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  Félix Peña

COLUMNA RADAR INTERNACIONAL
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 Columna Radar internacional

Doha, entre la ambición y la urgencia


¿Es factible relanzar la Rueda de Doha a fin de que concluya a comienzos del año próximo? Tres datos al respecto son ciertos: las negociaciones están suspendidas; los nudos que la trabaron -fundamentalmente, el agrícola- siguen con bajas posibilidades de desatarse, y las elecciones norteamericanas no permiten ver un Congreso inclinado a prorrogar la autorización que tiene el presidente George W. Bush para negociar y que vence a fin de junio próximo, al menos sin poner condiciones inaceptables para los países en desarrollo.

Si se preserva el nivel de ambición que se tuvo en 2001 en Doha, es difícil que en estos pocos meses se logre lo que no se pudo en cinco años de negociaciones. Una razón fundamental es que el mapa de la competencia económica global ha sufrido desde entonces fuertes alteraciones. La importancia creciente de grandes economías emergentes -no sólo de China- y el nuevo vínculo entre agricultura y energía, resaltado con acierto por Ted Turner en un reciente foro público en la Organización Mundial del Comercio (OMC), son sólo algunos factores que están incidiendo en la Rueda de Doha.

Sensibilidad

La importancia del tema de la "mundialización" en la campaña electoral francesa ilustra lo sensible que es la opinión pública frente a los efectos de la nueva realidad global sobre la preservación de las fuentes de producción y el empleo. Un acuerdo ambicioso significaría, para los gobiernos de países industrializados claves, costos políticos elevados en el corto plazo y sólo beneficios económicos tangibles en el largo plazo.

Lo recomendable parecería ser entonces reducir las expectativas de lo que se pueda lograr con la Rueda de Doha y concluirla lo antes posible. No es tampoco fácil, ya que implicaría un difícil ejercicio de equilibrio de intereses entre 150 países. Sean mediocres o ambiciosos sus resultados, la cuestión del balance de costos y beneficios para países con tantas diferencias de desarrollo es siempre crucial.

Pero si esa fuera la opción razonable, lo fundamental es incluir entre sus resultados una agenda de trabajo futuro que sea ambiciosa en cuanto al vínculo entre el sistema de la OMC y el desarrollo económico. Si así no fuera, lo que resulte de la Rueda de Doha será percibido como un fracaso. Y, entonces, el costo lo pagaría la OMC, que podría deslizarse gradualmente hacia una creciente irrelevancia.


 Publicado en el Suplemento de Comercio Exterior del Diario La Nación
 Fecha: 21 de noviembre de 2006


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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