Como un auto nuevo que ha corrido muchos kilómetros, el Mercosur necesita de un "service". Luego de las turbulencias de los últimos meses, se requieren algunos ajustes de agenda y de métodos de trabajo. La Cumbre de Asunción es la ocasión. Una vez más los presidentes podrán enviar señales concretas sobre la marcha del Mercosur, fijando rumbos, impulsando nuevas metas, encomendando trabajos a los demás órganos especialmente a la reunión trimestral de ministros de Economía y de presidentes de Bancos Centrales, que debe volver a ser el órgano motor en el plano económico, y al Grupo Mercado Común, en su función de principal ejecutor, aprobando reglas de juego.
En cuanto a la agenda de trabajo, el perfeccionamiento de la unión aduanera y la profundización del mercado común parte del compromiso original se quieren un lugar, especial. En Asunción deberían responderse algunas preguntas clave: ¿es realmente común el arancel externo? Se observa una tendencia creciente a su perforación y a su flexibilización unilateral. Ello genera desconfianza en los inversores. Puede ocasionar problemas en la OMC. También es prioritaria la cuestión de las asimetrías y desnivelamientos del campo de juego originados en políticas públicas y sectoriales -entre otros en los sectores automotor y azucarero. ¿Los servicios y las compras gubernamentales continuarán sin calendario concreto para su incorporación a la normativa del Mercosur? Si así fuera, se acentuaría la impresión de un debilitamiento del cuadro de ganancias mutuas que sustenta el pacto de integración.
En cuanto a los métodos de trabajo, parece necesario introducir ajustes significativos. Ellos hacen en especial a dos cuestiones prioritarias. La primera es la de la previsibilidad en el desarrollo del Mercosur. Ella tiene al menos dos dimensiones.
Una es la de la previsibilidad en las lealtades externas. Siempre fue una preocupación brasileña. Al respecto, en Belo Horizonte quedó bien clara la lealtad básica argentina y de los otros socios con el Mercosur. El mensaje gubernamental y empresario fue nítido y no cabe más imaginar fantasmas: el ALCA es importante, pero será abordada a partir del fortalecimiento del Mercosur y no de su licuación. La otra dimensión es la de la previsibilidad en las reglas de juego. Tan pronto se visualiza al Mercosur en lo que es uno de sus aspectos centrales desde una perspectiva argentina que es el de la inversión, ésta es una dimensión que requiere aun de precisiones.
Cuando corresponda
Es conveniente ratificar que los mecanismos de solución de controversias han sido aprobados para ser utilizados cuando corresponda. Si con casos concretos se demuestra que el arbitraje es un complemento natural y no traumático a la solución política de los diferendos comerciales, los mercados ganarán más confianza en el Mercosur. Disminuirá así la presión por saltos apresurados a otro tipo de mecanismos jurisdiccionales. Para la Argentina ésta es una cuestión esencial por el lugar que ocupan los compromisos del Mercosur en su ordenamiento constitucional, por la necesidad de impedir que los inversores ante la percepción de una juridicidad precaria en los prometidos accesos irrestrictos a los mercados opten por el mercado de mayor dimensión.
La segunda cuestión prioritaria es la del tratamiento de situaciones de emergencia. Pueden originarse en distintas fuentes. La que más preocupa es la de disparidades macroeconómicas pronunciadas. La otra puede ser el efecto diferencial de crisis económicas externas. La tercera es la causada por asimetrías sectoriales. Es preferible preverlas: explícitamente y definir procedimientos transparentes y ágiles para introducir ajustes excepcionales. Caso; contrario el único camino que en la práctica puede quedar es el de la flexibilización de facto de los compromisos asumidos. Ellos afectarían la previsibilidad y la seguridad jurídica generarían desconfianza en los inversores. Afectaría la imagen del Mercosur en el exterior. La Cumbre de Asunción es una oportunidad para enviar señales claras a los mercados y a la ciudadanía, en el sentido que el Mercosur no está afectado del "virus de la aladificación", ya que ella evocaría en la memoria colectiva una integración de doble discurso, en la que todo es precario y en la que las reglas de juego sólo se cumplen si es posible.
La postura clara del gobierno argentino en el reciente caso de la ley sobre el sector azucarero avala su autoridad para requerir de todos los socios avances en el cumplimiento de lo pactado a fin de asegurar la eficacia del Mercosur. Sólo así podrá cumplirse con el objetivo de que su fortalecimiento permita construir el ALCA, evitándose que el ALCA se haga a costa de su debilitamiento.
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