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  Félix Peña

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 Aportes a la III Cumbre Unión Europea, América Latina y el Caribe | 21 de mayo de 2004

Los empresarios ante la asociación estratégica entre el Mercosur y la Unión Europea


Artículo publicado en "Aportes a la III Cumbre Unión Europea, América Latina y el Caribe - Guadalajara 2004", CELARE, Santiago de Chile, mayo 2004.


La idea de una alianza estratégica bi-regional entre el Mercosur y la Unión Europea ha sido, desde su lanzamiento valorada y apoyada por los empresarios del Mercosur.

Ello ha sido así por el reconocimiento de la importancia significativa que tiene para el desarrollo económico de los países del Mercosur, su vinculación estrecha con uno de los espacios más ricos e influyentes de la economía mundial.

Es la de la Unión Europea, además, la región con la cual los países del Mercosur más relaciones económicas han tenido desde su independencia como naciones.

Los países del Mercosur tienen con los de la Unión Europea una larga historia común. Está nutrida de fuertes corrientes inmigratorias de origen europeo que han contribuido a nuestro desarrollo y a nuestra identidad como naciones.

Y en el pasado, pero también en las últimas décadas, los países de la Unión Europea han sido fuentes de importantes inversiones, de transferencia de tecnologías y de corrientes comerciales. Muchas de las empresas que operan hoy en el Mercosur, se insertan como filiales, como clientes y como proveedores, en numerosas redes de producción y comercio que tienen como epicentro la Unión Europea. Muchas empresas europeas tienen años de presencia en el Mercosur.

Ante los complejos desafíos que se plantean a los países del Mercosur, en la difícil tarea de la consolidación de la democracia, de la transformación productiva y de una mayor equidad social, la alianza con la Unión Europea es visualizada como un elemento positivo que puede contribuir al éxito ante tales desafíos.

Se puede visualizar la proyectada alianza estratégica, como una empresa ambiciosa que debe estar marcada por el sentido del equilibrio de intereses y por el reconocimiento de las desigualdades de dimensión económica, y de grados de desarrollo, que caracterizan a ambos lados del Atlántico.

El potencial de cooperación económica que incluye la idea de la alianza estratégica, debe permitir además, capitalizar la amplia experiencia europea en asistir la transición de países hacia una mayor democracia, competitividad y cohesión social. En tal sentido, es natural esperar que el componente cooperación económica se integre plenamente a los otros dos componentes de la asociación estratégica, que son el de la cooperación política y el comercial. Son tres pilares indisociables de la idea fundacional plasmada en 1995 en el Acuerdo Marco de Madrid.

Sin perjuicio de otras iniciativas, los empresarios del Mercosur han canalizado su participación y apoyo a las actuales negociaciones bi-regionales, a través del Foro Empresario Mercosur-Unión Europea (MEBF). El Foro fue creado tomando en cuenta la propia experiencia europea de mecanismos de diálogo empresario con otros países y regiones, y también teniendo en cuenta la experiencia acumulada por el Club Europa-Argentina, que fuera lanzado en 1992 por un grupo destacado de empresarios e inversores argentinos y europeos.

En las reuniones plenarias del MEBF en Río de Janeiro, Mainz, Buenos Aires, Madrid y Brasilia, y en numerosas jornadas técnicas, los empresarios del Mercosur han elaborado junto con los empresarios europeos y sus instituciones representativas, propuestas concretas en materia de facilitación de negocios y en tres capítulos relevantes de las negociaciones comerciales -comercio de bienes, inversiones y servicios-.

Son propuestas producto del consenso de los empresarios y orientadas a efectuar contribuciones positivas para el desarrollo de las negociaciones. Se han nutrido de frecuentes consultas técnicas con numerosas empresas e inversores, que son protagonistas relevantes del intercambio comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. Muchos de ellos tienen significativas inversiones en los países del Mercosur. Son parte de su destino.

Tales propuestas se han nutrido, asimismo, de un frecuente e intenso diálogo con los responsables de las negociaciones. Muchas de ellas han sido incorporadas a las propias agendas de las negociaciones gubernamentales, como es el caso concreto de las efectuadas en materia de facilitación de negocios.

En la visión empresaria, la alianza estratégica bi-regional es visualizada como parte integral de un esfuerzo más ambicioso cuál es el fortalecimiento de un sistema comercial multilateral global, concebido como lo fuera en Doha como un instrumento orientado al desarrollo y a corregir profundos desbalances que caracterizan hoy a la economía global. Los empresarios han compartido la idea que tales desbalances deben ser atacados por el esfuerzo conjunto de todas las naciones, en el marco de instituciones multilaterales, como la Organización Mundial del Comercio.

Es precisamente en el ámbito de la OMC donde deben resolverse -tal como fuera acordado en Doha- los problemas más acuciantes del comercio internacional. Algunos de ellos afectan profundamente los intereses de los países del Mercosur, como así también de la mayoría de los países en desarrollo. Explican muchos de los problemas de pobreza e inequidad social que existen en el mundo hoy. Otros son de fuerte interés de la Unión Europea y de otros países industrializados.

La plena incorporación de la agricultura a las disciplinas de la OMC y, en particular, la cuestión de los subsidios a las exportaciones agrícolas y los apoyos internos a la producción, son aspectos centrales de las actuales negociaciones comerciales multilaterales. De su abordaje satisfactorio dependerá en gran medida, la posibilidad de concluir con éxito la Rueda Doha. Se está generalizando hoy la idea de que es una cuestión que no admite demoras en resolverse, tan pronto se la encara desde el punto de vista de la racionalidad económica.

De ello también dependerá la posibilidad de fortalecer el sistema multilateral de la OMC, que es una cuestión de interés común entre la Unión Europea y el Mercosur. Ambas regiones valoran la idea de un sistema internacional más equilibrado, asentado sobre regiones económicas fuertes y abiertas al comercio mundial. La tentación al proteccionismo unilateral es hoy muy fuerte en muchas latitudes. La experiencia histórica indica que no es lo más conveniente para un buen clima de inversiones y de comercio a escala global. En el pasado, incluso, ha producido reacciones en cadena y erosionado las bases de sustentación de la paz en el mundo.

Pero sin perjuicio de la importancia que se reconoce al ámbito de la OMC para encarar cuestiones relevantes para el Mercosur, como es la de la agricultura, es mucho lo que puede avanzarse al respecto en el plano de la asociación bi-regional. Avanzar no significa necesariamente resolver de una vez todo el espectro de problemas que se plantean en relación a esta cuestión, como así también a otras relevantes para unos y otros.

En tal sentido, los empresarios del Mercosur han dado todo su apoyo a las actuales negociaciones con la Unión Europea. Una amplia apertura del mercado europeo para los productos agrícolas y en especial para aquellos con mayor valor agregado industrial, es uno de los resultados esperados por el Mercosur de las negociaciones en curso. Es una expectativa razonable.

La Cumbre de Guadalajara será una oportunidad inmejorable para dar a tales negociaciones el fuerte impulso político que se requiere para culminar con éxito este año. Tal impulso político es necesario para desatar los principales nudos que aún pueden comprometer el resultado de las negociaciones.

En el plano de la agricultura, como en el de los servicios, inversiones y compras gubernamentales, el objetivo estratégico tiene que continuar siendo ambicioso. La creación de una alianza estratégica bi-regional debe, en tal sentido, fundarse en un razonable equilibrio de intereses y en un avance sincrónico en todas las cuestiones relevantes de la negociación.

En la construcción de una asociación estratégica entre dos regiones como son la Unión Europea y el Mercosur, se sabe que el camino es largo y tiene que evolucionar constantemente a fin de alcanzar su plenitud. Mucho es lo que habrá que seguir perfeccionando una vez concluidas las actuales negociaciones.

Lo importante es lanzar un proceso que permita potenciar el comercio y las inversiones recíprocas. La experiencia de la Unión Europea en sus acuerdos con otros países, constituye un elemento fundamental en el trazado del camino futuro de la asociación bi-regional.

En tal sentido, lo fundamental es que el espacio de libre comercio que se establezca, constituya un fuerte estímulo a la inversión productiva en el Mercosur. Sectores para ello abundan, tanto en el plano industrial, como en el de los servicios, la infraestructura física y la energía.

Un papel protagónico corresponderá a las propias alianzas empresarias y al desarrollo de redes de comercio y producción de alcance transatlántico. El fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas del Mercosur debe ser un resultado concreto de la asociación bi-regional. Será ésta una óptica fundamental para evaluar la relevancia futura del acuerdo que se logre. Es lo que permitirá asociar la imagen de la alianza estratégica bi-regional con la generación de empleo en los países del Mercosur.

En los muchos sectores en que las empresas del Mercosur pueden desarrollar ventajas competitivas, las inversiones, el financiamiento de reconversión industrial, las tecnologías y la capacidad de gestión de los países de la Unión Europea y de sus empresas, significarán valiosas contribuciones. Ya lo han sido en el pasado. Con mayor razón lo será en el marco de una alianza estratégica con claro sentido político y profundo contenido económico.

El propio Mercosur puede resultar fortalecido de su empeño por aprovechar las ventajas y oportunidades que resultarán de la conclusión de las actuales negociaciones. Es mucho lo que aún hay que hacer para tornar al Mercosur en un espacio regional creíble y con proyección internacional. La Unión Europea ha señalado con claridad que ello es de su interés.

Pero es un Mercosur abierto al mundo y no encerrado en sus fronteras ni en ningún eje regional en particular. Por el contrario, el Mercosur participa hoy de negociaciones comerciales en múltiples frentes, incluyendo el hemisférico en el ALCA y el sudamericano en el marco de la ALADI.

Son todos ellos frentes negociadores orientados a generar un denso tejido de acuerdos internacionales, que permita mejor competir con bienes y servicios desarrollados en los países del Mercosur. Los acuerdos de asociación ya concluidos con Chile, Bolivia y Perú, y el acuerdo con la Comunidad Andina, apuntan a esa dirección. Son acuerdos que necesitan aún perfeccionarse y profundizarse. La conclusión del acuerdo con la Unión Europea será un poderoso estímulo para así hacerlo.

La consolidación del Mercosur y su densa red de acuerdos internacionales, que incluirá asimismo países del Asia, África y Oceanía, contribuirán a la mayor estabilidad política y desarrollo económico de sus países miembros, con el consiguiente impacto en el espacio sudamericano.

Ello generará un horizonte propicio a las inversiones de origen europeo y al emprendimiento conjunto entre empresas del Mercosur y de la Unión Europea, orientados a penetrar no sólo los propios mercados, pero también y sobre todo, los mercados mundiales.

China y su nuevo potencial económico, ofrece un amplio espacio de complementación con las economías del Mercosur. América del Sur y su riqueza energética y su capacidad de producción de alimentos, constituyen un ámbito natural para la proyección de inversiones europeas en el Mercosur. Los acuerdos preferenciales que se están concluyendo y negociando con otras naciones en desarrollo, como la India y África del Sur, contribuirán asimismo a acrecentar el interés europeo en el Mercosur y el interés del Mercosur por asociarse estrechamente con la Unión Europea. En el plano hemisférico la concreción del ALCA, ampliará aún más el horizonte de expansión de la capacidad productiva de los países del Mercosur.

La presentada es por cierto una visión optimista. Pero sólo con tal espíritu parece posible enfrentar los enormes desafíos de gobernabilidad, de competitividad y de cohesión social que enfrenta hoy los países del Mercosur. No son necesariamente más complejos que los que se presentan en países de Europa del Este y del Mediterráneo, de fuerte interés estratégico para la Unión Europea. Hay aquí un amplio campo de intercambio de experiencias y de aprendizaje recíproco.

Es mucho lo que puede aportar la Unión Europea al Mercosur. Pero también es mucho lo que puede obtener de una alianza bi-regional con una de las regiones que, a pesar de sus conocidas dificultades, continua siendo un polo atractivo para la inversión productiva y una plataforma razonable de proyección hacia los múltiples horizontes de la economía mundial.

Quizás es por ello que los empresarios del Mercosur evaluarán con cuidado los resultados que produzca la Cumbre Unión Europea-América Latina de mayo 2004 en Guadalajara.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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