Después de Ouro Preto, el Mercosur sigue en pie. Sus principales
problemas también. No hubo la fiesta esperada. Tampoco la muerte
anunciada.
La tensión entre un Mercosur de utilería, que a veces predomina
en la diplomacia mediática, y el de la vida diaria, que incide
en más del 80% del comercio entre sus socios (pero también
ocasiona conflictos comerciales o desencuentros frecuentes, incluso de
alto voltaje político), sigue expresándose en la misma forma
que lo hace desde, por lo menos, 1998. Cambian los protagonistas, a veces
la escenografía, pero no lo esencial del libreto, ni el desencanto
de los espectadores. Son conflictos o desencuentros que hoy parecen más
apremiantes por la distancia creciente entre reglas e instrumentos disponibles
y realidades económicas de los socios. Quizás existirían
igual sin el Mercosur. Sólo que sería más difícil
resolverlos.
Ahora hay que seguir negociando. Al menos en tres planos. En primer lugar,
para concluir tareas relevantes avanzadas en Ouro Preto -entre otras prioritarias,
fondos de convergencia y Parlamento del Mercosur-. En segundo lugar, para
mejorar los mecanismos de producción de reglas de juego que penetren
en la realidad y, en tercer término, para desatar nudos originados
en asimetrías y en asincronías, especialmente de competitividades
relativas, agravadas por reglas inadecuadas y, a veces, por disparidades
cambiarias.
Pueden efectuarse tres recomendaciones para seguir negociando. La primera,
reforzar el papel de los coordinadores nacionales del Grupo Mercado Común,
generando un núcleo negociador permanente y de dedicación
exclusiva. Fue la idea original. La segunda, aumentar la participación
empresaria en la formulación de propuestas realistas orientadas
a desatar nudos sensibles. La tercera, crear la Comisión de Producción
-en la línea de la actual Comisión de Comercio- como foco
de articulación de intereses en materia de integración industrial
sectorial y de solución de problemas originados en competitividades
relativas diferenciadas, sean ellas estructurales o coyunturales.
El Mercosur sigue siendo un proyecto con futuro. Pero requiere un gran
esfuerzo para adaptarlo al mundo actual y a las necesidades de cada uno
de los países socios. Es la principal lección de lo observado
en ocasión de la Cumbre de Ouro Preto.
Recomendaciones
Reforzar el papel de los coordinadores nacionales del Grupo Mercado Común,
aumentar la participación empresaria en la formulación de
propuestas y crear la Comisión de Producción, indispensables
para seguir negociando.
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