En Europa es posible observar mucho desconcierto sobre el Mercosur y
su futuro. Por eso la Cumbre de Viena es una oportunidad para que se reafirme
-ante el más alto nivel político europeo- la voluntad política
de perseverar en la dirección estratégica ya definida, sin
perjuicio de reconocer la necesidad de adaptar instrumentos y métodos
de trabajo a las nuevas realidades de la región y del mundo. Los
europeos lo han hecho muchas veces y su propia experiencia les permite
entender el valor que la integración tiene para neutralizar naturales
tendencias a la fragmentación y al conflicto entre naciones vecinas.
En un mundo plagado de incertidumbres y de frentes de tormenta -y en
el que América del Sur no es ni una excepción ni la región
más complicada- la idea de preservar el Mercosur como un bien público
regional, con contenido económico y fuertes connotaciones políticas,
no puede menos que ser bienvenida por una Europa con significativos intereses
en nuestros países.
A su vez, una Ronda de Doha a la deriva es otro tema que se supone tendrá
fuerte presencia en los diálogos de Viena. A nadie le conviene
el debilitamiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Y eso es hoy una posibilidad concreta que sería ingenuo desconocer.
Incertidumbres
Cuando predominan las incertidumbres los ciudadanos aspiran a tener orientaciones
de sus dirigentes. Por eso cabe esperar que de la reunión de Viena
salgan algunas señales claras sobre la voluntad de fortalecer la
OMC y de perseverar en la construcción de una asociación
estratégica birregional entre el Mercosur y la Unión Europea.
Pero tienen que ser señales creíbles. No parece haber más
espacio para la retórica. Lo recomendable es no pretender desatar
de un solo golpe todos los nudos que han trabado hasta el presente las
negociaciones birregionales.
Es preferible entonces concluir un acuerdo razonable, equilibrado y con
cláusulas evolutivas. En su marco podrán luego encararse
las cuestiones que requieren precisamente acuerdos en el plano de la OMC.
Los problemas actuales no desaparecerán si colapsa el Mercosur
o si no se concluye un acuerdo birregional aunque sea incompleto. Pero
ellos serán, sin duda, más difíciles de resolver
en forma razonable.
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