En la gestión de su comercio exterior la Argentina está
invertebrada. Fragmentación, discontinuidad y precariedad son rasgos
dominantes tanto en el gobierno como en las instituciones empresariales.
En materia de negociaciones comerciales y de construcción del
Mercosur, así como en la de la promoción del comercio y
de las inversiones, ésta es una clara ventaja que innecesariamente
el país otorga a otros países mejor organizados o con una
tradición de centralización del ejercicio de su poder negociador.
Nadie tiene suficiente masa crítica a su disposición como
para ser realmente efectivo en su acción. Los mecanismos de coordinación,
cuando existen, no siempre funcionan en la realidad. Por el contrario,
la dispersión de esfuerzos, la excesiva diseminación de
los recursos disponibles, su precariedad (por ejemplo, el número
significativo de personal contratado en áreas clave, como la defensa
comercial, con contratos renovables pero de corto plazo), la baja coordinación
y la insuficiencia organizativa son factores que afectan la eficacia del
planeamiento estratégico, incidiendo además en la calidad
de la definición y gestión de políticas públicas.
Sin perjuicio de transformaciones más de fondo, que requerirían
tiempo y recursos, sería posible obtener en plazos cortos un mejor
rendimiento de los limitados recursos disponibles con mayor concentración,
coordinación y sistematización.
Coordinación necesaria
En el plano gubernamental nacional existen tres niveles de acción
que requieren ser, a la vez, claramente distinguidos y fuertemente coordinados:
- El de la formulación y gestión de políticas e
instrumentos del comercio exterior, así como el de los requerimientos
en materia de negociaciones comerciales, incluyendo el Mercosur. El
foco institucional debe estar concentrado en lo que es hoy el ministerio
de Economía, por medio del área de Comercio Exterior,
con responsabilidad efectiva -no teórica- en la coordinación
de los requerimientos que en la materia surjan de las actuales áreas
de Industria, Minería, Agricultura (que suele contar en la práctica
con autonomía en comercio exterior y en su promoción),
Pyme y Comercio Interior.
Debe ser además el punto focal de la coordinación con
las provincias y la ciudad de Buenos Aires, por medio del actual Consejo
Federal de Comercio Exterior, y con el sector privado, mediante el actual
Consejo Asesor de Comercio Exterior (o, en ambos casos, de mecanismos
similares). Debe tener además participación efectiva en
los mecanismos de financiamiento de exportaciones, lo que no necesariamente
ocurre en la actualidad.
- El de las negociaciones comerciales internacionales, incluyendo el
Mercosur. El foco institucional debe ser la Cancillería a través
de lo que es hoy el área de relaciones económicas internacionales.
Conviene concentrar el seguimiento efectivo de las negociaciones del
Mercosur (y de las que se realizan como Mercosur en la OMC, en la Aladi,
en el ALCA y con la UE) en un funcionario permanente de alto nivel dedicado
tiempo completo al tema, junto con las representaciones permanentes
en Ginebra, Bruselas y Montevideo.
Es muy importante institucionalizar la sección nacional del Grupo
Mercado Común, a fin de que efectivamente funcione como el ámbito
colegiado de coordinación con las áreas de política
económica y de comercio exterior, y con el Banco Central. Se
precisa, a tal fin, reglamentar sus competencias y funcionamiento.
Ello es más importante aún, si se tienen en cuenta sus
crecientes responsabilidades con relación a los mecanismos de
solución de controversias y al acceso a ellos del sector privado.
- El de la promoción comercial, incluyendo inversiones desde
y hacia el exterior, e internacionalización de las Pyme. El foco
debería ser un organismo descentralizado, que concentre todos
los recursos que se usan en la materia en distintos ámbitos gubernamentales,
como la Fundación Export Ar, Invertir o el Promex.
El punto de partida podría ser la actual Fundación Export
Ar, asegurando su estrecha y efectiva vinculación con la Cancillería
y Economía. De ese organismo descentralizado, debe continuar
dependiendo operativamente la red de oficinas y consejerías comerciales.
Sus funciones ejecutivas deben estar a cargo de un funcionario que reporte
tanto a la Cancillería como al área de Comercio Exterior
del Ministerio de Economía. El Banco Nación y el actual
BICE tienen que ser parte del directorio de esta especie de agencia
de promoción comercial y de inversiones.
Para ganar eficiencia
Sobre la base de la experiencia de los últimos años, lo
que aquí se propone es una mayor sistematización de lo ya
existente. Ello permitiría ganar en eficiencia en la gestión
de los complejos requerimientos que el país tendrá en los
próximos años, para proyectar al exterior su capacidad para
producir bienes y prestar servicios. Similar sistematización de
esfuerzos tendría que operarse en el sector empresarial organizado.
Un primer paso podría ser la constitución de un grupo de
coordinación para políticas y negociaciones internacionales.
Su tarea inicial podría ser un diagnóstico de los requerimientos
que el país tiene en el campo del comercio exterior y de las negociaciones
comerciales internacionales. A partir de las realidades actuales, la agenda
externa (Mercosur, Aladi, ALCA, Unión Europea, etc.) de los próximos
cinco años permitiría trazar una hoja de ruta que guíe
el necesario esfuerzo conjunto gobierno-empresas, que permitirá
obtener una mayor competitividad y negociar en escala global y regional.
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