Líderes políticos, altos funcionarios nacionales e internacionales,
empresarios y formadores de opinión, de países desarrollados
y emergentes, analizaron en el Foro Económico Mundial de Davos
algunas de las cuestiones más relevantes de la agenda internacional.
Fue numerosa la presencia de protagonistas de economías emergentes,
como China, la India y Rusia, pero también de otras de menor tamaño,
que pusieron de manifiesto la importancia de actuar en conjunto, tal el
caso de los de la Asean [Asociación de Naciones del Sudeste Asiático].
Tienen conciencia de ser relevantes y son muy asertivos. Saben que han
comenzado a tener un poder económico del que antes carecían.
Este es un hecho muy cargado de futuro.
El espectro de una recesión en algunas de las principales economías
que alimente tendencias proteccionistas y discriminatorias estuvo muy
presente en los debates. Por ello al apreciarse el estado de salud delicado
de la Rueda Doha, se la colocó en el telón de fondo de una
crisis financiera internacional cuyo alcance global es aún imprevisible,
pero que tiene notorias implicancias económicas y políticas.
Al así hacerlo, se tornó evidente la importancia política
que tiene el concluir pronto con las actuales negociaciones comerciales
multilaterales.
Preguntas
Dos preguntas estuvieron presentes en el análisis de las perspectivas
de la Rueda Doha: ¿es aún posible concluirla antes de fines
de este año? Y si no lo fuera, ¿qué impacto tendría
en el sistema de la OMC un fracaso o una dilación que podría
ser de varios años? No hubo respuestas contundentes. Pero sí
puede destacarse una aparente convicción de que si hubiera suficiente
voluntad política, es factible concluir con las negociaciones antes
de fines de 2008. Factible no quiere decir que ello será así.
En un contexto global de marcadas incertidumbres, la complejidad de las
cuestiones que se enfrentan en la Rueda Doha, la multiplicidad de protagonistas
y la debilidad de algunos de los liderazgos políticos explican
un relativo pesimismo sobre su futuro.
De atenernos a lo manifestado por algunos de los principales protagonistas
de la Rueda Doha presentes en Davos -incluyendo a Pascal Lamy, el director
general de la OMC-, la voluntad política de concluirla sí
existe. De acordarse en un plazo corto las modalidades de la negociación
-esto es, números, metas, plazos y sensibilidades-, ello es aún
factible. Una próxima reunión ministerial, de concretarse
en marzo o abril, sería la indicación más clara de
que el objetivo puede lograrse.
Intereses
El problema es que los incentivos para negociar pueden disminuir en la
medida en que sigan predominando intereses defensivos sobre los ofensivos.
Los cambios estructurales que se están produciendo en el comercio
de productos agrícolas -un cuadro de demanda ilimitada y de restricciones
por el lado de la oferta- y las dificultades para atender las múltiples
sensibilidades tanto en el plano agrícola como en el industrial
pueden ser factores que contribuyan a un escenario de dilación
prolongada (se estima que en tal caso antes de 2010 sería difícil
concluir).
El hecho de que varios países -incluso China- estén reduciendo
o eliminando sus aranceles a las importaciones de productos agrícolas
podría acentuar las dudas en países exportadores sobre las
ventajas de tener que efectuar contrapartidas en productos industriales
y en servicios. ¿Por qué hacerlo si de todas formas ya están
obteniendo el acceso a mercados que significan una demanda creciente que
no siempre podrán satisfacer -al menos en plazos cortos y medianos-
por limitaciones del lado de la oferta? Es una buena pregunta, pero cabe
recordar que tales aperturas unilaterales de mercados son precarias. No
significan obtener lo que sí puede resultar de las negociaciones
multilaterales, esto es, la consolidación de las aperturas comerciales
en compromisos exigibles e irreversibles.
Por otro lado, existe conciencia sobre los impactos sistémicos
negativos de un eventual fracaso. Peter Mandelson, el negociador europeo,
lo dijo con claridad: de no concluirse este año los países
procurarán alternativas a través de acuerdos preferenciales.
Según él, eso no sería negativo para el sistema comercial
multilateral. Con razón muchos tienen dudas al respecto.
Las incertidumbres que se han acentuado en el escenario internacional
global, si bien por un lado tornan más difíciles las negociaciones,
deberían ser un incentivo para concluirlas este año. Aun
cuando, eventualmente, fuera necesario disminuir sus ambiciones. Lo importante
es evitar una erosión adicional del sistema multilateral y preservar
en los resultados que se logren un equilibrio proporcionado de los intereses
en juego.
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