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  Félix Peña

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 Revista Communitas (Revista Argentina de las Relaciones Internacionales) | Enero de 1993

La cumbre del Mercosur en Montevideo: una reunión exitosa y su contexto


 

El autor ha sido hasta julio de 1992, Subsecretario para el Mercosur y Relaciones Económicas ínter americanas, de la Cancillería Argentina y coordinador por la Argentina del Grupo Mercado Común del MERCOSUR.

La tercera cumbre del Mercosur, celebrada el 28 de diciembre de 1992, ha significado una contribución positiva al desarrollo del proceso de integración económica.

Se realizó en circunstancias delicadas para el Mercosur. Entre otros factores, el profundo desequilibrio en el comercio bilateral entre la Argentina y el Brasil, había contribuido a crear un clima enrarecido, especialmente en los medios empresarios argentinos, con respecto a la viabilidad y a la conveniencia del Mercosur. Más que un generador de ventajas, comenzaba a ser percibido por algunos sectores, casi como un obstáculo al esfuerzo de transformacióneconómica del país. La dificultad para acceder a información estadística sobre el comercio bilateral, suficientemente actualizada y desagregada, contribuía a la generación de un débale no siempre preciso ni bien planteado en sus términos. A ello se ha sumado asimismo, el hecho de un nivel generalmente pobre de conocimiento sobre las realidades políticas y económicas del Brasil, y sobre su lógica interna, que conduce muchas veces a hacer una lectura de sus acontecimientos sólo desde una perspectiva de la propia experiencia argentina.

Por primera vez desde el lanzamiento, en julio de 1990, de la idea que condujo luego al Mercosur, podía observarse entonces una fuerte erosión del proyecto de integración. La prensa comenzó a reflejar serías dudas y hasta actitudes abiertamente negativas en influyentes sectores del país. Lo mismo comenzaba a observarse, a veces por otros motivos, en el Paraguay e incluso, en el Uruguay. La idea de que nuestro país debía optar por NAFTA o por una zona de libre comercio con los Estados Unidos, en lugar de profundizar el MERCOSUR, fue objeto de conside-raciónen artículos periodísticos y en declaraciones de personalidades de prestigio. Incluso algún especialista extranjero lo dijo abiertamente al visitar el país: la Argentina debería abandonar el Mercosur y asociarse al NAFTA. Pocas voces salieron en cambio a la defensa del proyecto de integración. En particular en los sectores políticos.

Cuando los cuatro Presidentes se reunieron en Montevideo junto con sus Cancilleres y sus Ministros de Economía, el Mercosur aparecía entonces debilitado y sus partidarios a la defensiva. El deterioro era notorio con respecto al clima más eufórico que había caracterizado la anterior cumbre, celebrada sólo en julio pasado en Las Leñas. Es en este contexto que debe situarse el analisis de los resultados de la Cumbre de Montevideo y su significado para el futuro inmediato delMercosur.

I. Las razones de un deterioro
El desbalance comercial contribuyó sin duda a erosionar el entusiasmo del empresariado argentino con respecto al Mercosur. Los datos son conocidos y elocuentes: entre 1991 y 1992 (periodo enero-noviembre) pasamos de tener un superávit de! 190 millones de dólares a un déficit de 1.451 millones de dólares. Este desbalance resulta de una caída de las exportaciones argentinas que significaron 200 millones menos que en 1991, y de una duplicación de las. exportaciones originadas en el Brasil. Es te aumento alcanza casi el 300% en material de transporte, en tanto que las exportaciones argentinas en el sector aumentaron el 98%. Aproximadamente un 40% del déficit se debe al comportamiento del comercio en el sector material de transporte, y la explicación se podría encontrar en el hecho de que la industria automotriz argentina no pudo cumplir con los cupos previstos en el Protocolo 21.

La imagen de "invasión comercial" brasilera se generalizó en el segundo semestre de 1992 y en muchos casos se la atribuyó rápidamente al Mercosur. Posiblemente por las dificultades de información estadística, o por la baja capacidad instalada en el país para el monitoreo del efecto de compromisos comerciales internacionales sobre la economía nacional y sbbre sus empresas, lo cierto es que ningún análisis circuló sin embargo, para avalar una relación causal entre el margen de preferencia resultante del ACE 14 y del Tratado de Asunción y el comportamiento del comercio bilateral, en el que además se tomara en cuenta la incidencia de otros factores válidos para las relaciones comerciales globales de los dos países. Quizás hubo empresas ensectores concretos con interés en que la imagen de invasión causada por los compromisos del Mercosur se afianzara en la opinión pública, a fin de sustentar mejor la conclusión que de ella se extraía, en el pentido de que había que prorrogar los plazos del programa de liberación comercial o imponer medidas excepcionales no previstas en las reglas de juego pactadas.

En todo c!aso, la explicación a la opinión pública sobre la naturaleza del déficit y sobre sus razones, no parece haber sido la suficiente. Sin embargo, los funcionarios gubernamentales responsables del área comercio exterior y del Mercosur, lo señalaron con precisión en distintas oportunidades: el desequilibrio comercial de 1992, se explica básicamente por el Hecho de que la demanda interna del Brasil cae y se expande lade la Argentina; porque la paridad cambiaría en el Brasil refleja Jos profundos desequilibrios ma-croeconórnicos que predominaron en casi todo 1992, y porque en algunos sectores, especialmente el automotriz, la industria argentina no pudo atender simultáneamente el crecimiento dé la demanda interna y sus compromisos de exportación.

¿Es el programa de liberación arancelaria del Mercosur responsable de este desequilibrio? Si se tienen en cuenta el conjunto de la política comercial exterior del país, así como los compromisos comerciales bilaterales con el Brasil, originados en la ALADI y en los protocolos del período del PICAB, parecería difícil atribuir sólo a los compromisos originados en el ACE 14 y en el Tratado de Asunción, una responsabilidad decisiva en el comportamiento del comercio recíproco. Es probable que un análisis detallado del comercio bilateral durante el año 1992, ponga de manifiesto que el desequilibrio se hubiera producido aun en el caso de no exis tir el programa de liberación automática, más aun, incluso en el caso de no existir el Mercosur.

¿Posee el Tratado de Asunción los mecanismos correctores suficientes para atender situaciones de desequilibrios profundos como los que se plantearon en 1992? En mi opinión la respuesta es positiva, si se tiene en cuenta la existencia de cláusulas de salvaguardia, laamplitud de competencias que el Tratado de Asunción al Consejo y, en particular, lo que el ACE 14 -instrumento jurídico fundamental para las relaciones comerciales argentino-brasileras durante el período de transición del Mercosur- prevé al respec to. Además, el instrumental jurídico cuatripartito y bilateral, no excluye la posibilidad de que frente a desequilibrios sectoriales pronunciados, que comprometen políticamente la viabilidad del proceso de integración, el país superavitario practique, en acción mancomunada gubernamental-empresaria, una política de restricciones voluntarias a las exportaciones, a fin de no agravar la situación.

Pero el deterioro antes mencionado no se explica sólo por el desbalance comercial. Se explica, fundamentalmente, porque cambiaron las expectativas en cuanto al ordenamiento económico primero y al crecimiento luego, de la economía brasilera. La crisis que concluyó con la renuncia del Presidente Collor, la alta inflación y las incertidumbres que durante el segundo semestre de 1992 predominaron en cuanto a la orientación de la política económica del Brasil, han llevado a cuestionar una de las premisas básicas del Mercosur, que es precisamente la de que el comportamiento expansivo de su economía, en un cuadro de estabilidad macroeconómica, contribuiría al dinamismo económico que se requiere para sustentar, a largo plazo, el proceso de transformación económica y de modernización de nuestro país.

Es entonces la imagen que predominó en el segundo semestre de 1992, de un Brasil desordenado económicamente, que se estanca y pospone sus posibilidades de modernización y crecimiento, lo que contribuyó significativamente a erosionar el clima de expectativas positivas que originó en su momento el Mercosur.

En este contexto, el desbalance comercial pasa a ser percibido como un síntoma de una realidad más profunda. Y es esa realidad la que conduce a generar dudas sobre el acierto de la estrategia del Mercosur, basada en supuestos Imás optimistas con respecto al comportamiento económico del Brasil, justificados en el cuadro económico y político de 1990 y 1992, y en el comportamiento expansivo de nuestras exportaciones al país vecino.

II. Los resultados de la cumbre de Montevideo
La tercera reunión del Consejo del Mercosur, produce entre otras los siguientes resultados concretos:

  1. La definición al más alto nivel político de los niveles del arancel extemo común. Los Presidentes decidieron que, con forme a lo previsto en el Cronograma de Las Leñas, a partir de junio de 1993 queden definidos los niveles del AEC entre 0 y 20%. Esta definición significa reafirmar la imagen de un Mercosur abierto al mundo y concebido como trampolín para los esfuerzos de competítívídad internacional de cada uno de los asociados.

    Se decidió asimismo reconocer la existencia de situaciones sectoriales específicas, estableciéndose que "serán permitidas alícuotas diferentes hasta un máximo del 35% para una lista reducida de productos, entendiéndose que esa alícuota deberá reducirse a un máximo del 20% en un plazo no superior a seis años a partir del l2 de enero de 1995", es decir como máximo hasta el 2001. De tal forma, con sentido pragmático, se flexibiliza el logro del objetivo de la unión aduanera, reiterándose una concepción no dogmática del proceso de integración, que implica una conciliación dinámica del logro de los objetivos perseguidos con la evolución de las realidades económicas internas de los asociados e internacionales.

    Otra decisión importante es la de establecer un régimen especial arancelario aplicable "a la importación por los países del Mercosur, de productos subsidiados por terceros países, teniéndose en cuenta los resultados de la Ronda Uruguay", Se abre así la posibilidad de contar con un instrumento idóneo, a fin de adaptar las medidas necesarias para contrarrestar la importación de productos agrícolas subsidiadqs, a las reglas de juego que finalmente surjan de las actuales negociaciones en el GATT.

  2. El lanzamiento de una iniciativa en relación a los Estados Unidos y evenlualmente en relación a Nafta, en la forma de una propuesta a los Estados Unidos, de realizar en el ámbito del Acuerdo "4 +1", conversaciones preliminares para darinicío, cuando las partes lo consideren oportuno, a negociaciones entre el Mercosur y los Estados Unidos, "sobre las opciones comerciales que se abren a partir de la nueva realidad hemisférica de acuerdo a la Iniciativa para las Américas y a la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, del qual son signatarios asimismo México y Canadá".

    De está forma se reafirma algo que estaba claro desde el inicio en 1990 del proceso que condujo al Mercosur (especialmente desde la reunión de Ministros celebrada en Brasilia el 1º de agosto): y es que éste era concebido, no como contradictorio u opuesto, sino como parte de un ejercicio más amplio de inserción de los países del Cono Sur en la economía global, a través de las negociaciones del GATT, de la vinculación con la CEE y Japón, y en el plano hemisférico del desarrollo de la idea de un sistema de libre comercio, dentro de los lineamientós propuestos por el entonces Presidente de los Estados Unidos.

    La señal que emiten los Presidentes es clara: cuando las dos partes estén en condiciones, -es decir, también los Estados Unidos, ya que hasta el momento ha indicado nítidamente que prefiere primero poner en funcionamiento el NAFTA-, los países del Mercosur entienden necesario empezar a conversar en el marco del "4 + 1" -cosa que durante las dos primeras reuniones del Consejo del Acuerdo con los Estados Unidos no ocurriera- sobre qué opciones existen para concretar la idea de un acuerdo hemisférico de libre comercio. Una de esas opciones por cierto puede ser un acceso al NAFTA. Pero no es la única, ni necesariamente la más conveniente. Otras podrían ser por ejemplo, o un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos o directamente, un acuerdo entre el Mercosur y NAFTA. Lo que los Presidentes señalan en la cumbre de Montevideo es que todas las opciones están abiertas, que hay que explorarlas y que para eso existe un ámbito, que es el actual acuerdo "4 + 1".

  3. El reconocimien to explícito de quelos desequilibrios comerciales son un problema común que requiere de un tratamiento especial por parte del Grupo Mercado Común, el que "deberá estudiar fórmulas destinadas a asegurar un tratamiento equilibrado del tema". Implícitamente la Cumbre de Montevideo, reconoce que hay un problema común a tratar, pero no entendió necesario aún adoptar medidas especiales, probablemente por atribuirle un carácter transitorio y excepcional a la situación.

    En concreto, fue una reunión en la que predominó una vez más el pragmatismo y la prudencia, rasgos que son esenciales en la administración de la difícil tarea de integrar mercados y economías en profundo proceso de estabilización y transformación.

III. Hacia el futuro
Los mercados y la ciudadanía esperaban, con razón, señales claras de la reunión presidencial de Montevideo. Creo que las han obtenido. El Mercosur ha salido una vez más reafirmado, como proyecto compatible con las otras dimensiones de la inserción de los asociados en el mundo. La presencia y el discurso de ltamar Franco, quien un día después asumiría como Presidente del Brasil, contribuyeron a despejar toda duda acerca de la importancia que su gobierno le atribuye al cumplimiento, por todos los asociados, de los compromisos asumidos en el Mercosur.

En mi opinión, lo esencial en el futuro es mantener firme el sentido de dirección y la razón de ser de la alianza estratégica entre la Argentina y el Brasil, que es la columna vertebral del Mercosur. Pero también es importante señalar en forma permanente, con hechos, que los cuatro gobiernos preservan el pragmatismo y la flexibilidad que caracterizó el lanzamiento de la idea original del Mercosur en 1990, como antes había caracterizado la del PICAB, durante la gestión de los Presidentes Alfonsín y Sarney.

No hay espacio para rigideces o visiones mecanicistas. La integración económica entre naciones, tiene más de arte que de voluntarismos o automaticismos. Lo demuestra la historia reciente de la integración europea. Por eso se trata de procesos esencialmente políticos. Se construyen según las posibilidades. Requieren mucho de perseverancia, convicción política en sus objetivos, respaldo societal, y una gran dosis de razoriabilidad en la concepción y en la aplicación de los instrumentos.

Pero es importante también mantener la credibilidad y la seguridad jurídica. Caso contrario los inversores quedarán paralizados o irán a otras latitudes. La inminente entrada en vigencia del Protocolo de Brasilia sobre solución de controversias es, en tal sentido, buena noticia. Por suerte además, el Tratado de Asunción permite, a través de actos jurídicos originados en el Consejo del Mercosur, introducir con bastante laxitud las correcciones de rumbo que las realidades imponen. Es una paradoja, pero muchas veces las rigideces en este tipo de procesos resulten de la no utilización oportuna de los elementos de flexibilidad que posee una estructura jurídica.

No es necesario fugarse de la realidad ni fugarse del Mercosur, como algunos propusieron en el segundo semestre de 1992. Ijs preferible en cambio, ajustar la marcha del Mercosur a realidades correctamente definidas y necesariamente cambiantes, a fin de preservar lo esencial de los objetivos políticos y económicos perseguidos.

La tarea por delante es densa. En el plano del Mercosur y en el plano interno, con respecto al Mercosur. Con respecto al plano del Mercosur, el Cronograma de Las Leñas fijajpautas y orientaciones. Se pueden modificar si las realidades lo imponen. Pero lo importante es hacerlo conforme a las propias reglas de juego establecidas. Caso contrario se afecta inútilmente la credibilidad en el proceso. Dejar que los plazos transcurran sin que las tareas se cumplan sería contrario al interés de nuestro país, pues iría erosionando gradualmente la idea de que lo pactado debe cumplirse. Si los plazos hay que prorrogarlos más allá de los tres meses autorizados al Grupo Mercado Común, lo tiene que hacer el Consejo mediante una Decisión. Insisto en que el Tratado no es rígido. Sólo que su flexibilización debe hacerse conforme a Derecho. Para un país con un mercado relativamente pequeño como es el nuestro, es importante reconocer el alto valor práctico, político y económico, que tiene el respeto a la juridicidad en los compromisos comerciales internacionales. Recordemos que lo esencial para atraer inversiones orientadas al comercio exterior, es adquirir un derecho protegido para acceder a mercados mayores como si fueran internos. Es muy probable que si se percibiera precariedad en la protección jurídica al acceso a los mercados, muchos inversores en sectores tales como, por ej. el automotriz, preferirán instalarse en el país con mayor mercado. México lo ha entendido. También lo han entendido otros de nuestros competidores, como Canadá en relación al mercado americano o España en relación al mercado comunitario. También lo ha entendido claramente Chile y por eso le interesa acceder al NAFTA. Por el mismo motivo, no le convendrá mantenerse mucho tiempo apartada de un Mercosur exitoso.

También en el plano del Mercosur, parece fundamental reflexionar sobre las ideas avanzadas por Carlos Ruckauf en su estimulante articulo, publicado el 15 de enero en El Cronista, en relación a trascender a la actual etapa de informalidad política, y acrecentar el espacio de participación de los parlamentos y de la comunidad académica.

Con respecto al plano interno en relación al Mercosur, la tarea principal por delante cruza por dos frentes: el primero, es el de un mayor desarrollo institucional que permita una creciente participación de los sectores empresarios, políticos, sindicales y académicos, en la preparación de las decisiones nacionales referidas al Mercosur; y el segundo, es el de una acción intensa del propio sector empresario para colocarse a través de inversiones y de la incorporación del progreso técnico, así como a través del tejido de alianzas empresarias, en condiciones de competir en el mercado del Brasil, como parte de una estrategia más amplia de inserción en la economía global. En tal sentido, lo que la experiencia de la relación comercial bilateral argentino-brasilera de 1992 estaría indicando, es que el peor escenario para el futuro de algunos sectores de nuestra economía, podría ser el de una oferta argentina de bienes y de servicios que no pudiera atender, a la vez, la expansión de la demanda interna y la de la demanda interna del Brasil. Podría darse el caso que tengamos asegurado el acceso al mercado de un Brasil que se estabilice y vuelva a crecer, aumentando significativamente sus importaciones y que nuestras empresas no puedan sacar provecho de ese hecho, por falta de suficiente oferta adaptada a las características de la demanda que allí se originaría.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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