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  Félix Peña

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 Diario La Nación | 30 de julio de 2002

Un paso dado en la buena dirección


El Viejo Continente ofrece su experiencia para ajustar la integración en el bloque sudamericano

  • Durante la reunión ministerial de Río de Janeiro se percibieron claras señales de cooperación
  • Los europeos reafirmaron su interés en una mayor interacción

La señal ha sido inequívoca. La Unión Europea tiene un interés estratégico en el Mercosur porque es una región de democracia y fuerte potencial de crecimiento, y porque es un proceso de integración que, aunque con notorias deficiencias y diferencias con el europeo, persigue fines políticos y económicos similares en el ámbito internacional.

Es la señal que surge de la reunión ministerial Mercosur-Unión Europea realizada en Río de Janeiro. Ella fue acordada en la pasada Cumbre de Madrid con el objetivo de darles un fuerte impulso político a las negociaciones interregionales.

El objetivo se cumplió y se reafirmó la idea de negociar una agenda amplia, que incluye el acceso a mercados -manteniendo el principio del "single undertaking", que por momentos parecía diluirse en las propuestas europeas- y un cronograma concreto de negociaciones que prevé una reunión ministerial en el segundo semestre del año próximo, cuando se iniciará la última etapa de la negociación. Antes se realizarán tres reuniones del Comité de Negociaciones Birregionales (CNB). La primera tendrá lugar en Brasilia, en noviembre próximo, donde deberán definirse métodos y modalidades para la negociación de servicios y concluirse las reglas para la negociación de acceso al mercado de bienes, incluyendo los productos agrícolas. Los pedidos de mejora de las ofertas de bienes por ambas partes -originalmente realizadas en el segundo semestre de 2001- se efectuarán entre el 15 de abril y el 15 de mayo próximo.

El impulso logrado en Río de Janeiro no implica que el camino hacia el acuerdo final no esté lleno de dificultades. Es ingenuo imaginar este tipo de procesos negociadores como una especie de autopista iluminada hacia el paraíso terrenal.
Desafíos.

Hay por lo menos tres tipos de desafíos. Por un lado, será complejo relacionar las negociaciones interregionales con las hemisféricas -es decir, con los Estados Unidos- y con las globales en la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Por el otro, la agenda europea contiene cuestiones que incidirán en la evolución de las negociaciones con el Mercosur. Por lo menos dos merecen destacarse, y ambas tienen aristas e incertidumbres: la reforma de la política agrícola común -a partir de la propuesta recientemente lanzada por la Comisión Europea- y la ampliación de la Unión Europea con la incorporación de diez nuevos países, algunos de ellos con fuertes intereses en la cuestión agrícola. Finalmente, el propio Mercosur deberá definir, al menos tras las elecciones en Brasil y luego en la Argentina, su perfil externo (en particular su arancel externo común), y la calidad y profundidad de los compromisos entre sus socios.

Prepararse para el horizonte 2005 es una prioridad concreta de nuestro país y de sus socios en el Mercosur. Por ello, tan importante como los resultados de la reunión de Río de Janeiro es que la Comisión Europea haya ofrecido su cooperación para que el bloque sudamericano pueda preparar su incorporación a un espacio de libre comercio trasatlántico.

Cierto es que la Comisión Europea ha venido desarrollando programas de cooperación económica con el Mercosur y sus países miembros. Sin embargo, la novedad es la idea de establecer una relación funcional entre la estrategia de cooperación y la preparación del escenario posnegociaciones. El Viejo Continente tiene una rica experiencia en cooperar en la preparación de candidatos a miembros plenos o asociados con acuerdos de libre comercio. Programas como el "Phare" con Europa Central; el "Tacis", con Europa del Este y Asia Central, y el "Meda", con el Mediterráneo del Este y del Sur, son ejemplos que debidamente adaptados podrían nutrir la agenda de cooperación europea con el Mercosur.

Todos ellos reconocen, en su metodología, un enfoque que caracterizó al Plan Marshall: la democracia, la participación de la sociedad civil y la transparencia, son objetivos destacados;una visión que supone que, para ser sustentables y legítimos, los acuerdos negociados implican el desarrollo de programas de cooperación de magnitud, definidos y monitoreados con los propios países beneficiarios.

La ayuda económica no sustituye el pleno desarrollo de la agenda negociadora entre ambos bloques. Pero sí podría implicar una demostración concreta del real interés político europeo en facilitar las negociaciones, su aprovechamiento posterior y la cooperación para que los países del Mercosur puedan superar sus actuales dificultades. Podría tener, incluso, un efecto de demostración en el plano de las negociaciones hemisféricas con los Estados Unidos.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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