Parecería claro que el presidente Clinton introdujo un nuevo enfoque
a la idea de libre comercio hemisférico. lo hizo en ocasión
de la conferencia de prensa que otorgara juntamente con el presidente
Menem. Es en mi opinión, uno de los resultados más positivos
del encuentro presidencial. Abre perspectivas realistas para la idea originalmente
planteada por Busch, en jnio de 1990, cuando lanzara la iniciativa para
las Américas.
Concretamente Clinton afirmó que "estaré preparado
para discutir inmediatamente con la Argentina, Chile y otras naciones
apropiadas, la posibilidad de expandir las relaciones comerciales según
el modelo de Nafta. He pensado siempre que el Nafta debería ser
el modelo para abarcar a todas las democracias y economías libres
de mercado de Latinoamérica".
No fue un párrafo improvisado. Está cuidadosamente redactado.
Días después lo reiteró en una declaración
radial. La novedad principal sería que no hace referencia en esa
oportunidad, ni a la idea de zona hemisférica de libre comercio,
ni a la de acceso al Nafta. Ambas implicaban una aproximación muy
formal y restrictiva, para la cuestión de la extensión al
resto de los países hemisféricos, del concepto de libre
comercio incluido en el Nafta.
La expresión Modelo Nafta da lugar a diversas interpretaciones.
Es ambigua. Esa es su ventaja. Deja abiertas muchas puertas acerca de
cómo se puede desarrollar la idea central, que es la de un sistema
de gran fluidez en el comercio y en las inversiones, entre los países
democráticos de las Américas que opten por concretar políticas
económicas que favorezcan la libertad de los mercados, la modernización
tecnológica, la equidad social y la inserción competitiva
en los mercados globales.
No se excluiría con el nuevo enfoque, una eventual zona de libre
comercio hemisférica, diseñada conforme a criterios más
clásicos, como los incorporados en el artículo XXIV del
GATT. Tampoco se excluiría la posibilidad que países o grupos
de países oprten por acceder al Nafta, si es que finalmente éste
es aprobado por el Congreso norteamericano o que algún país
-o grupo de países- prefiera explorar la idea de un acuerdo bilateral
de libre comercio con los Estados Unidos. Ni se excluiría un acuerdo
centrado en cuestiones no arancelarias que son las que más impacto
tienen en el acceso a los respectivos mercados.
La esencia del modelo Nafta no es necesariamente la desgravación
arancelaria, elemento central del concepto formal de zona de libre comercio.
La eliminación de aranceles así como la disciplina macroeconómica,
son supuestos más que consecuencias del acuerdo de libre comercio.
Lo esencial es en cambio, en este enfoque, el seguro contra el proteccionismo
y la nivelación del campo de juego, esto es la elaboración
de reglas de juego que aseguren la competencia económica se realizará
sin distorsiones artificiales y con igualdad de oportunidades. No sólo
reglas de juego bi o multilaterales, sino que también y quizás
sobre todo, reglas de juego nacionales, especialmente en materia de inversiones,
de propiedad intelectual y de mercados de capitales. Pero implica, fundamentalmente,
colocar las reglas de juego que inciden en el acceso efectivo a los respectivos
mercados, al abrigo del comportamiento discrecional y arbitrario de cualquiera
de los países. De allí que sea central en este enfoque (como
lo ha sido en el caso del Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá
y los Estados Unidos), el mecanismo de solución de controversias
y especialmente el que permite resolver disputas que se producen, como
consecuencia de la aplicación unilateral de medidas compensatorias
por eventuales prácticas restrictivas del comercio.
El nuevo enfoque que parece surgir del planteamiento del presidente Clinton,
es conveniente para la Argentina y para el Mercosur. No plantea opciones
rígidas. Permitiría sacar todo el provecho posible al marco
de consultas establecidos en el 4 + 1. Es precisamente en este ámbito
donde los presidentes del Mercosur acordaron oportunamente, comenzar la
exploración de ideas que conduzcan a un acuerdo con los Estados
Unidos, y eventualmente con Nafta.
Una visión más flexible del Libre Comercio hemisférico,
se adapta a los requerimientos de pragmatismo que imponen los tiempos.
Permite privilegiar la visión estratégica de una alianza
económica en las Américas, colocándola por encima
del debate instrumental. Se corresponde al enfoque también más
práctico, que está predominando en el Mercosur y que se
manifiesta en la Cumbre de Asunción.
En ambos casos, la flexibilización de los enfoques instrumentales
abriría enormes posibilidades al desarrollo del objetivo estratégico,
que parecen compartir el Norte y el Sur de las Américas, de negociar
condiciones de mayor fluidez, previsibilidad y estabilidad, para el comercio
y las inversiones en el Hemisferio.
Explorar las posibilidades que abriría este nuevo enfoque, parece
un paso necesario para avanzar luego hacia negociaciones concretas con
los Estados Unidos. Más que el ámbito del 4 + 1 lo deseable
sería que ellas se entablaran en el de un 5 + 1 con la participación
de Chile, tal como fuera la idea original en 1990.
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