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  Félix Peña

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 Diario El Cronista | 23 de octubre de 1992

Sumar voluntad política y seguridad jurídica


Dos son los principales problemas que plantea en lo inmediato la participación Argentina en el MERCOSUR. Los dos tienen, en mi opinión, solución dentro de los compromisos políticos y jurídicos que hemos asumido con el brasil, y con nuestros asociados.

EL primer problema es el del fuerte desequilibrio que en 1992 tendrá el comercio bilateral entre la Argentina y el Brasil. La cuestión debe ser concretamente planteada. Desde el punto de vista de nuestros compromisos mutuos, lo que importa actualmente es el hecho mismo del desequilibrio y no necesariamente sus causas que se invocan por empresarios y analistas, tales como el nivel de actividad económica en el brasil o las respectivas paridades cambiarias, u otras asimetrías económicas de tipo estructural, tiene que ser objeto de discusión bilateral simultáneamente con los avances que se vayan logrando en la indispensable interdependencia macroeconómica. Ello requiere a la vez de tiempo y de un nivel de interdependencia económica bilateral mucho mayor que el actual. Por el momento ambas economías siguen siendo marginales, una con respecto a la otra, como para que las principales variables macroeconómicas puedan ser tratadas en función solo de la relación bilateral.

En cambio el hecho del profundo desequilibrio si es materia de tratamiento bilateral urgente. Desde que en 1985 se avanzara en el Programa de Integración y Cooperación entre los dos países, quedo claro en los compromisos jurídicos que la relación debía ser equilibrada. Y por los mecanismos que entonces se previeron, también resultaba claro que lo que se quería evitar eran desequilibrios profundos. El actual lo es. Las tendencias indican que superara este año el 30 % del intercambio bilateral.

Las reglas de juego vigentes permiten encontrar soluciones. Es cuestión de aplicarlas. Lo primero que se requiere es que se reconozca que el desequilibrio como tal es un problema indeseado por los asociados. Cualquiera que sea la causa. Es reconocer que la alianza estratégica no persigue como objetivo de canibalizacion de los respectivos sectores productivos. AL contrario, supone la expansión de la demanda interna en condiciones de estabilizada macroeconómica de los cuatro países, para mejor competir en los mercados mundiales. Los compromisos han sido adoptados a partir de este supuesto.

Una vez aceptado que hay un problema común, el menú de opciones para corregir la situación, dentro del marco de las actuaciones reglas de juego, es amplio. Las reglas de juego resultan para los cuatro países del Tratado de Montevideo de 1980 y del Tratado de Asunción de 1991. Para cada par de países existen además reglas de juego específicas que se aplican durante el periodo de transición, es decir hasta diciembre de 1994. En el caso de la Argentina y el Brasil, tales reglas especificas surgen del Acuerdo de Complementación Económica N° 14 (ACE 14), celebrado en el marco de la ALADI y del Tratado de Integración Bilateral de 1988.

Tales opciones incluyen la reducción mas acelerada de las tarifas que aplica el Brasil a sus importaciones del MERCOSUR, llegando incluso a cero; Las restricciones voluntarias a la exportación; la ampliación sustancial de cupos a la importación que aun se aplican para algunos productos; un tratamiento mas preferencial en licitaciones y en compras del Estado, etc. La amplitud del ACE 14 permite entonces encontrar soluciones, si es que existe voluntad política y se reconoce la importancia crucial de la cuestión. Las recientes declaraciones del muevo ministro de Agricultura del Brasil, en cuanto al objetivo de autoabastecimiento alimentario y restricciones en las compras del trigo, no contribuyen a la necesaria demostración de sensibilidad política frente al problema del desequilibrio comercial. Políticamente, es urgente producir hechos comerciales positivos y significativos que demuestren el interés del Brasil de fortalecer el MERCOSUR.

El segundo problema es el de la credibilidad en que se pueda lograr para diciembre de 1994, el grado de coordinación macroeconómica que requiere el funcionamiento de la unión aduanera. Los inversores tienen sobre todo dudas en cuanto a que todos los asociados hayan logrado en aquel entonces, el suficiente control macroeconómico. Dada la dinámica de cambio económico interno en cada país, resultado de las políticas de ajuste y de transformación productiva, y del mas profundo cambio que se esta operando en la economía mundial, resulta prematuro aventurar pronósticos sobre el estado en que se encontraran en 1994 las cuatro economías. Y muchas otras también. Lo importante es que se preserven los tres puestos bajos los cuales se concreto el MERCOSUR: la consolidación de la democracia, la transformación productiva para superar la obsolencia tecnológica y la inserción competitiva en la economía mundial. Si se mantiene firme la dirección hacia tales objetivos, las reglas de juego permiten otorgar al proyecto de integración de toda la flexibilidad necesaria para adoptarlo a las realidades.

El hecho que en Las Leñas se haya acordado, que a partir del 1° de enero de 1995 se requerirá un nuevo cronograma de medidas a adoptarse para lograr el pleno funcionamiento del mercado común, implica un reconocimiento al mas alto nivel político, que aun habiéndose alcanzado al finalizar el periodo de transición el objetivo de la unión aduanera será necesario luego recorrer quizá u largo camino para perfeccionar el objetivo mas ambicioso del mercado común, por ejemplo en lo que se refieren la circulación de factores de la producción. Pero incluso en lo que se refiere a la unión aduanera, los compromisos asumidos no impedirían, que si fuera necesario, su pleno funcionamiento en todos los sectores pudiera requerir de algún tiempo adicional. Es algo que habrá que decidir con pragmatismo a medida que avance el periodo de transición y a la luz de las realidades económicas concretas que se encaren.

La suma de la voluntad política y de una aplicación inteligente de las actuales reglas de juego del MERCOSUR, deberían permitir conciliar flexibilidad con seguridad jurídica e ir sorteando, en la practica, las previsibles dificultades de una alianza económica de esta naturaleza.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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