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  Félix Peña

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 Diario El Cronista | 16 de mayo de 2000

Un Mercosur de cinco ganará en seriedad


Las señales del otro lado de los Andes son nítidas. El Mercosur interesa si es en serio. El presidente Lagos y la canciller Alvear lo han indicado con claridad meridiana en recientes declaraciones. Es una posición que debe ser bienvenida. También para la Argentina lo que interesa es un Mercosur en serio. Esto es, que sea creíble para ciudadanos e inversores, y para terceros países con los cuales se aspira a entablar negociaciones comerciales de interés recíproco. Que tenga pocas reglas y que se cumplan por todos los socios, chicos y grandes.

En qué planos el Mercosur presenta déficit de seriedad? En primer lugar, en el de la coordinación macroeconómica. Disparidades en este plano y libre comercio irrestricto, son nociones irreconciliables. Son una invitación constante al conflicto. Afectan la credibilidad del Mercosur. Superar el actual cuadro, implica disciplinas colectivas libremente consentidas y que todos estén dispuestos a respetar. Supone aceptar el principio de que políticas macroeconómicas, especialmente las cambiarias, son cuestiones de interés común entre los socios. Y supone aceptar la idea de que si una disparidad cambiaria pronunciada pudiera afectar las corrientes de comercio en determinados sectores o productos, los socios deberían buscar, juntos y de buena fe, soluciones eficaces que permitan preservar el cuadro ganancia-ganancia, único sustento sólido de una asociación consensual entre naciones soberanas.

En segundo lugar, en el plano de la administración de conflictos comerciales. La experiencia de los últimos dos años deja mucho que desear al respecto. Ni la Comisión de Comercio, ni el Grupo Mercado Común, han permitido filtrar a tiempo situaciones conflictivas ni atacar sus causas. El precio que se ha pagado es el de exponer constantemente a los Presidentes a tener que intervenir para descomprimir situaciones de alto voltaje en los respectivos frentes internos. El mecanismo de arbitraje es lento y presenta notorias deficiencias en su funcionamiento. Superar las insuficiencias institucionales del Mercosur, no requiere dar el salto a complejas y costosas burocracias internacionales. Supone sí que las instituciones actuales funcionen correctamente. Para ello es necesario perfeccionar métodos de trabajo y, en algunos casos, introducir reformas de bajo costo. Por ejemplo, la elección cruzada de los árbitros, y la creación de servicios técnicos comunes para realizar estudios previos a la adopción de decisiones racionales, para negociar frente a terceros, o para otorgar credibilidad a políticas comunes en cuestiones que requieren arbitrar intereses nacionales, como son los de la competencia económica, el antidumping y las ayudas estatales.

Con la incorporación plena de Chile, el Mercosur ganaría en dimensión, equilibrio y credibilidad. La cuestión arancelaria puede ser negociada y no sería difícil encontrar puntos de convergencia. Al igual que otras cuestiones, requerirá de un período de transición. No puede ser a priori un impedimento. La idea de que la economía chilena es más abierta requiere precisiones, tan pronto se toman en cuenta los productos agrícolas y los bienes de capital. El arancel promedio real _el que efectivamente se cobra, considerando las importaciones desgravadas y las excepciones al arancel externo común_, es de 8%, tanto en el caso de Chile, como en el del Brasil y de la Argentina.

Lo que importa es centrar el debate y las negociaciones en el plano estratégico, político y económico.

La coyuntura es la ideal. El Mercosur requiere propuestas superadoras. La relación entre los Presidentes es óptima. Mercados y opiniones públicas están ávidos de políticas audaces, que amplíen horizontes y alimenten la idea de futuro. La actitud chilena de demandar un Mercosur en serio, es un buen indicador de cómo su presencia podría enriquecerlo. Implicaría un Mercosur distinto, construido a partir de los resultados ya logrados. La alternativa a un Mercosur en serio, equivaldría a una Aladi de cuatro. Todo sería descartable. Compromisos y reglas se cumplirían si se puede. Predominaría la lógica del poder y la cultura de las emergencias. Ese Mercosur valdría en los mercados lo que vale la Aladi de once. Tiene razón Chile en no entusiasmarse por tal alternativa.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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