|  
       Un editorial del Estado de São Paulo (20 de este mes) plantea 
        el riesgo de que el Mercosur se transforme en irrelevante. Funda su opinión 
        en la demanda de sectores industriales argentinos para que se adopten 
        medidas restrictivas al comercio recíproco. No señala, sin 
        embargo, que tales medidas también son reclamadas -y aplicadas- 
        en el Brasil y en los otros socios. 
      La irrelevancia del Mercosur es un riesgo cierto. Se pone en evidencia 
        cuando las empresas no creen que las reglas de juego pactadas aseguren 
        el acceso al mercado de los socios y que permitan "nivelar el campo 
        de juego".  
      Dejan entonces de invertir en función del mercado prometido. Repercute 
        en la creación de empleo. Limita el impacto social del Mercosur. 
        Deteriora su legitimidad social y su credibilidad internacional. 
      Una razón del declive hacia la irrelevancia es la baja calidad 
        de las reglas de juego del Mercosur. Muchas ni siquiera han completado 
        su ciclo de perfeccionamiento legal. 
      Otras -como las que rigen el sector automotor- son de dudosa validez 
        legal. Por ejemplo, ni siquiera han sido publicadas en el Boletín 
        Oficial. Se sigue usando para incorporarlas al derecho interno el cuestionable 
        procedimiento de la "protocolización en la Aladi". Es 
        un procedimiento que no se ajusta a lo dispuesto por la Constitución 
        en materia de aprobación de los tratados. Tampoco encuentra sustento 
        legal en el Tratado de Montevideo de 1980 que creó la Aladi. 
      Otro factor de la irrelevancia es la falta de adaptación de las 
        reglas pactadas a las realidades actuales del Mercosur. Por ejemplo, el 
        hecho que no se prevean "válvulas de escape" ante desequilibrios 
        comerciales coyunturales que afectan a sectores sensibles de las respectivas 
        economías. O que no se asuma que las premisas del pacto original 
        no han podido cumplirse. Por ejemplo, la coordinación macroeconómica 
        y el avance en acuerdos productivos sectoriales orientados a la exportación. 
      Se impone profundizar el diagnóstico de las causas del riesgo 
        de la irrelevancia. Se supone que la voluntad política de los gobiernos 
        es que el Mercosur sea relevante. Es decir, que sea un instrumento eficaz 
        de transformación productiva y social conjunta. Conviene entonces 
        que los socios envíen señales claras sobre que no aceptan 
        tal irrelevancia. Pueden hacerlo con hechos concretos en la Cumbre de 
        Iguazú. Deben incluir el fortalecimiento de los mecanismos de creación 
        normativa -la fabricación de reglas de juego- y el funcionamiento 
        efectivo del Protocolo de Olivos. 
      Al igual que la OMC, el Mercosur sólo trascenderá el plano 
        de lo simbólico si demuestra "tener dientes". O sea que 
        pueda morder en casos de incumplimiento de lo pactado por cualquiera de 
        los socios. ¿Están el Brasil y la Argentina dispuestos a 
        ello? 
      
     |