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  Félix Peña

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TIEMPOS DE DIAGNOSTICO, RENOVACION Y CONCERTACIÒN
La agenda negociadora en el ámbito del comercio global y de la integración regional

por Félix Peña
Junio 2019


 

En el segundo semestre del 2019, en la agenda de negociaciones comerciales internacionales e integración económica de la Argentina junto con sus socios del Mercosur, se destacan las correspondientes a los siguientes frentes institucionales: el de la OMC en el plano global; el del Mercosur, en el plano regional; y el del acuerdo Mercosur-UE, en el birregional. Ello sin perjuicio de varias otras negociaciones en las que también se está participando o que se están comenzando a desarrollar, y que tienen distintos grados de relevancia política y económica.

La mencionada agenda de negociaciones se desarrolla en un contexto internacional complejo e incierto. Entre otros factores, sus rasgos derivan de los efectos de las nuevas configuraciones en la distribución del poder mundial; de la mayor conectividad de todo tipo que los cambios tecnológicos están produciendo entre países, empresas y consumidores, a veces con múltiples opciones para el desarrollo de sus estrategias de inserción internacional; y de la proliferación de distintos tipos y grados de fracturas étnicas, ideológicas, emocionales e incluso religiosas.

Tres cualidades se requieren de cualquier país que aspire a negociar y a desarrollar una inserción eficaz e inteligente en el sistema internacional global, y también en su propia región. La primera es la de tener un buen diagnóstico de los factores que están incidiendo en las actuales transformaciones de la estructura y del funcionamiento del sistema internacional. Es un diagnóstico que requiere estar permanentemente actualizado y siempre desde la perspectiva de cada país. La segunda es la de tener propuestas concretas sobre cómo renovar y adaptar a las nuevas realidades los respectivos espacios institucionales, globales o regionales, en los que se inserta un país. Y la tercera, es la de aportar ideas prácticas y con un razonable potencial de efectividad, para lograr una concertación de los distintos intereses nacionales, tanto en el plano de los espacios institucionales globales como regionales.

Se ha entrado en una fase de las relaciones internacionales caracterizadas por ser "poligámicas", en la que los protagonistas intentan desarrollar alianzas múltiples, simultáneas y no excluyentes, e incluso contradictoria entre sí. Es una fase en la que tienden a tornarse obsoletos paradigmas, conceptos y enfoques teóricos provenientes del pasado.


En el segundo semestre del 2019, en la agenda de las negociaciones en el ámbito del comercio internacional y de la integración económica de la Argentina junto con sus socios del Mercosur, se destacan las correspondientes a los siguientes frentes institucionales: el de la OMC en el plano global; el del Mercosur, en el plano regional; y el del acuerdo Mercosur-UE, en el birregional (ver nuestro artículo "Los acuerdos de integración en tiempos inciertos", Suplemento Comercio Exterior del diario "La Nación", del 13 de junio 2019, en https://www.lanacion.com.ar/; y sobre el Mercosur, ver este Newsletter del pasado mes de enero, en http://www.felixpena.com.ar/). Ello sin perjuicio de varias otras negociaciones en las que también se está participando o que se están comenzando a desarrollar, y que tienen distintos grados de relevancia política y económica

El desarrollo de tal agenda acrecienta la importancia que tiene para nuestro país y sus socios del Mercosur, lo que se puede denominar Grupo de los 8 o Grupo MAP, como ámbito de negociaciones comerciales, integración regional y, asimismo, de concertación ente los países de la Alianza del Pacífico y del Mercosur, especialmente para su acción conjunta tanto en el plano global (OMC) y en el regional latinoamericano (ALADI) (ver al respecto este Newsletter, del pasado mes de mayo, en http://www.felixpena.com.ar/, y nuestra nota publicada en el diario "El Mercurio de Valparaíso", el 3 de junio 2019).

La actual es una agenda de negociaciones a desarrollarse en un contexto internacional cada vez más complejo e incierto. Entre otros factores, sus rasgos derivan de los efectos de las nuevas configuraciones en la distribución del poder mundial; de la mayor conectividad de todo tipo que los cambios tecnológicos están produciendo entre países, empresas y consumidores, que en muchos casos se caracterizan por tener múltiples opciones para el desarrollo de sus estrategias de inserción internacional; y de la proliferación de distintos tipos y grados de fracturas étnicas, ideológicas, emocionales e incluso religiosas.

Como es señalado por expertos de la política internacional, se ha entrado en una fase de las relaciones internacionales caracterizadas por ser "poligámicas", en la que los protagonistas pueden optar por desarrollar una estrategia de diversas alianzas múltiples, simultáneas y no excluyentes, y en la que tienden a ser obsoletos paradigmas, conceptos y enfoques teóricos provenientes del pasado.

En el caso de acuerdos de integración económica, especialmente si sus instrumentos jurídicos fundacionales explicitan su vocación de permanencia en el tiempo, se requerirá tener presente por parte de los distintos protagonistas, las razones que explican el por qué un país opta por asociarse en forma permanente con otro u otros países, especialmente los contiguos, (dimensión existencial) y el cómo tal asociación puede desarrollarse en los hechos (dimensión metodológica).

Los cambios que actualmente se observan, conducen a afirmar que imaginar la idea de integración económica entre naciones soberanas en términos similares a los que han predominado en otros momentos históricos, no parecería ser algo conveniente ni recomendable. En tal perspectiva, una visión dogmática de lo que debería ser, por ejemplo, una zona de libre de libre comercio o una unión aduanera, suena a algo antiguo. Es una visión que predominaba en el mundo industrializado hasta hace muy poco tiempo, por ejemplo, con respecto a la interpretación que debía darse al artículo XXIV del GATT-OMC. Ha condicionado -y seguiría condicionando- la larga negociación para concretar un acuerdo bi-regional entre la UE y el Mercosur. De hecho es quizás un factor determinante de las dificultades que se han observado para institucionalizar la aparente vocación de concluir tal acuerdo.

Lo que estaría emergiendo parecería ser una fase de alianzas múltiples, simultáneas y flexibles, con una gran dinámica en su desarrollo. Es una fase en la que cobra mayor importancia el desarrollo de "solidaridades de hecho", resultante del encadenamiento de políticas económicas y de decisiones de inversión productiva, sostenidas en la efectividad de reglas comunes. Como planteara Jean Monnet en los momentos fundacionales de la integración europea, se generen así efectos de disciplinas colectivas sostenibles entre los países asociados.

Pero es también una fase en la que un país, cualquiera que sea su dimensión, podrá tener dificultades para navegar con eficacia en su entorno global y regional a fin de lograr plasmar sus visiones y sus objetivos, si es que no tiene un diagnóstico correcto sobre su capacidad y sus posibilidades efectivas en el desarrollo de la competencia por el poder y los mercados internacionales.

Tres cualidades se requieren entonces de cualquier país que aspire a desarrollar una inserción eficaz e inteligente en el sistema internacional global, y también en su propia región. La primera es la de tener un buen diagnóstico de los factores que están incidiendo en las actuales transformaciones de la estructura y del funcionamiento del sistema internacional. Es un diagnóstico que requiere actualización permanente y siempre desde la perspectiva de cada país. La segunda es la de tener propuestas concretas y aceptables sobre cómo se puede renovar y adaptar a las nuevas realidades los espacios institucionales, globales o regionales, en los que se inserta un país. Y la tercera, es la de aportar ideas prácticas y con potencial de efectividad, a fin de lograr una concertación de intereses nacionales, tanto en el plano de los espacios institucionales globales y regionales.

De la agenda global de este segundo semestre del año, corresponde destacar por su importancia para los países latinoamericanos la cuestión de las reformas del sistema multilateral del comercio internacional institucionalizado en la OMC (ver nuestro Newsletter del pasado mes de febrero en http://www.felixpena.com.ar/). Entre las otras cuestiones también relevantes que en la actualidad están siendo objeto de debate entre sus países miembros, por su inmediatez y relevancia práctica, se destaca la del fortalecimiento del mecanismo de solución de diferencias. Concretamente, es la que en la práctica resulta del bloqueo a la nominación de nuevos miembros del órgano de apelación que está de hecho bloqueado y que, de no cambiar la actual situación, quedaría paralizado a fin de este año.

Lo que de hecho está en juego es el funcionamiento de un mecanismo cuyo efecto práctico es la preservación de un sistema multilateral del comercio orientado por reglas comunes (ver el artículo de Carlos López mencionado en la Sección Lecturas Recomendadas -"WTO Reform and the Rule of Law", Opiniojuris.org, 7-02-2019, en http://opiniojuris.org/-). El mecanismo de solución de diferencias existente garantiza que las reglas comunes no queden expuestas al arbitrio de los países con mayor poder relativo. Tal función es esencial para preservar la vigencia del principal aporte que deriva del actual sistema multilateral del comercio desde la creación del GATT, que es el del "principio de no discriminación".

Los países latinoamericanos -incluyendo por cierto la Argentina, los del Mercosur y los de la Alianza del Pacífico-, tendrían mucho que perder si no se logra preservar el funcionamiento de un mecanismo que garantice el predominio efectivo de las reglas pactadas en el sistema multilateral del comercio. De ahí la importancia de que los países de la región desempeñen un papel activo y asertivo en la concertación de intereses entre los países miembros de la OMC, a fin de lograr soluciones razonables y equilibradas a la cuestión del mecanismo de solución de diferencias, que es un aspecto central de la cuestión más amplia de las reformas que se requieren para dotar de más eficacia a la propia OMC.


Lecturas recomendadas:



Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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