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  Félix Peña

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 Diario La Nación | 23 de diciembre de 1997

Virtudes, defectos y desafíos del Mercosur


 

Los incentivos a las inversiones, la carencia más grave.

La Cumbre de Montevideo avanzó en algunas cuestiones significativas, incluyendo las relaciones con Chile y Canadá.

Culminó un año positivo. El comercio sigue creciendo, se multiplican empresas que apuestan al Mercosur, se afirmó la identidad común ante Clinton y se evidenció su valor práctico, cuando la Argentina y el Brasil cerraron filas ante los efectos de la crisis del sudeste asiático.

Es evidente que existe voluntad política de avanzar. Cuenta con el apoyo de la opinión pública. Es claro en la Argentina. Sin embargo, no siempre puede traducirse en reglas de juego que se cumplan y que aseguren la disciplina colectiva.

Si la voluntad política es condición necesaria para el éxito, con el tiempo puede no ser suficiente. Especialmente si no se perciben ganancias mutuas o si se quedara expuesto a una crisis originada en profundas disparidades macroeconómicas. Para el éxito también se requiere calidad institucional, en el sentido de reglas de juego flexibles, como para facilitar adaptaciones que una seria crisis pueda requerir. El Mercosur sigue sin tener válvulas de escape para amortiguar los efectos de una crisis, con medidas de emergencia que se adopten de acuerdo con criterios objetivos y procedimientos transparentes. Ante tal carencia sólo cabrían soluciones de facto, que erosionarían la credibilidad en el propio Mercosur.

Falta de incentivos
La agenda de otras carencias de reglas de juego es amplia. Esto no debe alarmar demasiado. Se sabe que la construcción de un mercado común lleva tiempo. Lo importante es que se observe un progreso continuo en la dirección pactada. El tratamiento de los incentivos a las inversiones es una carencia significativa. Hay otras que hacen al funcionamiento eficaz de la unión aduanera.

Pero es la cuestión de los servicios y de las compras gubernamentales un ejemplo notable. Algo se ha avanzado en Montevideo. ¿Es lo suficiente? Los hiperpragmáticos responderán que ha sido lo posible y que no se pueden forzar las realidades. Lo cierto es que se trata de un texto que diluye en diez años el compromiso de liberalizar los servicios.

Pero no es un compromiso similar al asumido en materia de bienes, o sea el acceso irrestricto e irrevocable a los mercados de los socios. Por el momento, al Mercosur de los servicios le falta acceso a los mercados de la Argentina y del Brasil, y por lo que indica sobre la voluntad real de profundizar el Mercosur, el año próximo brinda la oportunidad de evidenciar en qué realmente se quiere avanzar. Se negociarán los compromisos efectivos, en servicios y en compras gubernamentales. Lo razonable es esperar que culminen en la Cumbre de Ushuaia. Si las negociaciones terminan con compromisos significativos en sectores relevantes, y en un acuerdo sobre compras gubernamentales, se estaría enviando una señal clara a los mercados en el sentido que la enorme voluntad política se traduce en reglas de juego cumplibles, tal como lo indicó desde sus comienzos el Nafta.

La palabra está sobre todo del lado de Brasil, por ser el mercado relativamente más grande y más cerrado: Con su propuesta negociadora pondrá en evidencia cuánto está dispuesto a arriesgar, con el fin de lograr que el Mercosur sea una plataforma eficaz para encarar las negociaciones con el ALCA y la Unión Europea.

Riesgos
Una reflexión al concluir 1997. Un riesgo serio del Mercosur sería su deslizamiento hacia las viejas prácticas de la Aladi: compromisos difusos fácilmente diferibles.

Fue precisamente lo que se quiso revertir con el acto revolucionario de la desgravación lineal, automática e irrevocable, que se incorporó como núcleo duro del Tratado de Asunción.

No sería positivo que el tratamiento de la cuestión de los servicios, pudiera recordar más a la Aladi que al Mercosur de los bienes. Se suele decir que no se puede pedir al Mercosur más de lo que permiten las realidades de sus socios. Es la esencia del planteamiento hiperpragmático. Sin embargo, es una afirmación debatible.

La experiencia de 1990-91, cuando se creó el Mercosur, demuestra que el liderazgo político combinado con la habilidad diplomática, pueden generar una dinámica que termine transformando las realidades.

Por el contrario, una actitud hiperpragmática a veces sólo conduce a resultados como los que en su momento produjeron la Alalc y la Aladi.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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