La Organización Mundial del Comercio (OMC) es el ámbito
multilateral global para negociar aperturas de mercados y reglas de juego
que disciplinan las relaciones comerciales internacionales.
Pero su relevancia práctica trasciende esa función. Cabe
tenerlo presente ante la suerte incierta de la Rueda Doha.
Otras de sus funciones principales es asegurar una razonable transparencia,
especialmente en tres planos: las políticas comerciales de sus
países miembros, la concreción de acuerdos preferenciales
y el tratamiento de controversias comerciales.
Su página web ( www.wto.org
) es un instrumento valioso para especialistas y para la inteligencia
competitiva de empresas expuestas al comercio internacional que, por cierto,
no son sólo las que exportan.
Pascal Lamy, su actual director general, la ha potenciado, incluso, con
la publicación de sus sólidos análisis sobre cuestiones
relacionadas con el comercio y las negociaciones internacionales, pero
también con sus diálogos por Internet con quien quiera formularle
preguntas (el último "on line chat" se realizó
el pasado 18 de diciembre).
Dos ejemplos recientes ponen de manifiesto la importancia de la OMC para
nuestro país. Uno es el de casos de solución de controversias
relevantes para el comercio exterior argentino. Son los de los artículos
tubulares para campos petrolíferos (con los Estados Unidos), los
productos biotecnológicos (con la Unión Europea) y las bandas
de precio para ciertos productos agrícolas (con Chile).
El segundo ejemplo es el de la revisión de las políticas
comerciales. En febrero se efectuará la de la Argentina. La Secretaría
de la OMC ya avanzó en su informe preliminar -puede ser consultado
en la página web de la OMC-. El Gobierno debe presentar su propio
informe y los demás países sus observaciones. Luego, todo
se publica.
Como periódicamente se efectúa la revisión de las
políticas comerciales de cada país miembro, se puede acceder
así a una valiosa información para las empresas que compiten
en mercados externos.
La OMC ha ganado en transparencia en los últimos tiempos. En parte
ello se debe a la creciente demanda de las sociedades civiles para superar
métodos medievales en la producción de reglas de juego que
inciden en el comercio mundial. Pero en mucho también se debe a
la existencia de una Secretaría que es, a la vez, independiente
y orientada por la voluntad de los que ya son 150 países miembros.
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