Resulta prematuro aún extraer conclusiones sobre los efectos que
la devaluación del real tendrá en el comercio y en las inversiones
en el Mercosur. Esta es una conclusión a la que han llegado en
sus encuentros tanto los presidentes como los industriales, de la Argentina
y del Brasil. Pero es razonable prever que, especialmente en determinados
sectores y productos, los efectos de la devaluación sobre los precios
relativos pueden manifestarse en alteraciones significativas de los flujos
de comercio y en decisiones de localización de actividades productivas.
De ahí la importancia de la decisión del encuentro presidencial
de monitorear el comercio bilateral y, en caso necesario, aplicar correctivos,
dentro de las reglas de juego vigentes e induciendo a acuerdos sectoriales
entre los propios empresarios. Es una primera respuesta gubernamental
a la crisis. Implica una metodología "caso por caso",
procurando restablecer la reciprocidad de intereses cuando fuera afectada
por variaciones bruscas de flujos de comercio explicables por el impacto
en los precios relativos de la devaluación del real.
Pero establecer la credibilidad dañada del Mercosur, con el fin
que no sea visualizado sólo como un instrumento de comercio eficaz
para épocas de crecimiento económico, requiere actuar ya
en otros planos, y no sólo en el del gerenciamiento de crisis.
De lo contrario será difícil que los inversores, y aquellos
países o regiones con los cuales se aspira a negociar acuerdos
permanentes, crean que sus objetivos serán logrados, revirtiendo
así una alarmante tendencia histórica latinoamericana a
la "integración-ficción".Requiere abordar sus
deficiencias institucionales, entendidas en su alcance político
y económico, y no sólo jurídico.
La agenda del día siguiente de la crisis es densa. Sería
peligrosa la tentación conformista: todo está bien y nada
nuevo es necesario. Ella suele llevar, en aras de pragmatismo, al rechazo
o a la licuación de la profundización de los compromisos
asumidos, o a no cumplirlos plenamente. La falta de iniciativas deslizaría
al Mercosur por el camino de experiencias que fracasaron a pesar del triunfalismo
de los protagonistas del respectivo momento. Se erosionarían las
bases de lo que hasta ho ha sido un proyecto exitoso.
Considero que los siguientes son nueve planos en los que se requiere
actuar simultáneamente con decisión política, concretando
iniciativas prácticas, muchas de las cuales ya han sido planteadas
en distintas oportunidades por la Argentina:
1) Considerar de interés común las respectivas políticas
macroeconómicas, especialmente en materia fiscal y cambiaria, limitando
los efectos de eventuales disparidades bruscas, como paso previo al objetivo
de largo plazo de una misión monetaria, pudiendo ser útil
al respecto el modelo del artículo 107 del Tratado de Roma y el
del Pacto de Estabilidad que permitió llegar al euro.
2) Institucionalizar la flexibilidad de las reglas de juego, especialmente
previendo medidas de emergencia para situaciones pautadas, aplicadas con
procedimientos rápidos y transparentes. Nuevamente el modelo del
citado artículo 107 es útil con el fin de superar la inexistencia
de válvulas de escape para situaciones originadas en disparidades
cambiarias bruscas y significativas. Desde un punto de vista jurídico,
se ha argumentado que es aplicable la resolución CEP 70 de la Aladi
(artículos 9g del Tratado de Montevideo, 4d de la Resolución
CM 2 y el último de la 70). Desde un punto de vista político
convienen normas del Mercosur, como lo ha planteado la Argentina.
3) Reforzar la estructura institucional con algún órgano
que refleje la visión de conjunto y que tenga competencia de arbitraje
técnico en la preparación de decisiones. No son convenientes
propuestas maximalistas que den lugar a discusiones esotéricas
sobre el mal definido y ambiguo concepto de supranacionalidad.
4) Incluir servicios y compras gubernamentales con un enfoque propio
de un mercado común, como en el caso de los bienes y no con el
de una zona de libre comercio, que es el que ha predominado hasta ahora
en las lánguidas negociaciones encaradas.
5) Concretar acuerdos sectoriales con participación empresaria,
con válvulas de escape propias y especialmente orientados a la
exportación.
6) Promover y financiar en forma conjunta exportaciones extra-zona y
proyectos de exportación, basándose en los avances ya logrados
entre el BICE y el Bndes.
7) Acordar y practicar la defensa comercial conjunta, incluyendo en su
marco el rechazo efectivo de las importaciones subsidiadas y el tratamiento
del antidumping intrazona.
8) Concluir las negociaciones automotriz y del azúcar, e incluir
a Chile como miembro pleno, con un período de adecuación
al arancel externo común, basándose en su aceptación
de las disciplinas comerciales colectivas.
Acciones de esta tipo encaradas simultáneamente implicarían
un saludable shock de credibilidad del Mercosur y permitiría superar
razonablemente su actual crisis.
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