NEGOCIACIONES COMERCIALES DEL MERCOSUR:
Hechos recientes que pueden incidir en la evolución futura de la
agenda negociadora. |
por Félix Peña
Julio 2015
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Por acción u omisión, las negociaciones
comerciales internacionales sigue siendo una cuestión relevante
de la agenda del Mercosur. Es probablemente una de las más acuciantes,
junto con la referida a la calidad institucional -especialmente de reglas
de juego y de procesos de producción normativa- y la de las condiciones
que incentiven los encadenamientos productivos orientados al mercado regional,
pero también al global.
Al menos tres hechos recientes, con distintos grados de relevancia,
permiten imaginar cambios en la agenda de negociaciones comerciales del
Mercosur, incluyendo su demorada negociación con la UE. Pertenecen
a la categoría de "hechos cargados de futuro". Es posible
prever que sus efectos se tornen más notorios hacia fines de este
año. Tienen vínculos entre sí. Podrían incidir
sobre las negociaciones bi-regionales entre el Mercosur y la UE, incluso
inyectando una necesaria dosis de optimismo.
Un primer hecho ha sido lo acordado en la reunión bi-regional
de Bruselas, en ocasión de la Cumbre CELAC-UE, en junio pasado.
Permite imaginar que durante el último trimestre de este año
se intercambiarán, finalmente, las respectivas ofertas negociadoras.
Un segundo hecho relevante, se refleja en el comunicado final de la
reciente reunión entre los Presidentes del Paraguay y del Uruguay.
Dos países fundadores del Mercosur plantean la necesidad de acordar
en el segundo semestre del año, en el que la presidencia rotativa
le corresponde al Paraguay, un plan de acción para la consecución
de los objetivos del Mercosur y el perfeccionamiento de la Zona de Libre
Comercio, incluyendo hojas de ruta concretas para asegurar el efectivo
acceso a los respectivos mercados.
El tercer hecho está vinculado a la aprobación de la
autorización del Congreso al Presidente de los EEUU para negociar
acuerdos internacionales (el denominado "Fast Track"). Es factible
ahora que el TPP pueda concluirse incluso antes de fin de año.
Si finalmente se cierra este acuerdo y se genera la impresión que
también el acuerdo transatlántico entre la UE y los EEUU
-el TTIP- fuera viable, es posible que crezca la presión, especialmente
en sectores empresarios de Brasil, Uruguay y Paraguay, por concluir un
acuerdo con la UE que incluya múltiples velocidades para los distintos
socios del Mercosur o, directamente, que se encare alguna modalidad de
acuerdo bilateral, incluso sin preferencias arancelarias, pero con fuertes
compromisos, por ejemplo en el plano de los marcos regulatorios, de las
inversiones e, incluso, de la propiedad intelectual. En tal caso, la presión
se extendería hacia la apertura de otras posibles negociaciones
comerciales preferenciales, especialmente con los EEUU y con China.
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Sus negociaciones comerciales internacionales siguen siendo una cuestión
relevante de la agenda del Mercosur. Sea por acción o por omisión.
Es probablemente una de las cuestiones más acuciantes, junto con
la referida a la calidad institucional -especialmente de las reglas de
juego y de los procesos de producción normativa- y a las condiciones
que incentiven los encadenamientos productivos, orientados al mercado
regional pero también al global (ver sobre estas cuestiones, entre
otros, nuestros artículos en el Boletín Informativo Techint
Nro 345, de Noviembre 2014, en http://iosapp.boletintechint.com/
y en este Newsletter
del mes de junio 2015.
Es una cuestión relevante por varios motivos. Uno es que desde
su inicio, el Mercosur fue concebido -entre otros de sus objetivos principales
y con un mayor alcance, a la vez económico y político-,
como una plataforma para facilitar la proyección internacional
de la capacidad de producir bienes y de prestar servicios de los países
miembros, a la vez competitivos e inteligentes -esto es, con fuerte valor
agregado intelectual- y que, en lo posible, fueran la resultante de la
articulación transnacional de empresas que se inserten, así,
en cadenas de valor de alcance global o regional. La idea de los acuerdos
sectoriales -una de los aportes valiosos proveniente del período
de integración bilateral entre la Argentina y el Brasil-, si bien
fue enunciada en el Tratado de Asunción y en una de las primeras
decisiones del Consejo del Mercosur -la CMC n° 3/91-, no terminó
en plasmarse como un instrumento central de la estrategia de integración
productiva de los países miembros. La simple lectura de la Decisión
CMC n° 3/91, permite apreciar su potencial y, a la vez, abrir interrogantes
sobre el hecho que no haya producido los resultados procurados. Deja la
impresión de un potencial desaprovechado (sobre el tema ver el
informe de Miguel Izam, "Revisión de los Acuerdos Sectoriales
Suscritos por Países Miembros del Mercosur", CEPAL, LC/R880,
8 de febrero de 1999, en http://repositorio.cepal.org/).
El otro motivo es que se aprecia un bajo resultado en el desarrollo de
una estrategia de negociaciones comerciales internacionales y, en especial,
en la idea de estimular de tal forma la articulación productiva
entre empresas de los distintos países socios. Los acuerdos celebrados
en el marco de la ALADI con diversos países latinoamericanos, incluso
con los que integran la Alianza del Pacífico, son los que más
podrían generar condiciones potenciales para el desarrollo de tales
encadenamientos productivos. Pero el Mercosur no tiene hoy en su agenda
el desarrollo de negociaciones comerciales preferenciales con casi ninguno
de los principales espacios económicos del mundo, salvo con la
Unión Europea (UE). Con los EEUU, la idea originalmente relacionada
con el desarrollo del acuerdo "4 + 1" (el Rose Garden Agreement")
firmado en 1991, se estancó a partir del colapso de las negociaciones
del ALCA. En el caso de China, nunca se respondió a la propuesta
efectuada en el 2012 por el entonces Primer Ministro Wen Jiabao, en el
sentido de explorar la posibilidad de un estudio de factibilidad para
un acuerdo comercial preferencial.
Y el tercer motivo, y no menos relevante, es que la falta de una dinámica
negociadora comercial externa del Mercosur ha generado diferencias por
momentos significativas entre los países miembros, con eventuales
efectos económicos pero también políticos. En algunos
de los socios, especialmente sectores empresarios consideran que el Mercosur
no sólo no negocia, sino que además, impide negociar. Y
esto en un momento en que el estancamiento de la Rueda Doha está
estimulando, entre otros factores, la proliferación de negociaciones
conducentes a mega-acuerdos comerciales preferenciales de alcance interregional
(sobre este tema ver este Newsletter
del mes de marzo 2015).
En lo que es el único proceso negociador relevante actualmente
en curso, el Mercosur y la UE llevan unos 15 años tratando de concretar
un acuerdo preferencial bi-regional. Aspira a abarcar un espectro amplio
y equilibrado de preferencias comerciales para bienes y servicios. Incluiría
compromisos en inversiones, compras públicas, marcos regulatorios,
propiedad intelectual y otras cuestiones relevantes en las relaciones
bi-regionales. Se supone que contendría además medidas que
tomen en cuenta las asimetrías de desarrollo económico,
tanto entre como dentro de las dos regiones.
Desde que el acuerdo sea concluido y entre en vigencia -ambos objetivos
pueden demandar aún algunos años, imaginando una fuerte
dosis de voluntad política-, se requerirá aún un
tiempo -entre diez y quince años, según cómo se negocie-
para que todos los gravámenes y restricciones sean eliminados,
y las demás medidas acordadas adquieran plena vigencia. Y como
es común en estos acuerdos preferenciales, no todos los bienes
y servicios quedarán incluidos. Por lo demás, es posible
prever -también según sea como finalmente se negocie- la
inclusión de distintas modalidades de válvulas de escape
y de compromisos de financiamiento para la reconversión de sectores
más sensibles. Lo mencionado no es un aspecto menor a la hora de
abordar el tratamiento de las principales sensibilidades en países
del Mercosur.
No se trata por ende de una idea fácil de concretar. Varios factores
han incidido en las recurrentes demoras en los avances de las negociaciones.
Demoras que tampoco puede considerarse que sean sólo cosa del pasado.
Ambas regiones tienen fuertes sensibilidades en sectores que son relevantes,
y a la vez diferentes, de sus respectivas economías. La agricultura
en la UE y algunos sectores industriales en el Mercosur, son ejemplos
más mencionados pero no los únicos. Lo concreto es que es
difícil ser creíble si se aspira atribuir la responsabilidad
por las reiteradas demoras a avanzar, a solamente algunos países
ubicados de un lado o del otro del Atlántico, o a algunos de sus
sectores productivos.
Por lo demás, ambas procesos presentan diferencias, incluso significativas,
en los alcances de sus objetivos y en las metodologías de su integración
económica y, en particular, en sus marcos institucionales.
En el Mercosur, por ejemplo, no hay casi equivalentes a las instituciones
comunitarias. La idea, inspirada en Jean Monnet, de la función
de concertación de distintos intereses nacionales, tan relevante
para entender desde sus orígenes la integración europea,
nunca plasmó en estas latitudes. Los intentos de crear órganos
facilitadores de la necesaria puesta en común de intereses diferentes
y, por momentos, muy divergente entre socios con notorias asimetrías
de poder relativo, quedó trabada por una esotérica discusión
sobre el alcance "supranacional" que ellos entonces tendrían.
Se instaló así la idea de un ente, unipersonal o colegiado,
que pudiera dar órdenes a los gobiernos. Algo así como la
del "areópago de tecnócratas apátridas e irresponsables",
que instalara Charles De Gaulle en una de las primeras crisis que tuviera
la entonces Comunidad Económica Europea.
Y, a su vez, en la UE se observan dificultades para inyectar en estas
negociaciones bi-regionales la necesaria dosis de voluntad política
y de creatividad técnica. Con un dejo de ironía, a veces
se argumenta que negociar con Bruselas suele evocar lo que sería
un mundo conducido por robots. La flexibilidad y la imaginación
no siempre han predominado allí, al menos en las negociaciones
con el Mercosur. Y es algo que se escucha incluso en los propios ciudadanos
europeos con respecto a su proceso de integración, especialmente
desde que en los últimos años la palabra crisis penetrara
hondo en el imaginario colectivo. Ello se ha puesto de manifiesto más
recientemente con la evolución de la crisis de Grecia y su eventual
salida del Euro, con todas las consecuencias económicas, financieras
e incluso geopolíticas, que el denominado Grexit pudiera eventualmente
producir.
Además, esta negociación bi-regional fue perdiendo oxígeno
político en Bruselas y en países miembros de la UE, en la
medida que se diluía la percepción de un eventual acuerdo
sobre preferencias comerciales entre el Mercosur y los EEUU, en el ámbito
del ALCA. De hecho, en este período, la UE sólo ha concluido
acuerdos preferenciales con los mismos países latinoamericanos
que los EEUU.
Tres hechos recientes, con distintos grados de relevancia, permiten imaginar
ahora cambios en la agenda negociadora del Mercosur. Pertenecen a la categoría
de "hechos cargados de futuro". Es posible prever que sus efectos
se tornen más notorios hacia fines de este año. Tienen vínculos
entre sí. Podrían incidir sobre las negociaciones bi-regionales
con la UE, incluso inyectando una necesaria dosis de optimismo o, al menos,
de realismo.
Un primer hecho ha sido lo acordado en la reunión bi-regional,
en ocasión de la Cumbre CELAC-UE, en Bruselas, en junio pasado.
Permite prever que durante el último trimestre de este año
se intercambiarán las respectivas ofertas negociadoras. Sin embargo,
en Bruselas no se produjo lo que en algunos medios se procuró lograr.
Esto es, el que se aceptara la idea de una negociación en múltiples
velocidades, siguiendo el ejemplo de lo que ocurriera con la Comunidad
Andina de Naciones, lo que por cierto, no fue ajeno al hecho que luego
tal agrupación perdiera su relevancia. Es probable que predominara
el sentido político en protagonistas relevantes. Según el
comunicado emitido al finalizar la reunión ministerial de Bruselas,
"los Ministros intercambiaron información general sobre las
respectivas ofertas de acceso a mercado
acordaron que, una vez presentes
las condiciones para un intercambio exitoso, el objetivo será intercambiar
las ofertas de acceso a mercado durante el último trimestre de
2015" (ver el texto completo del comunicado conjunto del 11 de julio
2015, en http://mrecic.gov.ar/print/248785;
sobre todos los antecedentes de la negociación bi-regional, ver
la muy completa información disponible en el Sistema de Información
sobre Comercio Exterior, SICE-SEDI-OEA, en http://www.sice.oas.org/).
Si se cumple este objetivo, incluyendo la suficiente transparencia en
el intercambio de ofertas -sería difícil imaginar que el
intercambio de ofertas no fuera transparente-, se abriría el camino
hacia la etapa más compleja, cual es la de lograr puntos de equilibrio
razonables -y por ende sustentables- entre los distintos intereses regionales.
Sin embargo, aún en tal hipótesis es posible estimar que
se estaría lejos del momento de la conclusión de las negociaciones.
Un segundo hecho relevante, se refleja en el comunicado final de la reunión
entre los Presidentes del Paraguay y del Uruguay realizada el 25 de junio
pasado. Se señala allí que: "ambos Mandatarios reafirmaron
su compromiso para que en la reunión del Consejo Mercado Común
del próximo mes de julio en Brasilia, se adopte una decisión
destinada a la elaboración de un Plan de Acción para la
consecución de los objetivos del Mercosur y el perfeccionamiento
de la Zona de Libre Comercio. Dicho Plan, que sería elaborado durante
la Presidencia de Paraguay del Mercosur, establecerá un cronograma,
con plazos perentorios, para la eliminación de las restricciones
no arancelarias y medidas de efecto equivalente que afectan al comercio
intrazona, la que será sometida a la aprobación de los demás
Estados Partes" (ver el comunicado conjunto de los Presidentes, en
http://medios.presidencia.gub.uy/)
El planteamiento de estos dos socios fundadores del Mercosur es claro
y apunta a abrir la puerta a una necesaria negociación. Tiene que
ver con lo que en opinión de los europeos ha sido una de las razones
del enfriamiento de su interés por el Mercosur. Esto es, el hecho
que se trata de un proceso de integración con serias deficiencias
metodológicas que inciden en su credibilidad, disminuyendo el interés
por avanzar hacia un acuerdo bi-regional efectivo. Un criterio para evaluar
la efectividad de un proceso de integración económica regional,
es precisamente la calidad de las reglas que garanticen el acceso a los
respectivos mercados, cualquiera que sea su dimensión relativa.
Ello es así, ya que se supone que allí reside uno de los
incentivos principales para inversiones productivas en función
del mercado ampliado. Tiene que ver con la idea de la generación
de empleo y, por ende, con el desarrollo social de los respectivos países.
Es un factor central para la legitimidad política y social de un
acuerdo de integración y, por lo tanto, para su sustentabilidad
en el largo plazo.
El tercer hecho está vinculado a la aprobación de la autorización
del Congreso al Presidente de los EEUU para negociar acuerdos internacionales.
No garantiza que ocurra, pero significa dar un paso adelante hacia la
posible conclusión de uno de los mega-acuerdos preferenciales que
Washington ha estado impulsando, que es el del Trans-Pacific Partnership,
conocido por su sigla TPP. Si finalmente se cierra este acuerdo y se genera
la impresión que también el acuerdo transatlántico
entre la UE y los EEUU fuera viable -el TTIP-, es posible que crezca la
presión, especialmente en sectores empresarios de Brasil, Uruguay
y Paraguay, por concluir un acuerdo con la UE que incluya múltiples
velocidades para los distintos socios del Mercosur. O puede estimular
presiones para encarar alguna modalidad de acuerdo bilateral, incluso
sin preferencias arancelarias, pero con fuertes compromisos, por ejemplo
en el plano de los marcos regulatorios, de las inversiones e incluso de
la propiedad intelectual. En tal caso, la presión se extendería
hacia el objetivo de otras posibles negociaciones comerciales preferenciales,
especialmente con los EEUU y con China. Más allá de sus
implicancias políticas, es un escenario que nuestro país
debe contemplar y prever en sus posibles efectos económicos, y
en la proyección a la región y al mundo de sus exportaciones
de bienes y de servicios.
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Lecturas recomendadas:
- Almeida, Perpétua; Acioly, Luciana; Bojikian Calixtre, André,
"Os Desafios da Política Externa Brasileira em um Mundo
em Transição", IPEA, Rio de Janeiro 2014, en: http://www.ipea.gov.br/.
- Beckert, Sven, "Empire of Cotton. A Global History", Alfred
A. Knopf, New York 2014.
- Blyde, Juan S. (coordinador), "Fábricas Sincronizadas.
América Latina y el Caribe en la Era de las Cadenas Globales
de Valor", Banco Interamericano de Desarrollo, Informe Especial
sobre Integración y Comercio, BID, Washington 2014, en: http://publications.iadb.org/.
- Boone Barrera, Enrique, "Brazil's International Investment Woes",
Centre for International Governance Innovation, CIGI, Waterloo, Ca,
July 2015, en: https://www.cigionline.org/.
- Breznitz, Dan, "Innovation and the State. Political choice and
strategies for growth in Israel, Taiwan, and Ireland", Yale University
Press, New Haven - London 2007.
- Brynjolfsson, Erik; McAfee, Andrew, "The Second Machine Age.
Work, Progress, and Prosperity in a Time of Brilliant Technologies",
W.W.Norton & Company, New York - London 2014.
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de Estado chinës, sua agenda de reformas e implicacoes para a América
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en: http://www.cindesbrasil.org/.
- De Rosa, Peter, "Rebels. The Irish Rising of 1916", Ballantine
Books, A Fawcett Book, New York 1990.
- Elek, Andrew, "China takes the lead on economic integration",
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- Ellis, R. Evan, "China in Latin America. The Whats & Wherefores",
Lynne Rienner, Boulder - London 2009.
- Ellis, R. Evan, "China on the Ground in Latin America. Challenges
for the Chinese and Impacts on the Region", Palgrave Macmillan,
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- Fukuyama, Francis, "The Origins of Political Order. From Prehuman
Times to the French Revolution", Farrar, Straus and Giroux, New
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- Gilbert, Isidoro, "La FEDE. Alistándose para la revolución.
La Federación Juvenil Comunista 1921-2005, Sudamericana, Buenos
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http://www.merics.org/.
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- Lee, Seungjoo, "The Politics of Asian Integration", East
Asian Forum, 11 July 2015, en: http://www.eastasiaforum.org/.
- Macdonogh, Giles, "Después del Reich. Crimen y castigo
en la postguerra alemana", Galaxia-Gutenberg, Círculo de
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- Puente, Armando Rubén, "Yo, Argentino. Las raíces
argentinas del Papa Francisco", DISTAL, Buenos Aires 2015.
- Ricci, Mateo S.J., "Costumbre y Religiones de China", Ediciones
Universidad del Salvador, Buenos Aires 2014.
- Sisci, Francesco, "A Brave New China. The Big Change", goWare,
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- UNCTAD, "Tracing the Value Added in Global Value Chains: Product-level
Case Studies in China", UNCTAD, Geneva 2015, en: http://unctad.org/.
- World Bank - WTO, "The Role of Trade in Ending Poverty",
A Joint Publication by the World Bank Group and the World Trade Organization,
Geneva 2015, en: https://www.wto.org/.
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Félix Peña es Director
del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director
de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la
Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité
Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar
trayectoria.
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