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  Félix Peña

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 Diario La Nación | 24 de julio de 2001

Dos bloques que se acercan cada vez más


Tras la Quinta Reunión Negociadora de Montevideo

  • La UE puso de manifiesto su interés por suscribir un acuerdo de libre comercio con el Mercado Común del Sur
  • De prosperar las negociaciones, se firmaría el año próximo

Dos hechos merecen destacarse de la Quinta Reunión Negociadora entre el Mercosur y la Unión Europea, celebrada recientemente en Montevideo.

En primer lugar, la Unión Europea ha producido un gesto de claro interés en el Mercosur. Presentó su oferta sabiendo que el Mercosur no haría la suya. No es la oferta ideal, pero refleja sus intereses y posibilidades.

Evidencia lo que el comisario Pascal Lamy resaltó días atrás en Brasil, en el sentido de que es de su interés estratégico que el Mercosur supere su crisis, constituyéndose en un protagonista creíble en la construcción de un sistema multilateral internacional equilibrado.

Agregó un concepto que es central en la posición europea: "la opción que hicimos deriva principalmente de la visión que tenemos sobre lo que debe ser el mundo multilateral. Creemos que la globalización necesita algún tipo de gobernabilidad y que los grupos regionales son un factor importante para ello". Lamy es un negociador internacional con visión estratégica. Es lo que hoy se requiere.

En segundo lugar, el Mercosur se ha comprometido a presentar su propia oferta. Lo tiene que hacer antes de la próxima reunión negociadora que tendría lugar, en tal caso, en Bruselas en octubre próximo. También tiene que reflejar sus intereses y sus posibilidades.

Hay entonces una real negociación en curso. Los objetivos son ambiciosos, pero realizables.

En el mejor de los escenarios podría concluirse en los próximos meses y firmarse el acuerdo en la Cumbre Mercosur-Unión Europea de Madrid, el año próximo.

Luego vendría la ratificación parlamentaria en todos los países. Llevará tiempo.

Pero es posible visualizar como realista el objetivo que el acuerdo de libre comercio comience a ejecutarse en 2005. Dependerá de que en Qatar puedan lanzarse las negociaciones multilaterales de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ya que será en ellas donde podrán resolverse cuestiones centrales a los intereses del Mercosur, especialmente en materia de subsidios agrícolas.

El desafío

Es mucho lo que tendrá que trabajar ahora el Mercosur. Así lo entendieron los socios cuando en la Cumbre de Asunción definieron tareas esenciales para tornar al bloque en un instrumento creíble: reforma del arancel externo común (AEC); perfeccionamiento de la unión aduanera; la integración de cadenas productivas; fortalecimiento institucional, y definición de plataformas negociadoras comunes en la OMC y en la Aladi, con los Estados Unidos y en el ALCA, y con la Unión Europea.

Pero es un Mercosur que sigue viviendo fuertes turbulencias originadas, por un lado, en la situación interna de sus socios y, por el otro, en el hecho de que algunos de los supuestos originales no han podido cumplirse.

Entre ellos, el principal supuesto que no pudo cumplirse es el de la coordinación macroeconómica. Esto explica un distanciamiento creciente entre las reglas de juego del Mercosur y las realidades nacionales.

Se refleja en la tendencia a flexibilizaciones unilaterales de los compromisos asumidos, incluso al margen de reglas pactadas. Ellas debilitan la preferencia comercial, la previsibilidad en el acceso a los mercados y las incipientes disciplinas colectivas. Es decir, tres pilares básicos de la construcción de cualquier proceso de integración económica.

De hecho, el Mercosur vive una transición entre su etapa fundacional y la nueva etapa definida en sus grandes líneas en la Cumbre de Asunción. Tres tareas son prioritarias: cumplir los compromisos asumidos en la Cumbre, especialmente con relación al AEC; institucionalizar la flexibilidad, y finalmente, organizarse para encarar simultáneamente negociaciones con la Unión Europea y con los Estados Unidos.

En torno de esta nueva etapa es mucho lo que está en juego para el comercio exterior argentino y para la inserción del país en un mundo globalizado. Se requiere actuar con visión estratégica y energía política en, al menos, cuatro frentes.

El primero es el de una organización eficaz del gobierno -incluyendo las provincias- para negociar en el Mercosur y, a partir de él, en los frentes negociadores externos. El segundo es el de la participación del sector privado, en el plano empresario, sindical y de los consumidores. El tercero es el involucrar a parlamentarios y partidos políticos, a fin de asegurar que lo que se negocie cuente con legitimidad democrática. El cuarto es el de la transparencia.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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