Ni los escenarios optimistas en que las negociaciones concluyen en 2004,
ni los pesimistas que las llevan a 2007. Se está instalando la
idea de escenarios intermedios, con resultados desdoblados entre las dos
fechas.
En la OMC, el intermedio es un escenario probable por el efecto combinado
de dos realidades. Por un lado, el interés en evitar costos políticos
de un fracaso que agrave las dificultades de la economía mundial
y del multilateralismo. Por el otro, la evidencia de tres factores que
dificultan la concreción del escenario optimista: a) el presidente
Bush enfrenta su intento de reelección en 2004, en un cuadro complejo
-comportamiento de la economía y efectos inciertos de la intervención
en Irak- y con el electorado de Estados claves sensible a cambios en la
agricultura y en el proteccionismo; b) las dificultades internas de la
Unión Europea -fracturas producidas por la guerra en Irak, ampliación
a nuevos países miembros con su impacto en la gobernabilidad de
la Unión Europea y en la política agrícola, y la
renovación de la Comisión Europea- y, c) las resistencias
de países en desarrollo a los resultados desequilibrados y poco
atractivos que anticipan las actuales negociaciones.
Las expectativas en la OMC tienen efectos de arrastre sobre las negociaciones
en el ALCA y con la Unión Europea. La posición del Mercosur
es firme: sin una negociación agrícola en la OMC con resultados
significativos en sus tres pilares -subsidios a la producción y
a la exportación, y acceso a los mercados-, no es posible concluir
el ALCA al que aspiran los Estados Unidos ni el acuerdo interregional
con la Unión Europea.
En las tres negociaciones cobran entonces sentido escenarios intermedios,
en los que se logren algunos resultados en los plazos programados y otros
sean objeto de negociaciones que se extiendan hacia 2006 y 2007. Pero
ellos tienen la dificultad técnica y política de lograr
puntos de equilibrio satisfactorios para todos los países, en el
marco del principio del "single undertaking". En tal sentido,
tendrá que observarse la evolución en dos frentes: la definición
del perfil de un ALCA que algunos ya denominan como "light",
compatible con un acuerdo "4+1" en materia de acceso a mercados,
y las ofertas negociadoras de la UE en acceso a mercados agrícolas
y subsidios a la exportación, tras el insuficiente acuerdo logrado
el 26 de junio en apoyos directos a la agricultura.
Imaginar escenarios intermedios aceptables es entonces una prioridad
en la estrategia negociadora argentina. También lo es la "decodificación"
de las negociaciones en la perspectiva de preparar el país y sus
empresas para escenarios postnegociaciones, con sus efectos de desplazamientos
de ventajas competitivas -en favor o en contra- y sus impactos en el desarrollo
de un Mercosur eficaz y no sólo poético.
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