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  Félix Peña

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 Diario El Cronista | 23 de agosto de 1997

La crisis se debate en el Mercosur

Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso, una vez más, han sido claros. El mensaje que envían desde Asunción es que el Mercosur expresa una alianza estratégica y que es en tal perspectiva que debe encuadrarse toda disidencia que pueda surgir entre los dos países, cualquiera que sea su importancia relativa.

Es alianza estratégica pues desde su origen ha sido concebida en función de cuestiones críticas de las agendas nacionales de la Argentina y del Brasil. No es la expresión de un juego de equilibrio regional. No es sólo un instrumento para mejorar el perfil exportador de los socios. No puede ser entendida sólo desde el ángulo tradicional de la relación entre Estados-naciones vecinos. Ni menos aun sólo desde la lógica del bienestar. Tiene un claro contenido económico. Pero la puesta en común de los mercados ha sido sólo una palanca para desencadenar la lógica de integración entre naciones contiguas. Su sentido profundo es político. Lo mismo ocurre en la integración europea desde su origen e incluso, en el Nafta.

Ese sentido profundo es el de colocar las fuerzas centrífugas que naturalmente operan en el relacionamiento entre naciones vecinas -algunas de ellas manifiestas en la reciente crisis- en la perspectiva más amplia de intereses comunes de alcance estratégico. Es decir, relacionados con cuestiones vitales que hacen a la vez a la política, la economía y la seguridad. Por ello la integración es ante todo una opción metodológica y cultural, en su sentido amplio. Implica optar por la moderación, la racionalidad, el diálogo en el abordaje de los naturales conflictos. Significa encarar diferencias y disidencias con la actitud de un socio y no de un rival. Requiere de un cambio de mentalidades y de actitudes. Lleva tiempo. Los profesionales de la diplomacia tienen que adaptarse a tal cambio. A veces les resulta difícil. No todos captan el mensaje profundo del liderazgo político, que a su vez expresa, en el marco de la legitimidad democrática, las aspiraciones de ciudadanos ávidos de futuro.

De la crisis reciente quedan algunas cuestiones a trabajar. Mal trabajadas pueden alimentar cursos de colisión entre los socios. La historia demuestra que no siempre pueden evitarse. Una cuestión importante es la relación con los Estados Unidos. La visita de Clinton es una oportunidad para clarificar ideas al respecto. Parece ingenuo imaginar actitudes conspirativas de Washington. Porque le conviene la estabilidad regional y un Mercosur con sentido político profundo es el mejor camino para lograrla. Además, porque no hay evidencias de ningún plan sistemático. Por el contrario, los críticos de la política exterior de Clinton resaltan la ausencia de una visión y de una estrategia en el relacionamiento con América latina. Lo que sí existen son iniciativas invertebradas, que pueden producir efectos desestabilizantes, si son procesadas por Brasil, la Argentina y Chile con una metodología del pasado. Lo del elefante en la cristalería. Si lo dejan suelto.

La otra cuestión que requiere atención especial es la de la vinculación plena de Chile a un Mercosur no concebido desde al ángulo limitante de lo económico, pero sí visualizado en su profundo sentido político. Quizás ha llegado la hora de una propuesta superadora del Mercosur del Tratado de Asunción, que a partir de lo mucho ya obtenido y de la experiencia acumulada en estos años, permita encarar una nueva etapa de un verdadero Mercosur 2000, es decir proyectado al futuro y no sólo limitado a ayudar a desmantelar el pasado. En tal perspectiva podría insertarse la relación con los Estados Unidos en el trián conformado por la relación con Europa. Muchos factores externos, que producen de hecho efectos de desestabilizadores en el Sur de las Américas, podrían entonces ser domesticados. En tal triángulo, explicitado como marco de cooperación y de confianza, algunas cuestiones pendientes de la política exterior de la Argentina, como es el caso de las islas del Atlántico Sur, podrían ser mejor encaradas con perspectivas de éxito.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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