Al participar de la Cumbre de Montevideo, Pascal Lamy, el negociador
comercial de la Comisión Europea, dejó al menos tres mensajes
concretos para el Mercosur.
El primero se reflejó en su propia presencia y en su intervención
en la Cumbre. Podría traducirse así: nos interesa un Merco-sur
en serio como interlocutor válido para la construcción de
un sistema multilateral global sobre la base de regiones bien organizadas.
Es la posición oficial de la Unión Europea y tiene un claro
sentido político y estratégico.
El segundo mensaje fue que la UE está dispuesta a facilitar cooperación
económica para que el Mercosur cumpla con sus objetivos y, sobre
todo, está dispuesta a flexibilizar su posición para que
se concluyan las negociaciones del acuerdo de asociación birregional
en el plazo estipulado en la reunión ministerial Mercosur- UE de
Bruselas en noviembre pasado (es decir, en octubre de 2004).
Su preocupación residiría en que se logre un aprovechamiento
pleno de los recursos de cooperación ya aprobados.
El tercer mensaje fue muy concreto y merece atención en los países
socios, especialmente por la voluntad política que se ha manifestado
en el sentido de concretar lo acordado en la Cumbre de Montevideo. Vale
la pena transcribir completo el párrafo respectivo de su intervención
en la Cumbre: "...quiero tomar esta oportunidad para resaltar un
desafío clave hacia adelante: sus ambiciosas decisiones políticas
deberán ser acompañadas por los necesarios pasos a nivel
técnico.
"Pasar de las palabras a la acción es un proceso complejo.
Requiere compromisos entre los países. A veces cruza por territorios
desconocidos. También genera intensos debates. La tentación
de consentir excepciones, de asumir compromisos ambiguos y embarazos incompletos
(half pregnancies) como los llamamos en Europa, está siempre allí.
Nuestra experiencia es que ello debe ser resistido, ya que esa es la única
forma en que actores económicos, ciudadanos y observadores van
a identificar el proyecto como algo concreto, real y duradero. Esa es
la única forma que las empresas, sean locales o de terceros países,
van a invertir en el futuro."
Quienes queremos tener una visión optimista del Mercosur -y así
lo hemos reflejado muchas veces- no podemos menos que compartir lo expresado
por Pascal Lamy. Sólo con la capacidad de traducir voluntad política
en compromisos exigibles que penetren en la realidad se podrán
encontrar en 2004 elementos que contribuyan a revertir la crisis de credibilidad
que ha afectado en los últimos años al proceso de integración.
Lograrlo es por lo demás una condición necesaria para que
terceros países consideren al Mercosur como interlocutor válido
en la mesa de negociaciones comerciales y en la competencia política
y económica internacional.
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