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  Félix Peña

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 Revista Visión | 7 de octubre de 1977

Interdependencia


Félix Peña, argentino de 39 años de edad, de profesión abogado, se doctoró en las Universidades de Madrid y de Lovaina. Ha escrito varias obras sobre integración. Tuvo a su cargo el sector jurídico en el Instituto para la Integración Latinoamericana (INTAL) y fue director de la Revista Derecho de la Integración, del mismo organismo. En la actualidad es presidente del INTAL y uno de los motores intelectuales de la integración latinoamericana.


El telón de fondo de nuestro tema es la de las conocidas consecuencias de una crisis económica internacional profunda. Consecuencias que no son aún definitivas en el propio sistemas internacional global, pero que ya están operando una redistribución de poder económico y político sobre todo en los escalones intermedios de la estratificación internacional. Y que están conduciendo al surgimiento de un nuevo orden económico internacional, que será el producto de la transición de unba etapa a otra en la evolución mundial. Pero resulta difícil predecir ahora cuánto durará la transición ni cómo será el mentado nuevo orden. No necesariamente será una transición fácil, si es que creemos en lo que nos enseña la historia. Ni necesariamente será "el" nuevo orden económico internacional proclamado y reclamado por países en desarrollo.

También se han producido consecuencias en la evolución interna y externa de las economías latinoamericanas. Son conocidos los efectos de una crisis internacional como la reciente en nuestras economías. Más difícil es predecir los efectos de mediano y largo plazo de los cambios profundos que la crisis está operando día a día en el sistema internacional. Los acontecimientos externos que afectan la vida interna y externa de los países latinoamericanos son escasamente controlados e influenciados por los mismos.

Sólo con este telón de fondo presente es posible abordar el tema de las relaciones económicas intralatinoamericanas. Lo primero que sorprende al observador es la riqueza e intensidad de las interacciones entre los países de la región y su contraste con la imagen de "crisis" de los llamados procesos de integración. Lo que parece una paradoja puede tener una explicación relativamente sencilla. La crisis se refiere a mecanismos y programas de integración imaginados en un contexto histórico diferente. Se refiere amás a un "debe ser" de la integración que a una realidad posible y necesaria.

La intensidad de la vida interlatinoamericana, más visible en las áreas contiguas de cada país, se manifiesta en distintos campos en lo económico. Y también en lo político. Si es prematuro hablar de un sistema de interdependencia, sí se puede decir en cambio, que existen indicios sumamente claros de una interdependencia que está surgiendo.

El resultado más evidente de la etapa que hemos vivido a partir de los años 60, en materia de integración latinoamericana, es que se ha producido el grado mínimo de interdependiencia real entre los países de la región como para aspirar ahora a construir un sistema que permita aprovechar y organizar dicha interdependencia. Organizar la interdependencia es, en la actualidad, un problema central tanto en el nivel global internacional como en el regional. La interdependencia puede ser predominantemente conflictiva y producir la fragmentación política y económica. Puede ser, también, predominantemente cooperativa y aún solidaria. Y producir, en una escala muy superior de su evolución, uniones económicas y aún políticas. Sería la "integración máxima". Pero el solo hecho de que la interdependencia tenga un carácter cooperativo y se evite la natural tendencia a la fragmentación permite hablar de una "integración mínima". Es lo que lograron Monnet-Schumann-Adenauer, al revertir el ciclo del "conflicto secular". Abrieron un período en que la fuerte interdependencia europea -muy superior a la latinoamericana actual- comienza a caracterizarse más por la cooperación que por el conflicto. Se revierte así la tendencia histórica a la fragmentación europea. Es una "integración mínima" dentro del ropaje de una "integración máxima".

La "integración mínima" es en sí un objetivo. No un "second best". Es un objetivo pobre si se piensa en la "integración máxima". Lo es de primera magnitud si se piensa en la altenrativa de la fragmentación. O si se recuerda cómo se construyen las comunidades de pueblos. En esta perspectiva los múltiples medios que utilizan gobiernos y operadores latinoamericanos para vincultase y actuar en común son válidos y bienvenidos. Como se ha dicho, con razón, la integración es una práctica, no una teoría. Se la construye gradualmente a través de una metodología de trabajo en común. Las formas del trabajo en común van surgiendo de la realidad. Son en la América Latina actual, múltiples y diversas. Multilaterales y bilaterales. De simple cooperación o de integración en el sentido de abarcar formas tanto de unión económica así como de coordinación de políticas.

La multiplicidad de medios en función de una interdependencia organizada y de una "integración mínima" requiere de una visión de conjunto. En esta perspectiva es importante observar la evolución del SELA y el fortalecimiento de los esquemas subregionales de integración. Y en esta perspectiva cobra sentido el objetivo proclamado al más alto nivel político por la mayoría de los países miembros: "revitalizar" la ALALC. El sistema de interdependencia latinoamericana requiere de un foro de negociación y promoción del comercio regional que contemple y asimile las múltiples formas de acción parcial que en la actualidad utilizan y valoran gobiernos y operadores.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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