¿Qué puede esperarse de la Cumbre Unión Europea-América
latina y el Caribe, a realizarse en Lima en mayo próximo? Habrá
por cierto una declaración final cuyo texto se está aún
negociando. Estará centrada en dos temas privilegiados en esta
ocasión: la cuestión social -pobreza, desigualdad y exclusión-
y el desarrollo sostenible -medio ambiente, cambio climático y
energía-. Pero sin perjuicio de la relevancia de ambos temas, buena
parte de la atención sobre esta Cumbre estará concentrada
en dos aspectos centrales de la agenda común a ambas regiones.
El primero tiene que ver con la necesidad de colocar las relaciones futuras
en el cuadro más amplio de los profundos cambios que se están
operando en el mundo y en ambas regiones. En un contexto global con fuertes
incertidumbres y con múltiples opciones para la inserción
internacional de cada país y región no parecería
razonable seguir visualizando estas Cumbres birregionales y sus agendas
con planteamientos originados hace más de diez años. Su
periodicidad y los métodos de trabajo empleados para su preparación
y para asegurar el cumplimiento de las hojas de ruta que en ellas se aprueben
requieren de una visión innovadora. Convendría que de Lima
surja un mandato renovador, cuyos resultados sean luego sometidos a la
Cumbre en España en 2010.
El segundo tiene que ver con las negociaciones de la Unión Europea
con América Central, con la Comunidad Andina de Naciones y con
el Mercosur. Cada una tiene historia, dinámica, relevancia y grados
de avance diferentes. Lo importante es que al concluir la Cumbre de Lima,
se pueda tener una idea cierta sobre sus respectivos futuros.
Es difícil que se produzcan avances sustanciales antes de Lima
en las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea. Se sabe
que están condicionadas por los resultados aún inciertos
de la Rueda Doha. Pero sí sería factible, de existir voluntad
política, trazar una agenda de trabajo sobre la base del Acuerdo
Marco de Madrid de 1995, plenamente vigente, y con contenidos precisos
y de actualidad. Colocar tal agenda en la perspectiva de lo mucho que
puede avanzarse en el plano de la facilitación del comercio, de
la conexión física de los mercados, de los marcos reguladores
que inciden en el comercio de bienes y de servicios, de las sinergias
sectoriales y de la cooperación científica y tecnológica
es algo que permitiría apreciar como valiosos los resultados de
Lima.
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