El Mercosur deberá encarar complejas negociaciones comerciales internacionales en el ALCA y con la Unión Europea. Por lo demás, cientos de empresas han invertido o están invirtiendo en función del mercado ampliado prometido. Ambos hechos implican que el Mercosur está entrando en la edad de su madurez. Ni los países más avanzados con quienes se negociará, ni los inversores que corren riesgos, tolerarían comportamientos adolescentes. Comportamientos que no asuman todo lo que implica, como disciplinas colectivas e internas, la decisión libremente adoptada por la Argentina, el Brasil y sus socios, de integrarse en un mercado común.
Una relativa insuficiencia institucional del Mercosur podría estar en la base de ciertas dificultades; que a veces se perciben para asumir la edad de la madurez. Conviene abordarla explícitamente. Se expresa en términos de eficacia económica, no exclusivamente en términos jurídicos, ni en los de una esotérica supranacionalidad. No se trata de crear burocracias costosas; es una cuestión, a la vez más simple y difícil, de reglas de juego previsibles y aplicables, a veces, entendidos; y sobreentendidos, en cuanto a lo que es aceptable y a lo que no lo es-, entre socios maduros. Se refiere a lo que existe y no se aplica. También a; vacíos que son peligrosos por las asimetrías que originan, afectando la percepción de ganancias mutuas, principal sustentación del Mercosur. Servicios y compras gubernamentales, Válvulas de escape en caso de emergencias económicas, política, de competencia e incentivos sectoriales a la inversión, son algunos de los principales ejemplos.
Tres planos
Desde la perspectiva del inversor la insuficiencia institucional se percibe al menos en tres planos. El de la calidad y solidez del acceso simétrico e irrestricto al mercado de los socios, frente a la tendencia a medidas unilaterales contrarias a no pactado, a la postergación indefinida de la aprobación del respectivo cuadro normativo; el de la calidad del campo de juego, frente a desnivelamientos que afectan la competitividad relativa de empresas productos, y finalmente, el de la calidad de las puertas de escape, frente a eventuales disparidades macroeconómicas.
En la reunión de la UIA en Bariloche se planteó la necesidad de introducir reformas en el Mercosur. Ellas pueden ser la ocasión para dar un salto de madurez institucional. Una agenda de reformas tendría que contribuir a enriquecer lo ya adquirido en el Tratado de Asunción y en los demás instrumentos jurídicos aprobados hasta el presente -muchos de los cuales aún no se aplican o no se utilizan-.Lo más recomendable será abordar tales reformas en forma conjunta, como parte de un paquete negociador que se instrumente simultáneamente en protocolos adicionales al Tratado de Asunción, una especie de "Mercosur II". Separar el tratamiento de cada cuestión dificulta la apreciación del cuadro de ganancias mutuas que resulta de la negociación y no parece conveniente para nuestro país.
Ideas
La agenda podría incluir, entre otras cuestiones, la instrumentación de la coordinación macroeconómica, especialmente en el sentido de limitar efectos de eventuales disparidades pronunciadas al revés de un menú de válvulas de escape; la incorporación simultánea de servicios y compras gubernamentales; la neutralización de asimetrías originadas en incentivos sectoriales a la inversión, desarrollando el instrumento vigente de los acuerdos sectoriales y la agilización de procedimientos para un efectivo acceso de los particulares a los mecanismos de solución de controversias. Otras cuestiones pueden resultar de las necesarias consultas a los sectores interesados de la vida económica, política y social. La idea de un secretariado -siguiendo el modelo de la OMC o de la Asean- no debería ser excluida a priori.
Para encarar con éxito las difíciles negociaciones comerciales en el ALCA y con la Unión Europea, un Mercosur renovado y maduro debería tener bien claro cuáles son los beneficios exclusivos de los socios plenos y cuáles son los que se extienden a los asociados, especialmente en el ámbito sudamericano y en el hemisférico. Se evitará así otro riesgo grande del Mercosur que sería el de una gradual pérdida de perfil e identidad que lo diluya en un área de libre comercio hemisférico. El Mercosur no se agota en un trato preferencial entre sus socios. Debe ser abierto a la región y el mundo. Pero tampoco podría ser creíble como proyecto político y económico, sin una clara preferencia para sus socios plenos. |