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  Félix Peña

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 Diario El Cronista | 29 de septiembre de 1997

La relación de Europa con el Mercosur


Manuel Marín redobló la apuesta. En la reunión del World Economic Forum en San Pablo y al día siguiente de que se anunciara la decisión de la administración Clinton de impulsar el fast track, el vicepresidente de la Comisión Europea anunció que la Unión Europea y el Mercosur se encaminan hacia la negociación de un amplio acuerdo sobre comercio, inversiones y otras cuestiones de interés común.

Marín señaló que el trabajo técnico ya ha comenzado y que la Cumbre, prevista para el primer semestre de 1999, será la ocasión para la adopción de una decisión política. Enunció los pasos concretos que serán dados para culminar en la Cumbre; en 1997 se ha iniciado la radiografía de las cuestiones más sensitivas, incluyendo el análisis de los sectores económicos relevantes; en 1998, durante la presidencia europea de Gran Bretaña se solicitará el mandato para negociar, y en 1999, el acuerdo debería recibir la aprobación política. Austria primero y luego Alemania ejercerán la presidencia en el período culminante de este proceso.

El mensaje del vicepresidente Marín fue recibido con una mezcla de interés y de escepticismo. Empresarios del Mercosur tuvieron presente las dificultades para entrar en el mercado europeo, especialmente con alimentos. Se sabe además que existe una fuerte resistencia, en algunos países europeos, a iniciar nuevas negociaciones de libre comercio. En su reunión de Luxemburgo, en abril, el Consejo de Asuntos Generales de la Unión Europea aprobó un informe sobre política comercial y acuerdos preferenciales. Una lectura estricta de su punto II, introduce legítimas dudas sobre el interés de abrir negociaciones en aquellos casos en que ya no existiera mandato otorgado. Se sabe que tal mandato aún no existe en el caso del Mercosur. La redacción ambigua del informe puede estar reflejando al posición de países que temen la reacción de sus parlamentos ante una eventual negociación con el Mercosur, en la que no podría dejarse de lado la cuestión agrícola. El ministro de Economía de Austria se ocupó de recordar, en la reunión de San Pablo, que es difícil convencer a los parlamentos sobre la inclusión de la agricultura en este tipo de negociaciones. Quizás ello explique que el acuerdo marco de Madrid, firmado entre la Unión Europea y el Mercosur en diciembre de 1995, aún no cuente con todas las aprobaciones parlamentarias en los países europeos.

Habrá que empeñar mucha energía política para lograr que el anuncio de Marín no sea el origen de una frustración. Sin duda el claro mensaje sobre el futuro del ALCA presentado en San Pablo, por Thomas F. McLarty III, consejero del presidente Clinton, tendrá impacto en el Mercosur. Debería tenerlo también en Europa. Sería un error serio que empresarios y gobiernos europeos apuesten a que el farst track no será aprobado por el Congreso norteamericano. El mensaje de McLarty no deja lugar a dudas: Clinton peleará por su aprobación. Y cuando ha peleado ha ganado. McLarty fue bien claro: los norteamericanos van a competir con los europeos en el Mercosur. Los empresarios norteamericanos apuestan al éxito del Mercosur y al fuerte crecimiento económico de las democracias del Sur de las Américas. También las empresas europeas apuestan a tal éxito. Lo demuestran con sus inversiones. Especialmente en energía, transporte y logística, infraestructura física, telecomunicaciones y alimentos. Un ALCA sin un acuerdo Unión Europea-Mercosur no los favorece. Por ello el planteamiento audaz de Manuel Marín mercería todo su apoyo. De ahí quizás que Marín anunciara que la Comisión Europea tomaría iniciativas para promover un foro empresario Euro-Mercosur, similar al que se ha organizado -con su impulso y el de los gobiernos europeos- con el Asia en el ámbito de la ASEM y al que se ha creado en el ámbito transatlántico, con la participación de empresarios norteamericanos y europeos. La presencia de empresas europeas con fuertes inversiones en la región, junto con empresas del Mercosur, sería una garantía de que tal foro se transformara en un ámbito apropiado para discutir ideas concretas que faciliten el libre comercio y las inversiones entre ambas regiones. Ellas serían luego procesadas por las instancias de negociación gubernamental. Hay que tener en cuenta que el 70% de las inversiones directas europeas en América latina están concentradas en el Mercosur, y que en los últimos cinco años las importaciones del Mercosur originadas en la Unión Europea crecieron un 22% anual. En tal sentido, los planteamientos de Marín parecen interpretar los intereses de muchos inversores europeos en el Mercosur.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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