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  Félix Peña

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  Diario El Cronista | 17 de noviembre de 1994

La propuesta estratégica de la CE


La Comisión Europea ha efectuado una propueta estratégica para desarrollar, entre la Unión Europea y el Mercosur, un proceso que deberá conducir en el largo plazo a una vasta área de libre comercio transatlántica. No es una iniciativa aislada. Debe ser interpretada en el cuadro más amplio de la dinámica competitiva que se observa en la tríada del mundo industrializado -el Nafta, la Unión Europea y la APEC-, y que adquiere todo su sentido económico e histórico en la puja por el acceso prefernete a los grandes mercados emergente del este asiático, del este europeao y del sur americano. La agenda mundia de este fin de año tiene en las Cumbres de Jakarta, de Miami y de Essen, hitos de tres procesos de conformación de grandes espacios de libre comercio, en lo s que por un lado interactúan los Estados Unidos, el Japón y Alemania, y por el otro, se percibe el creciente valor estratégico económico que tienen las regiones emergentes, especialmente en torno a los polos de atracción de comercio e inversiones que representan los megamercados de China, Rusia y Brasil.

Para nuestro país, esta dinámica competitiva del mundo industrializado por los mercados emergentes abre enormes oportunidades que debemos aprovechar. En primer lugar, afirmando la idea original de un Mercosur abierto a Sudamérica y al mundo, como eje de nuestra inserción en la economía mundial. Ello implica continuar desarrolland una metodología heterodoxa de unión aduanera, en la que queden claras para todos los socios las ventajas de la membresía, pero a la vez suficientemente flexible como para que la necesaria disciplina colectiva no inhiba un adecuado aprovechamiento de las oportunidades de negocios que existen más allá del Mercosur. En segundo lugar, impulsando desde el Mercosur ampliado con la participación de Chile -sea como miembro pleno o como asociado privilegiado que luego será un miembro pleno, pero no como una free rider que goza de las ventajas sin someterse a las necesarias disciplinas comerciales colectivas-, las negociaciones para abrir a nuestros productores un acceso cierto -¿no es la certeza hoy en día la principal preferencia?- a los mercados del Nafta, la APEC y la Unión Europea. En tercer lugar, bregando también -a partir de nuestra pertenencia Mercosur- por la entrada en vigencia y la posterior consolidación de la organización Mundial del Comercio.

El hecho de que la Comisión Europea proponga una aproximación gradual, por etapas progresivas, hacia el objetivo de libre comercio recíproco, es buena noticia. La idea es comenzar primero por un acuerdo marco interregional y luego, a medida que el Mercosur perfeccione su Unión Aduanera, concluir con una asociación de libre comercio. En la medida en que, desde el comienzo, tenga algún contenido concreto para facilitar comercio e inversiones, este enfoque reflejaría realismo y un reconocimiento de otras prioridades estratégicas de la propia Unión Europea, como son Europa del Este y el Mediterráneo. Da tiempo para preparar nuestra industria a una competencia abierta con la industria europea. Da tiempo, además, para que madure en la propia europa la creciente erosión de la política agrícola común, abriendo así camino para una negociación equilibrada en la que sean incluidos tanto biens industriales y agrícolas, como servicios e inversiones.

El 24 de noviembre en Bruselas, los cancilleres del Mercosur tendrán una excelente ocasión para transmitir una reacción positiva frente a la propuesta de la Comisión, pero colocándola en la perspectiva de un Mercosur valorizado por la entrada en vigencia de la Unión Aduanera, tonifiado por las expectativas de crecimiento de sus economías -ya hoy uno de los factores más dinámicos para la expansión de las exportaciones tnto de los Estados Unidos como de los países europeos- y dispuesto a negociar tanto con la Unión Europea como con el Nafta y la APEC.

La activa participación del sector privado en la preparación de las negociaciones externas del Mercosur, en este caso con la Unión Europea, será no sólo una garantía de realismo, sino de compromiso de nuestros empresarios ante los desafíos que plantea, para la competitividad regional y global, la dinámica de la interacción entre grandes espacios económicos.

Queda la impresión de que se requerirá en el futuro un esfuerzo de organización empresaria muy superior al que estamos acostumbrados.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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