Es un lugar común afirmar que el Mercosur es una unión
aduanera "imperfecta" o "incompleta". Se la presenta
como evidencia de fracaso o, al menos, de una meta no cumplida que sería
la de una "completa" o "perfecta".
Es una cuestión relevante que hace a la imagen del Mercosur, condiciona
la revisión del arancel externo común e incide en la flexibilidad
para negociar con otros países o bloques.
En realidad, la unión aduanera completa está implícita
en el objetivo del mercado común definido en el Tratado de Asunción.
Pero su plazo de plena concreción quedó indeterminado. Sobre
el arancel externo común sólo se prevé que incentive
la competitividad externa.
El arancel vigente resulta de una decisión del Consejo del Mercado
Común, que puede ser modificada por consenso. En tal caso, se supone
que reflejará un punto de equilibrio en demandas de protección
efectiva de cuatro economías desiguales. No es tarea fácil.
Requiere un enfoque de "geometría variable".
Para discriminar en el tratamiento arancelario de productos importados
desde un socio con respecto a similares originados en terceros países,
la unión aduanera debe ajustarse a los requerimientos del GATT-1994.
Su artículo 24 institucionaliza excepciones al principio de no
discriminación -artículo 1°- en el caso de que dos o
más territorios aduaneros queden comprendidos en una unión
aduanera.
Basta leer su párrafo 8, inciso A, para entender que lo que define
es la figura de una unión aduanera "incompleta". Surge
claro de la historia de la negociación del GATT. Una vez "completa",
sería un territorio aduanero único, como lo es la Unión
Europea.
Las reglas de la OMC brindan un margen de flexibilidad que el Mercosur
puede legítimamente aprovechar. El problema no es que la unión
aduanera sea incompleta. Pero sí lo es el hecho de que es indisciplinada,
es decir, que su flexibilidad resulte de actos unilaterales de los socios.
Es lo que puede afectar el necesario equilibrio de intereses nacionales
en juego.
Institucionalizar la flexibilidad para que sea previsible es entonces
la verdadera asignatura pendiente de un Mercosur que aspire a incentivar
la transformación productiva en el ámbito del mercado ampliado.
Es en esta perspectiva que conviene situar la cuestión de la revisión
del arancel externo común y la de estrategias compatibles de negociaciones
comerciales internacionales.
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