La Rueda Doha sigue empantanada. Que concluya en los próximos
meses aún es posible. Pero es cada vez más improbable.
El escenario negativo de un fracaso no hay que excluirlo. Podría
implicar una crisis sistémica de la OMC. Combinado con turbulencias
en la seguridad internacional y en la economía mundial, no parece
ser un escenario conveniente para nadie. Por eso es previsible que se
trate de evitar. Si bien no habría incentivos políticos
y económicos para concluir con la rueda, los habría para
evitar las consecuencias de un fracaso.
Un escenario menos negativo sería que las negociaciones continúen
por algunos años más, como ya ocurrió con otras ruedas
multilaterales. Quizás hacia 2009 o 2010. Mucho dependerá
de lo que ocurra en las elecciones de los Estados Unidos, pero también
de la maduración de cambios profundos que se observan en el plano
combinado de alimentos y energía. Son estos cambios los que contribuyen
a alterar los incentivos para negociar. Incluso en el plano birregional
del Mercosur y la Unión Europea, donde la negociación iniciada
en 1999 sigue sin plazo ni rumbo cierto.
Un escenario más positivo sería que se encuentre una metodología
que permita replantear las negociaciones comerciales globales. Difícil
sería, en tal caso, que no se tome en cuenta que sólo unos
30 países representan el 90% del comercio global de bienes y de
servicios. La tentación de buscar soluciones fuera de la OMC puede
ser entonces grande. Mientras tanto, los acuerdos preferenciales se siguen
multiplicando. Son parte de la realidad, hay que asumirlos, pero pueden
conducir a la fragmentación de los mercados. Generan discriminaciones
que perjudican a quienes no son parte de ellos. Cómo encuadrarlos
en la OMC es un gran desafío a enfrentar, tal como señaló
el director general Pascal Lamy.
La Argentina no es un protagonista relevante en el comercio mundial.
Sí lo es en productos agrícolas y agro-industriales. Tiene
mucho que decir en la materia. No le conviene ni el deterioro de la OMC,
ni la proliferación de acuerdos en los que no participa. Su interés
pasa por apoyar iniciativas que permitan disciplinarlos. Y si la Rueda
Doha no puede concluir en un futuro próximo, también le
conviene compartir liderazgos que conduzcan a la renovación de
sus métodos de negociaciones multilaterales.
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