inicio | contacto | buscador | imprimir   
 
· Presentación
· Trayectoria
· Artículos y notas
· Newsletter (español)
· Newsletter (english)
· Radar Internacional
· Tesis de posgrado
· Programas de clase
· Sitios recomendados

Publicaciones
· Las crisis en el multilateralismo y en los acuerdos regionales
· Argentina y Brasil en
el sistema de relaciones internacionales
· Momentos y Perspectivas


  Félix Peña

ARTÍCULOS Y NOTAS DE PRENSA
2021 | 2020 | 2019 | 2018 | 2017 | 2016 | 2015 | 2014 | 2013
2012 | 2011 | 2010 | 2009 | 2008 | 2007 | 2006 | 2005 | 2004
2003 | 2002 | 2001 | 2000 | 1999 | 1998 | 1997 | 1996 | 1995
1994 | 1993 | 1992 | 1991 | 1990 a 1968
 Septiembre de 2002

¿Tiene futuro el Mercosur?


¿Tiene futuro el Mercosur?. Y en tal caso ¿cuáles deben ser las metodologías de integración que se empleen en su construcción futura ?. ¿Cómo se relacionará con otros procesos de liberación comercial en los que participarán sus socios, en particular a escala hemisférica en el ALCA o en el "4+1" con los Estados Unidos?. ¿Cómo potenciar los resultados ya logrados -tanto en el plano comercial como en el político- y como aprovechar las lecciones que pueden extraerse de la experiencia pasada?. ¿Cómo lograr que el Mercosur sea un instrumento que le permita a la Argentina desarrollar su comercio exterior en la región y a escala global?.

Estas son algunas de las preguntas que están en el centro de un debate que se observa con fuerza creciente en los países socios. Es parte incluso del debate político interno que se ha producido en el Brasil como consecuencia del proceso electoral. Deberían ser una parte significativa en el necesario debate sobre el futuro argentino en ocasión del proceso electoral ya iniciado.

Es un debate es positivo y oportuno. Positivo, pues es útil someter a crítica constructiva un proceso político y económico, que incide en la calidad de la inserción internacional de cada uno de los países miembros. Oportuno, pues coincide con los debates internos que resultan naturales en los procesos electorales en curso en la Argentina y en el Brasil.

Al menos dos factores lo impulsan. Por un lado, la percepción de que a pesar de los importantes resultados logrados en las últimas dos décadas -es decir a partir del lanzamiento del acuerdo de integración bilateral entre la Argentina y el Brasil, que conduciría luego a la creación del Mercosur-, su situación actual dista de ser envidiable. Tiene un problema de credibilidad, interno y externo. Problema alimentado por la situación económica que a partir de 1998 ha afectado a los socios -agravada más recientemente por la crisis argentina- y que ha incidido en el deterioro del comercio recíproco, así como por la baja calidad de sus reglas de juego, que no han contribuido a generar un horizonte previsible para los inversores. Incluso muchas de las normas formalmente aprobadas nunca han penetrado en la realidad. Además se han producido situaciones reiteradas de incumplimiento de compromisos jurídicos contraídos a partir del Tratado de Asunción.

Por otro lado, es un debate impulsado por la percepción de que tal como está el Mercosur no es un instrumento plenamente eficaz para la transformación productiva, la competitividad y las negociaciones comerciales de sus socios. Es decir que se entiende que si bien no se le pueden atribuir los serios problemas económicos que se han producido en algunos de los socios, el proceso de integración tampoco ha contribuido a evitarlos o a atenuar sus efectos.

Dos dimensiones se destacan en el debate actual. Una es existencial, la otra metodológica o instrumental. La dimensión existencial se refiere al sentido estratégico del trabajo conjunto, sistemático y permanente entre los socios. Tiene que ver con la conveniencia de impulsar una estrategia de integración -no sólo económica- entre los cuatro socios, incluyendo su extensión a Chile. Pocos cuestionan tal conveniencia. Los que lo hacen, plantean dos opciones no excluyentes entre sí: la primera es la de una estrategia de inserción internacional individual por medio de acuerdos bilaterales de libre comercio con otros países, en especial con los Estados Unidos y con la Unión Europea. El modelo sería Chile. La segunda es la de privilegiar una alianza estratégica con los Estados Unidos, que implicaría un acuerdo de libre comercio bilateral o la incorporación al NAFTA. En ambos casos, la consecuencia sería abandonar el Mercosur, o su transformación en una zona de libre comercio, o su dilución en el ALCA, o limitarlo a su dimensión política. En los planteos conocidos al respecto, se subestiman los efectos jurídicos -derechos adquiridos por quienes han invertido en función del Mercosur formalmente prometido-; los de política comercial -si se retrocede a una zona de libre comercio habría que renegociar la liberación arancelaria ya lograda, que supone la existencia de un arancel externo común y el logro posterior de un mercado común-, y los de credibilidad internacional -¿porqué habría de creerse en compromisos que asuman países que no han podido cumplir con lo pactado con anterioridad?-.

Los gobiernos actuales han reafirmado, con razón, la necesidad de profundizar la estrategia de inserción en el mundo a través del fortalecimiento del Mercosur en su concepción original -a partir del establecimiento de una unión aduanera, la construcción gradual de un mercado común, abierto al mundo a través de negociaciones en la OMC, con los Estados Unidos y con la Unión Europea-. Es también la opción que han privilegiado explícitamente algunos de los candidatos en el proceso electoral del Brasil. Otros han sido más ambiguos al respecto.

En el debate existencial se suele desconocer una realidad. Ella es que el Mercosur, más que un proceso de integración, es hoy el nombre de una región que coexistirá con sus países socios aún cuando se diluyan los compromisos del Tratado de Asunción. Subestima el impacto político y económico del principal logro del Mercosur, que es el desarrollo de un espacio de paz y de cooperación entre naciones contiguas, con irradiación sobre América del Sur. El predominio de la lógica de la integración, permite mejor encarar dos agendas externas esenciales para la democracia y la transformación productiva en los países socios. Una es la agenda "11 de septiembre" -que puede ser "11 de septiembre plus"-, con lo que ella implica en cuanto a navegar con éxito frentes de tormenta que se han instalado en la región, en materia de seguridad y de financiamiento externo. La otra es la agenda de "negociaciones comerciales", complejas y simultáneas, en la OMC, con los Estados Unidos y con la Unión Europea, de cuyos resultados dependerán futuros accesos a mercados mundiales; capacidad para atraer inversiones, y condicionamientos para políticas públicas económicas y comerciales. Se sabe que entre naciones contiguas la opción a la lógica de la integración suele ser la de la fragmentación. La experiencia europea es elocuente en tal sentido. Nadie se beneficiaría entonces con la dilución del Mercosur. Podría tener efectos incalculables para la estabilidad de América del Sur.

La dimensión metodológica o instrumental, a su vez, tiene que ver con los métodos empleados para desarrollar el Mercosur, incluyendo mecanismos de decisión, técnicas de integración de mercados -unión aduanera o zona de libre comercio- y calidad de reglas de juego. Es la dimensión que requiere más atención en la actualidad.

Lo recomendable sería profundizar este debate en torno a los cuatro pilares básicos de un proceso de la naturaleza del Mercosur. También se observan en la experiencia de otros casos de asociaciones voluntarias entre naciones soberanas que buscan integrar en forma sistemática y permanente sus mercados -cualesquiera que sean las técnicas empleadas al efecto, por ejemplo de zona de libre comercio o de unión aduanera-.

Ellos son: cómo afirmar la confianza y lealtad entre los socios, basada en intereses y ganancias mutuas; cómo profundizar la preferencia económica, con técnicas compatibles con el artículo XXIV del GATT-1994 -artículo que contiene definiciones ambiguas y amplias, sobre los requisitos que deben reunir tanto las zonas de libre comercio como las uniones aduaneras-; cómo asegurar un mínimo de disciplinas colectivas, en torno a reglas de juego que sean a la vez previsibles -es decir que se cumplan- y flexibles -es decir que permitan adaptaciones pautadas a los cambios en las realidades o a situaciones de emergencia-, y cómo perfeccionar métodos de articulación de intereses y de solución de conflictos comerciales, a partir de una mejor organización interna de cada socio para participar en el proceso de integración.

Un debate serio sobre la dimensión metodológica e instrumental del Mercosur, que se traduzca en decisiones políticas sustentables, permitiría absorber dudas existenciales y diluir la actual crisis de credibilidad. Si así fuera, se podría lograr el objetivo original de desarrollar un contexto favorable a la solución de los múltiples desafíos internos y externos, que confrontan hoy y seguirán confrontando los países socios. Para asegurar de un Mercosur que sea a la vez eficaz y creíble, se requerirá una fuerte dosis de liderazgo político y de creatividad técnica. Será un gran desafío para los próximos Presidentes de la Argentina y del Brasil, países que por su dimensión tienen mayor responsabilidad en el proceso de integración.

Una forma de tornar práctico el debate sobre las futuras metodologías de construcción del Mercosur -que permitan aprovechar los avances logrados y las lecciones que pueden extraerse de casi dos décadas de integración-, sería el de enfocarlo a partir no sólo de los requerimientos de las negociaciones comerciales en curso (OMC, ALCA y con la Unión Europea), sino también -y sobre todo- de la necesidad que los socios tienen de prepararse para competir en los espacios económicos ampliados que deberían resultar de tales negociaciones. Ello implica colocar la respuesta a las preguntas formuladas al comienzo, en la perspectiva de los probables escenarios post-negociaciones a partir del 2005, si es que cumplen los plazos actualmente previstos.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


Suscríbase al newsletter para recibir mensualmente un email con
los últimos artículos publicados en este sitio.


 

Regresar a la página anterior | Top de la página | Imprimir artículo

 
Diseño y producción: Rodrigo Silvosa