Un supuesto básico del cual se parte en el desarrollo del MERCOSUR,
es el que durante el período de transición previsto en el
Tratado de Asunción, los cuatro países avanzarán
sustancialmente en sus procesos internos de transformación económica,
a fin de crear así las condiciones macroeconómicas y sectoriales
que permitan a las empresas colocarse en condiciones de competir, en sus
propios mercados, en los de la subregión y sobre todo, en los de
los países industrializados.
En tal perspectiva, el plazo de diciembre 1994 para completar el tránsito
hacia el Mercado Común, con la conformación de la Unión
Aduanera, aparece como razonable: es en el fondo, un plazo para alcanzar
niveles aceptables de competitividad como naciones, en el marco de una
globalización de los mercados mundiales que dificultará
significativamente la supervivencia de los ineficientes.
Pero en forma simultánea con el avance en los esfuerzos gubernamentales
para crear, a nivel nacional y subregional, un entorno favorable a la
competitividad, serán necesarios avances sustanciales en los esfuerzos
de las empresas para adquirir niveles aceptables de competitividad internacional.
Organizarse y capacitarse para competir es, entonces, el gran desafío
que en cada una de nuestras naciones y en el MERCOSUR en su conjunto,
enfrentarán por igual gobiernos, empresas y en realidad, todos
los sectores sociales. Es una tarea de la nación en su totalidad,
que a partir del Tratado de Asunción se transforma en una tarea
de la subregión. Todo indica que ya los empresarios de la subregión
han asumido el desafío. Desde la firma del Tratado de Asunción
se observa una intensa actividad empresaria orientada a informarse sobre
los alcances del MERCOSUR y sobre sus implicancias para las actividades
productivas de cada país. Los cursos y seminarios, las mesas redondas
y talleres de trabajó, con la Integración y el MERCOSUR
como foco principal, se han multiplicado por doquier en cada rincón
de nuestro país y lo mismo ocurre en los otros tres países.
A su vez, las cámaras y demás organizaciones empresarias
se están organizando para participar intensamente en el proceso
MERCOSUR. Recientemente se ha concluido un importante acuerdo de cooperación
en la materia entre la Unión Industrial Argentina y la Confederación
de Industrias del Brasil, abierto a la participación de la Cámara
de Industrias del Uruguay y la Unión Industrial del Paraguay. Por
dicho acuerdo, se ha creado una Comisión Empresarial que tendrá
como competencia "todos los aspectos referentes a la instrumentación
del MERCOSUR y a las negociaciones oficiales que se realizan en su marco,
así como la evaluación periódica y permanente de
la marcha del proceso". Otro ejemplo lo constituye la reciente constitución
en Buenos Aires de la Federación Argentina de Cámaras Binacionales,
que aspira al establecimiento de una red de cámaras binacionales
del MERCOSUR. Hay, por cierto, otras iniciativas en marcha. Estas iniciativas
reflejan el interés de todo tipo de empresa, de las grandes a las
pequeñas y están orientadas a apoyar su activa participación
en el MERCOSUR. Se manifiestan en casi todos los sectores de la actividad
económica. Pero son sin dudas las empresas medianas y pequeñas
las que requerirán mayor apoyo a través de servicios de
asesoramiento e "inteligencia económica", que les permitan
trazar estrategias de adaptación y aprovechamiento del mercado
ampliado, así corno enhebrar alianzas empresarias para penetrar
el MERCOSUR y para sustentarse en él en sus estrategias de penetración
de los mercados mundiales. Las "redes Industriales", al estilo
de las que se han desarrollado en Europa, especialmente en Italia, que
son verdaderos "pools" de servicios tecnológicos, financieros,
gerenciales y de distribución, para las pequeñas y medianas
empresas, serán quizás uno de los mecanismos que más
podrán facilitar el aprovechamiento del MERCOSUR por parte de este
tipo de empresas.
Es probable que en el futuro inmediato se observen acciones empresarias
más agresivas aún, orientadas al desarrollo de redes subregionales
de cámaras empresarias y de instituciones prestadoras de servicios
especializados para el sector empresario, como por ej. los bancos y las
firmas de asesoramiento económico y legal. En el caso de las cámaras
empresarias, un cobro razonable de los "certificados de origen"
(por ej. un uno por mil del valor ele la respectiva operación de
exportación), permitiría obtener recursos genuinos que requerirán
las: instituciones empresarias para mejorar sustancialmente su capacidad
de prestar servicios de apoyo a la participación de los empresarios
en el MERCOSUR.
Cabe señalar que la experiencia internacional en materia de servicios
que pueden prestar las cámaras empresarias para facilitar la internacionalización
de las empresas medianas y pequeñas, y para facilitar su participación
en procesos de integración, es muy amplia. Una de las más
interesantes a examinar es la de la Confederación de las Cámaras
de Comercio e Industria del Asia y el Pacífico. Facilitar el conocimiento
de estas experiencias puede ser un muy fructífero campo de acción
para programas de cooperación, técnica internacional y para
agencias especializadas, como el Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD), la Organización de Naciones Unidas para el
Desarrollo Industrial (ONUDI) y el Centro de Comercio Internacional de
la UNCTAD y el GATT.
Pero estas actividades de apoyo, sólo pueden fructificar en el
ambiente de una actitud empresaria proclive al cambio y a la adaptación
a los desafíos de la competitividad internacional. Es en definitiva
en este plano en el que se juega la suerte de una iniciativa como el MERCOSUR.
Supone por parte de los empresarios, el aprovechamiento de un cuadro macroeconómico
de estabilidad para encarar un sustancial esfuerzo de inversión,
y de incorporación de tecnologías productivas y organizativas,
que permitan alcanzar los niveles de productividad, eficiencia y calidad
necesarios para penetrar mercados mundiales cada vez más exigentes
y competitivos.
En muchos casos, el desarrollo de una estrategia de adaptación
a las nuevas escalas de negocios planteadas por el MERCOSUR, implicará
negociar todo tipo de alianzas con otros empresarios del propio país,
de la subregión o incluso del exterior. Se puede vislumbrar entonces
un fuerte proceso negociador entre los empresarios para aliarse en función
del mercado ampliado, pero en particular para proyectarse a partir de
él a los mercados mundiales más exigentes y atractivos.
Este proceso negociador empresarial estará sin duda acompasado
con el que realizarán entre sí los propios gobiernos, y
también con el que llevarán adelante los empresarios con
sus gobiernos. Los acuerdos sectoriales de complementación industrial,
instrumento clave del MERCOSUR, serán precisamente un resultado
de este triple nivel de negociación.
Competitividad, negociación y alianzas serán entonces en
adelante palabras comunes en el vocabulario de los empresarios que opten
por aprovechar las oportunidades abiertas por la transformación
de nuestra economía y por el MERCOSUR. Evocan a su vez información,
cálculo, asesoramiento, estrategia. Evocan por sobre todo, organización.
Los riesgos por cierto existen y van a seguir existiendo. Son ineludibles
en una economía de mercado. Pero también existen y son grandes
las oportunidades. En el caso de los empresarios argentinos se ponen de
manifiesto por los datos que indican la dimensión del mercado brasilero.
Quizás lo más importante de la respuesta empresaria al
planteamiento que los gobiernos han hecho con el lanzamiento del MERCOSUR,
es precisamente la cantidad de empresas que ya están tomando posición
para extraer provecho del mercado ampliado. Por lo demás, la multiplicación
en el futuro de los casos ya conocidos de empresas que han empezado a
operar a escala MERCOSUR, será una garantía de que el tejido
de intereses favorables a la integración tendrá suficiente
densidad como para ser indestructible. De allí nuestra afirmación
en el sentido que en gran medida, el éxito del MERCOSUR depende
de la respuesta empresaria.
Los gobiernos han creado el marco. Es un marco de desregulación
de las transacciones económicas subregionales. Es un marco que
deberá ser desarrollado a través de la acción del
Consejo del Mercado Común y del Grupo Mercado Común. Que
deberá ser desarrollado en conjunción con los propios procesos
internos de transformación económica. Que deberá
ser desarrollado también, en conjunción con otros instrumentos
de inserción competitiva de nuestras, naciones en la economía
mundial, tales como los que resultarán en el plano hemisférico,
de la necesaria evolución de la Iniciativa de las Américas.
Corresponde ahora a los empresarios desarrollar en tal marco, sus estrategias
para aprovecharlo y para alcanzar así los niveles de competitividad
y excelencia que le requerirán crecientemente los mercados mundiales
e internos.
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