En la Cumbre de Cochabamba, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez,
realizó una dura crítica -sin fundamentarla- al Mercosur
tal como está hoy. Dejó también instalada la idea
de Bolivia y Ecuador como miembros plenos. El momento es oportuno, entonces,
para reflexionar sobre el futuro de la integración y sus riesgos,
entre ellos, que todo quede en un Mercosur de utilería, donde predominen
las apariencias sobre las realidades.
La acción en el Mercosur transcurre en tres planos principales.
Uno es el político, y es el que permite definir estrategias, adoptar
decisiones y generar impulsos o, al menos, eso es lo que se supone y espera,
aunque no siempre sea así. De hecho, se canaliza mucha energía
hacia efectos mediáticos. En el plano político es donde
se observa el mayor déficit de acción efectiva, es decir,
de lo que incide en la vida real.
El otro plano es el técnico, el que prepara y aplica las decisiones
del nivel político y que permite, además, desatar nudos
que traban el avance de lo pactado. Miles de horas de funcionarios y expertos
-muchos de ellos muy calificados- se utilizan en este nivel, y no siempre
se conoce lo que se hace. La transparencia es muy baja, al menos si se
la mide por lo que se publica en la página web del Mercosur. Es
un plano con déficit de difusión de su producción.
El tercero es el de las relaciones que tejen empresas y actores sociales,
que no siempre resultan de lo que ocurre en los otros dos planos. Muchas
veces se explican por el acortamiento de todo tipo de distancias en el
espacio geográfico común, que a estos efectos incluye a
Chile. Si bien se ha avanzado en la conexión de los mercados, es
deficitario el equilibrio de los beneficios que perciben los socios, unas
veces originado en las asimetrías de las dimensiones económicas
y otras, en la baja calidad de las reglas de juego.
Una mayor vinculación entre esos planos de acción parece
ser prioritario si se desea evitar la irrelevancia del Mercosur. Es en
el primero donde se requiere más innovación. Conectar la
voluntad política con el plano técnico y ambos con las realidades
económicas y sociales parecería necesario para impulsar
un Mercosur que sea un eficaz instrumento de transformación productiva
y de inserción internacional conjunta. Aún no lo es.
Si así no fuere, aumentarán las tendencias a su dilución
en iniciativas sin contenido práctico y a la erosión de
sus disciplinas colectivas. Más aún si su membresía
se amplía.
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