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  Félix Peña

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 Diario Valor Económico | 9 de octubre de 2002

Las elecciones del Brasil y el Mercosur


La primera vuelta electoral ha puesto de manifiesto la fuerza de la democracia en el Brasil y su vitalidad para encausar cambios pacíficos en una sociedad compleja. En urnas electrónicas de tecnología brasilera, millones de ciudadanos se han expresado en libertad sobre su futuro Presidente, sus gobernadores y representantes en el Congreso.

El ejemplo de las elecciones en el Brasil, por el grado de participación ciudadana y por la amplitud del debate previo, es buena noticia para quienes valoran la democracia en América del Sur. Indica que el camino de la sociedad abierta, del pluralismo político y de la libertad de expresión, es el que permite a nuestros países afrontar las fuertes dificultades internas y externas que hoy confrontan.

Por ello los socios del Brasil, observarán con atención las definiciones concretas de Lula y de Serra, sobre cómo encararán los serios desafíos que enfrenta el Brasil. Buscarán evidencias de que pueden generar confianza, y de que tienen la capacidad de articulación que requiere conciliar demandas contradictorias de mercados y de ciudadanos. En todos los frentes -el fiscal y el financiero, el social, el de la seguridad interna, el internacional-, hoy los ciudadanos de nuestros países aspiran tener Presidentes que muestren cualidades de negociación, y la firmeza y el pragmatismo del estadista. Buscan pilotos de tormentas que sepan adonde ir. Que generen un optimismo razonable sobre el futuro.

Lo que finalmente resulte de los procesos electorales del Brasil y de la Argentina, tendrá importancia para alianza estratégica entre ambos países, de la cual el Mercosur es su principal instrumento. Es una alianza que empezó a construirse a partir del retorno de la institucionalidad democrática. Sigue teniendo validez como forma de desarrollar un marco regional favorable a los necesarios esfuerzos internos de cada uno de los socios, y de lograr una participación inteligente y activa en las negociaciones comerciales en la OMC, con los Estados Unidos en el ALCA, con la Unión Europea, con países latinoamericanos y del resto del mundo.

En el caso de las elecciones en el Brasil, los socios esperarán definiciones explícitas sobre cómo revertir el deterioro del Mercosur. Lula ha sido más claro. Serra más ambiguo. Su propuesta de retroceder a una zona de libre comercio, tal como ha sido avanzada presenta distintos problemas. En primer lugar, tiene problemas técnicos y legales, ya que no es una figura prevista en el Tratado de Asunción. Lo que se negoció fue la completa eliminación de aranceles y de restricciones no arancelarias, y el establecimiento de un arancel externo común, adoptado luego en la Cumbre de Ouro Preto, todo ello como paso previo a un mercado común, que siempre se lo entendió como un objetivo de largo plazo. Si se quisiera modificar el objetivo y limitarlo a una zona de libre comercio, habría que cambiar lo pactado formalmente. Ello implicaría renegociar todo de vuelta, ya que el arancel cero intra-Mercosur fue acordado en el supuesto de la preferencia económica resultante del arancel externo común. Habría que definir qué sectores quedarían eventualmente excluidos y como ocurriera en el caso del NAFTA, habría que negociar reglas de origen específicas, a fin de asegurar la efectividad de una preferencia económica intra-Mercosur. En segundo lugar, cabe analizar si no se estarían afectando derechos adquiridos de quienes invirtieron, en función de una unión aduanera. En tercer lugar, habría que considerar la pérdida de credibilidad externa que podrían tener los nuevos compromisos que se asumieran para constituir la zona de libre comercio. ¿Porqué ciudadanos, inversores y terceros países, deberían creer que esta vez sí cumpliríamos con lo pactado, si no lo hubiéramos hecho con los pactos anteriores?.

Si lo que se busca es cierta flexibilización en el plano de las negociaciones comerciales, ello podría lograrse sin abandonar el instrumento de la unión aduanera. La ambigüedad del artículo XXIV-8 del GATT 1994 brinda espacio a la heterodoxia creativa. Finalmente, ni la Comunidad Europea ni el NAFTA, fueron productos de libros de textos. Fueron construcciones creativas en función de los intereses nacionales de los socios, en el marco de compromisos internacionales sumamente flexibles como los del GATT.

Lo importante es tener claro si es que realmente se valora la alianza estratégica entre la Argentina y el Brasil, y si es que se considera que un Mercosur "aggiornado", puede ser un instrumento útil para tornarla irreversible. Si así fuera, cuatro son los planos que requieren acción más inmediata en el Mercosur. Es sobre ellos que deben pronunciarse los candidatos, tanto en el Brasil como en la Argentina. El primero, es cómo lograr una efectiva preferencia económica en el marco de una unión aduanera que puede ser de múltiples velocidades y de geometría variable. Una ventaja es que permitiría negociar con pragmatismo la inclusión de Chile como miembro pleno del Mercosur. El segundo es cómo establecer un mínimo de disciplinas colectivas -macroeconómicas, comerciales y sectoriales-, que se cumplan en la práctica, restringiendo la propensión a comportamientos discrecionales unilaterales. El tercero es cómo obtener una mayor eficacia en los mecanismos de decisión y de solución de controversias. Y el cuarto y fundamental, es cómo crear un clima de razonable lealtad y confianza recíproca entre los socios, en particular en el plano de sus relaciones con terceros países.

Son cuatro planos de acción necesarios para que los socios del Mercosur puedan encarar juntos, difíciles pero ineludibles negociaciones con los Estados Unidos y con la Unión Europea. Negociar individualmente puede ser una tentación atractiva. Pero puede tener costos en capacidad de negociación y en dilución de un espacio regional funcional a la democracia, la modernización económica y social, y la inserción competitiva en el mundo. Diluir los logros políticos y económicos ya obtenidos con el Mercosur, no parece una acción recomendable ni valorada por nuestras opiniones públicas.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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