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       Las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) 
        enfrentan un momento difícil. Pocos creen que puedan concluir a 
        fines de año, como estaba previsto en un principio. 
      Un plazo razonable sería ahora junio de 2005. Ello, por tres razones. 
        La primera es que, en Ginebra, la reciente reunión sobre la cuestión 
        agrícola dejó una sensación de movimiento y no de 
        estancamiento. Lograr avances sustanciales e incluso concluir las negociaciones 
        de la Organización Mundial del Comercio (OMC) parecería 
        ser algo posible. 
      La segunda razón es que una vez realizadas las elecciones en los 
        Estados Unidos, la negociación hemisférica podría 
        recibir el necesario impulso político. Y la tercera es que todos 
        los países querrán avanzar antes de que concluya, a mitad 
        de 2005, el mandato negociador del presidente de los Estados Unidos, George 
        W. Bush. 
      Pero tras los recientes fracasos en las negociaciones del ALCA, un problema 
        de fondo ha quedado en evidencia. Más que una cuestión de 
        plazos, parece haber una de rumbo. Lo que se creyó haber resuelto 
        en Miami, primero en 1994 y luego en noviembre último, ahora parece 
        que no es así. ¿Qué es lo que se quiere lograr? ¿Cuál 
        es la arquitectura imaginable y posible para el libre comercio hemisférico? 
        Hay una realidad que no puede desconocerse: existe ya una amplia red de 
        acuerdos preferenciales entre casi todos los países de las Américas. 
        Con una excepción significativa, que es precisamente la que habría 
        que encarar con prioridad: el acuerdo entre el Mercosur con los Estados 
        Unidos. 
      Quizás, abordar frontalmente una negociación 4+1, como 
        fue la idea original del Mercosur, permitiría retomar el rumbo 
        de la construcción hemisférica. Se podría recurrir 
        a un formato similar al que parece prevalecer en la negociación 
        del Mercosur con la Unión Europea. Esto es, el de un acuerdo que 
        abra el camino a negociaciones que permitan profundizar el stock de preferencias 
        y reglas de juego una vez que concluyan las de la OMC. 
      A la vez, con la conclusión de la primera etapa del acuerdo "4+1" 
        podrían negociarse otros, orientados a la convergencia de las reglas 
        de juego incluidas en la actual red hemisférica de libre comercio. 
        En diez años se podrían lograr los objetivos previstos para 
        el ALCA. No sería el rumbo ideal, pero sí uno posible y 
        razonable. 
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