el peor de los escenarios, los productos de origen Brasil en la
Argentina sólo podrían perder la preferencia comercial
resultante del Mercosur; nunca podrían recibir un tratamiento
más restrictivo que el aplicado a terceros países; en
muchos casos los productos brasileños podrían competir
en el mercado argentino aún sin la preferencia comercial; difícil
sería un escenario en el que la Argentina aumente drásticamente
sus restricciones a las importaciones de todos los orígenes,
salvo para algunos sectores muy sensibles;
- En las condiciones actuales, difícil sería para la Argentina
aceptar la idea de una integración económica más
profunda con el Brasil, esto es, avanzar en la línea de un mercado
único;
- La capacidad del Brasil de tirarle un "ancla" a la Argentina
en materia de inversiones directas y de financiamiento de inversiones
industriales, es relativamente limitada;
- Sin embargo, preservar el Mercosur es para el Brasil un objetivo valioso
de su política exterior y útil en sus negociaciones comerciales
internacionales, en particular, por el "efecto-legitimidad social"
de un eventual acuerdo de libre comercio con los EEUU; pero sobre todo
es valioso para el Brasil cooperar para que la Argentina pueda finalmente
superar sus actuales dificultades;
- En síntesis: el Mercosur y la Argentina tendrían hoy
un menor valor relativo para el desarrollo económico del Brasil
e, incluso, para la estrategia de inserción internacional de
sus empresas, que el que tenía al comienzo del proceso; es un
mercado en el cuál las empresas brasileñas podrían
competir aún sin preferencias comerciales; el mayor interés
por preservar el Mercosur proviene de los responsables de la estrategia
internacional y de la política exterior del Brasil, en particular,
en relación al espacio sudamericano, a las relaciones con los
EEUU y a las negociaciones comerciales internacionales (aunque hoy menos
que antes).
En lo inmediato -esto es, en este segundo semestre de 2004- parecería
ser conveniente focalizar la agenda negociadora en relación al
Mercosur, en muy pocas cuestiones centrales. Ellas, sin perjuicio de las
acciones que se desarrollen en el espacio más amplio sudamericano,
especialmente en materia de libre comercio con la Comunidad Andina de
Naciones, de integración energética y de infraestructura
física.
Las principales cuestiones centrales de una agenda de acción inmediata
del Mercosur, podrían ser las siguientes:
- Algún tipo de mecanismo de flexibilización pautada y
temporaria de las reglas de juego que se aplican al comercio intra-Mercosur.
Una hipótesis de máxima, sería reestablecer cláusulas
de salvaguardia a través de una Decisión del Consejo del
Mercosur. Convendría evitar darle un carácter de relativa
automaticidad, incluso para prevenir una avalancha de demandas de sectores
industriales. Una modalidad sería darle a la Secretaría
del Mercosur un papel en el análisis técnico de la situación
concreta que requiere de flexibilización temporaria. Una hipótesis
de mínima, sería establecer la obligación de consulta
entre los socios y dejar librada las medidas concretas al acuerdo que
se logre entre los gobiernos, con participación de los respectivos
sectores empresarios. Precedentes a tomarse en cuenta en la elaboración
de reglas de juego del Mercosur en la materia, podrían ser mecanismos
del estilo del artículo 22 del ACE 14 y de los artículos
26-segundo párrafo y 107 del viejo Tratado de Roma. Tendría
la ventaja de eliminar el argumento que ha utilizado el gobierno del
Brasil, cada vez que señala que un acuerdo voluntario de restricción
de exportaciones podría ser vulnerable en la perspectiva de su
legislación de defensa de la competencia. Una norma Mercosur
permitiría darle cobertura jurídica a tales restricciones
"voluntarias" y facilitaría un control eficaz por parte
de los gobiernos;
- Asignarle mucho énfasis y prioridad política a acuerdos
formales orientados a la integración de cadenas de valor, sea
en el marco de los actuales foros de competitividad, o utilizando la
Decisión CM 3/91 que sigue vigente, o generando un nuevo marco
normativo. La creación de facilidades financieras para proyectos
que se desarrollen como resultado de acuerdos de integración
productiva, podrían incluso ser una de las resultantes de la
cooperación económica que finalmente resulte de la asociación
bi-regional con la Unión Europea;
- Encarar la cuestión del arancel externo común, utilizando
toda la flexibilidad que tolera el artículo XXIV-8, del GATT-1994;
- Acordar programas de integración solidaria en relación
al Paraguay y al Uruguay, que signifique reconocer un Mercosur de geometría
variable y de múltiples velocidades, tanto en relación
al comercio intra-Mercosur, como en relación al AEC;
- Elaborar un código de conducta en materia de incentivos a la
inversión y al comercio intra-Mercosur, por ejemplo, en las líneas
del que se incluye para las inversiones en el acuerdo de comercio interno
del Canadá de 1994.
Estas y otras cuestiones vinculadas con el funcionamiento de las instituciones
del Mercosur deberían ser parte necesaria de un intenso debate
entre los socios y dentro de cada uno, con respecto al futuro de un proceso
de integración regional, concebido como funcional a la transformación
productiva conjunta y a la inserción competitiva en la economía
global.
La participación de los empresarios y demás sectores de
la sociedad civil, especialmente en el ámbito de foros conjuntos
del Mercosur, facilitaría que tal debate refleje los intereses
a veces diferentes de todos los protagonistas relevantes de cada país
miembro. La reciente creación de la Coalición Empresaria
Argentina-Brasil, podría brindar un espacio adecuado para el análisis
y articulación de consensos en torno a nuevas modalidades operativas
del Mercosur, sin perjuicio de la participación prevista de empresarios
de los otros dos países socios y, eventualmente, también
de los asociados.
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ANEXO 2
El Mercosur y la Unión Europea: Una negociación inconclusa
con futuro incierto
Para un análisis más detallado de las negociaciones y sus
dificultades, ver el informe del Grupo de Estudios sobre las Negociaciones
Unión Europea-Mercosur de la Cátedra Mercosur de Sciences-Po,
Paris, titulado "Concluding the EU-Mercosur Agreement: Feasible Scenarios",
edited by Alfredo Valladâo, Félix Peña, Patrick Messerlin,
Paris, 2004 (ver en www.chairemercosur.sciences-po.fr
En Lisboa, el pasado 20 de octubre, el Mercosur y la Unión Europea
debieron constatar que no podían concluir, como estaba originalmente
previsto, el acuerdo de asociación bi-regional. Los negociadores
han preferido no calificar el resultado como un fracaso. Las negociaciones
continuarán, pero esta vez sin plazo fijo para su conclusión.
Es prematuro prever aún cuál será la evolución
futura.
Ambas regiones reconocieron desde el comienzo el valor político
-y no exclusivamente comercial- de la asociación bi-regional, así
como lo difícil que resultaría lograr que las negociaciones
culminaran con éxito en los plazos establecidos.
Las negociaciones han sido efectivamente largas, complejas y, sobre todo,
arrítmicas. Por momentos han entrado en prolongadas mesetas sin
acciones relevantes. Hasta la etapa final predominaron dificultades e
incertidumbres. Sin embargo, si se siguió insistiendo casi hasta
el último momento en el plazo del 31 de octubre, es probablemente
porque los negociadores estimaron que iban a poder concluir al menos un
primer acuerdo, que luego requeriría negociaciones adicionales
a la luz de los resultados de las de la Rueda Doha en la OMC. Es quizás
en esa perspectiva, que se explica la calificación de fracaso del
esfuerzo negociador que ha predominado en muchos analistas y medios empresarios.
Por momentos y sobre todo en la última fase de la negociación,
se generó la sensación que ninguna de las partes podía
reconocer públicamente que no estaba en condiciones de llegar a
un acuerdo, al menos efectuando las concesiones mínimas que la
otra parte podía considerar como aceptable. La ausencia de un suficiente
stock de concesiones mínimas, puede explicar la referencia que
el comunicado de prensa de la reunión de Lisboa efectúa
sobre el nivel de ambición que no se pudo alcanzar.
Incluso, el seguimiento de las negociaciones por los medios de comunicación
-muchas veces la única fuente accesible para quienes no fueran
negociadores- dejaba la impresión de que la principal preocupación
de cada parte era hacer recaer sobre la otra la responsabilidad de un
eventual fracaso. Y en última instancia, ambas partes parecían
coincidir, por distintos motivos, en evitar que se instalare la idea de
que el no cumplimiento del plazo proclamado pudiera ser visualizado como
un fracaso. No parecen haberlo logrado.
En un balance preliminar que requeriría ser profundizado, pueden
identificarse por lo menos tres causas sustantivas y tres metodológicas
para explicar los resultados obtenidos -además de las conocidas
diferencias en relación al comercio agrícola, que en buena
medida debían ser resueltas en las negociaciones multilaterales
en el marco de la OMC-.
Las causas sustantivas podrían tener que ver, en primer lugar,
con la baja importancia relativa del Mercosur para la UE en comparación,
por cierto, a otras prioridades de mayor valor estratégico y económico,
como las resultantes de la ampliación -incluso, los incentivos
para negociar podrían haber disminuido al estancarse las negociaciones
del ALCA- En segundo lugar, con el impacto en las negociaciones de las
ya mencionadas profundas asimetrías de dimensión económica
y grado de desarrollo entre una región y otra. Y en tercer lugar,
con la percepción europea de un Mercosur poco creíble y
que en ciertos temas habría puesto de manifiesto dificultades de
articulación en torno a la agenda negociadora -como por lo demás
también ocurriera en algunas cuestiones en la propia UE-.
En cuanto a las causas metodológicas, las principales podrían
relacionarse con, en primer lugar, las asincronías en los avances
en los otros dos frentes negociadores importantes para la UE y el Mercosur,
esto es, la OMC y el ALCA. Recordemos que en los tres casos se había
previsto concluir al final de este año. En segundo lugar, con discontinuidades
y fragmentaciones en la conducción de las negociaciones, especialmente
del lado del Mercosur, como consecuencia de su perfil institucional. Y
en tercer lugar, con una cierta desconexión operativa entre la
visión política y estratégica de alto nivel -en particular
en el caso de la UE, tal como se reflejara en las Cumbres recientes- y
lo que ocurría en las negociaciones. Ha flotado la sensación
de un insuficiente oxígeno político para las negociaciones
por la parte con más responsabilidades políticas debido
a su mayor dimensión y grado de desarrollo relativo.
Lo recomendable ahora es que, al continuar negociando, ambas regiones
evalúen y capitalicen la experiencia acumulada en los años
recientes. El peor escenario podría ser el pretender continuar
el proceso negociador sin una correcta apreciación de las causas
de los resultados logrados.
El sector empresario debería tener un papel significativo en esta
evaluación y en la formulación de cursos de acción
que permitan lograr un acuerdo, a la vez equilibrado y razonablemente
ambicioso. Ello requeriría un mayor esfuerzo de coordinación
entre los empresarios del Mercosur.
Sin perjuicio de otros, un interés por así hacerlo, al menos
del lado del empresariado del Mercosur, debería estar vinculado
con el hecho que otras regiones y países -como es el caso concreto
de Chile- ya han logrado un acceso preferencial para sus bienes y servicios
en el mercado de la Unión Europea. Lo mismo ocurre con los Estados
Unidos.
Pero también debería estar vinculado con el hecho que la
no conclusión de las negociaciones, puede contribuir a erosionar
aún más la imagen debilitada de un Mercosur que tiene fuertes
dificultades de credibilidad, tanto internacional como en los ciudadanos
e inversores de la propia región. Debemos recordar que la base
de la legitimidad social del Mercosur, es el ser percibido como una efectiva
plataforma conjunta para la transformación productiva de cada país
miembro, y para negociar con terceros países y regiones reglas
de juego que les permitan mejor competir en la economía mundial.
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Félix Peña es Director
del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director
de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la
Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité
Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar
trayectoria.
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